Pobres, familia y jóvenes, objetivos del papa Francisco

Pontificia comisión de América Latina rinde un homenaje al Pontífice y reitera su empeño

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La Pontificia Comisión para América Latina realizó este martes una conferencia en el auditorio San Pío X, a pocas cuadras del Vaticano, en la que su presidente el cardenal Marc Ouellet, indicó las tres preocupaciones principales del papa Francisco en su primer año de pontificado: los pobres, las familias y los jóvenes. Un encuentro para homenajear y también para reiterarle al Santo Padre el propio empeño.

El cardenal canadiense profundizó algunos aspectos de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, subrayando la amplitud de la visión del Papa, al punto que ha asombrado «e inquietado a ciertos ambientes que lo acusaron de marxismo», cuando el Pontífice considera que «solamente Cristo puede responder a los desafíos de la pobreza y la injusticia».

Sobre la familia, baste pensar a la convocación del sínodo de los obispos, indicó Ouellet, «levantando controversias y creando expectativas», si bien reconoció que a veces con el riesgo de causar «alguna desilusión».

Y mostró su confianza en que el Papa «con su capacidad de escuchar, decidir y renovar, «sabrá discernir los medios adecuados para relanzar la pastoral no sólo de la familia sino incluso toda la pastoral de la Iglesia».

Y sobre la tercera prioridad: los jóvenes, el cardenal aseguró que el Santo Padre se ha ambientado en el mundo en el que ellos viven, como lo demuestra el éxito de la cuenta de Twitter, con la cual «la red de seguidores transmite y multiplica su mensaje apostólico».

Además, indicó el cardenal, el Papa adapta al lenguaje de los jóvenes, haciendo entender que Jesús no es una idea, un sueño o un ídolo virtual, sino «una persona real con la que se puede vivir, una amistad que cambia la vida».

El cardenal Ouellet indicó también la capacidad del Santo Padre de conjugar la idea conciliar del pueblo de Dios en camino, con la imagen de la Santa Madre Iglesia, jerárquica y mariana. Una eclesiología que empeña a «servir en espíritu de humildad, de misericordia y de compasión». Un llamado el del Papa que con las sorpresas del primer año de pontificado, ha despertado a toda la Iglesia para que salga a la misión.

Durante el encuentro, tomó la palabra también el profesor Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión, quien habló sobre el contexto específico de América Latina, poniendo de relieve cómo la elección del papa Francisco interpela de manera directa a la comunidad del continente americano.

Como ya lo hiciera el documento de Aparecida, así el Santo Padre llama a los fieles a ser «buenos samaritanos», a inclinarse sobre los excluidos, sobre los que viven en la marginación, la esclavitud. Pero también a quienes son víctimas «de los ídolos del dinero, del poder, del placer efímero», dijo Carriquiry.

El profesor uruguayo consideró que los fieles de América Latina están llamados a ser «protagonistas de la caridad política» y deben trabajar en colaboración con todos los hombres de buena voluntad «para transformar de las estructuras socio-económicas, las actividades políticas y las leyes que atenten contra la dignidad humana» teniendo siempre en vista «el bien común de la sociedad».

Son muchos los desafíos a los que se enfrentan los cristianos en América Latina, señaló el secretario de la CAL, y que deben apuntar «a una revolución educativa y una inversión en capital humano, a una reconstrucción del tejido social y familiar, a una política seria en infraestructuras materiales, energéticas y financieras». Así como «a una inversión destinada a dar valor adjunto a nuestra riqueza natural» y «al desarrollo económico con equidad y mayor distribución de los ingresos y beneficios».

Pero no se pueden olvidar entre los retos del presente y del futuro también «una lucha contra la pobreza que no se reduzca al asistencialismo» y «una coexistencia pacífica que haga de barrera contra la violencia», en especial la relacionada con el narcotráfico y la distribución de drogas. En esencia, concluyó Guzmán Carriquiry, es necesario «un camino hacia una mayor madurez democrática», con el fin de hacer «un salto cualitativo en el proceso de integración» entre los países y los pueblos de América del Sur.

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ZENIT Staff

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