Píldoras de esperanza: “Que nada ni nadie nos haga perder la fe en Jesucristo”

Martes de la VI Semana de Pascua

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Reflexión de los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu Santo, ven, pues estamos esperándote. Eres el don del Padre y del Hijo y, ahora que voy a leer las Sagradas Escrituras, ilumíname para entender, y da paz y sosiego a mi vida. Así podré poner en acción lo que me pides. Amén.

Evangelio según San Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’. Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.

Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, mostrará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.

El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado”.

Palabra del Señor

¿Qué dice el texto?

El pecado está en no haber creído en mí.

¿Qué nos dice hoy a nosotros Dios a través del texto?

Seguimos en esta semana de Pascua ya preparándonos para las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés. Son los discursos finales de Jesús en la última cena. Jesús anuncia la pasión, la resurrección y también que vuelve al Padre y enviará al Espíritu Santo. Sin embargo, en medio de estas consideraciones hay una frase categórica: “El pecado está en no haber creído en mí”. 

A veces nos gusta hacer largas listas de pecados sociales, culturales, comunitarios, personales, de pensamiento, de palabra de obra y de omisión. Pero pocas veces nos cuestionamos lo más esencial: Creer en Jesús. Él lo dice claramente. Es hoy cuando debemos cuestionarnos si toda raíz del pecado no se hunde en la incredulidad. Nos cuesta a nosotros creer y obviamente al no haber fe en Jesús, el Cristo y Salvador, nacen desde allí todos los males en la humanidad y sobre todo en nuestras vidas personales y comunitarias.

¿Acaso no lo vemos en las acciones de los que ostentan los gobiernos? Cuando los gobernantes pierden la dirección del servicio comunitario por no tener la brújula de los valores que nos ofrece Jesucristo… dónde van a parar las comunidades… Lo mismo pasa con la familia, cuando no creemos en Jesús, ya no hay valores éticos que nos sirvan verdaderamente, pues no hay una medida objetiva para medir las acciones. Nuestra sociedad occidental tiene sus valores en el seguimiento de Cristo, como medida justa.

Planteémonos seriamente si también nuestra indiferencia al mostrar públicamente nuestra fe, no ha dejado en que muchos de los valores del Reino de Dios ya no estén presentes entre muchas de nuestras sociedades.

Replantearnos este tema, que nada ni nadie nos haga perder la fe en Jesucristo. Nuestra única esperanza es Él. No temamos ningún problema externo, cuidémonos, eso sí. Pero con la paz de quien vive como discípulo del Señor y no se deja llevar por los males de este mundo.

Hoy pidamos con insistencia que venga a nuestra vida el Espíritu Santo, para que nos confirme en la fe a nuestro Señor Jesucristo. Como hijos que verdaderamente se sienten amados por sus padres, repitamos varias veces este día una frase en forma de oración:

¡Manda Señor tu espíritu, para que confiemos en Ti!

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia

 

 

 

 

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Ricardo Grzona

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