Por primera vez, un niño alemán se «divorcia» de sus padres separados

«Ahora viviré en paz con la abuela», dice, cansado de las peleas familiares

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BERLIN, 1 oct (ZENIT.org).- Otto tiene 13 años y ya no podía más. Sus padres no hacían otra cosa que pelearse. Ha decidido poner fin a la situación con un gesto bastante drástico: se ha querellado contra sus progenitores, ayudado por una abogada.

Ante el multiplicarse de los divorcios y de las familias divididas, ahora en Alemania son los pequeños lo que se rebelan por medios legales. Lo pueden hacer porque la ley alemana, en caso de conflictos que impliquen al menor, prevé el pago público de los gastos de abogado.

El caso de Otto es quizá el más simbólico. El pequeño berlinés era víctima desde hace años de una guerra entre papá y mamá. Se sucedían las escenas y las discusiones sin preocuparse de él. Otto había probado todos los medios, les pidió que llegaran a un acuerdo o al menos que evitaran las discusiones.

«Estaba verdaderamente harto de los gritos continuos», dice el niño. Cuando oyó hablar de la «abogada de los niños», Gertje Döring, se querelló contra sus padres. Con la ayuda de la abogada ha ganado la causa.

No había dinero en juego sino simplemente el derecho a la paz: «Ahora –dice Otto– mi tutela ha sido retirada temporalmente a mis padres y puedo quedarme en santa paz con mi abuela. Hasta que aquellos dos no logren un acuerdo y dejen de pelearse».

La historia del niño que se querella contra sus padres ha tenido gran eco en la prensa popular. Pero es la punta del iceberg. En un país en el que el uso de las querellas es el segundo después de Estados Unidos, los pequeños alemanes están empezando a reivindicar por sí mismos sus propios derechos.

La misma abogada Döring cuenta de muchos otros casos. Por ejemplo, Susanne, de 10 años, quiere ir al instituto pero sus padres quieren enviarla a otro tipo de centro. «Si no logramos un acuerdo por vía extrajudicial –dice la abogada– Susanne entablará un juicio para obtener la suspensión de la tutela en este punto específico».

Naturalmente también hay que tener en cuenta la otra cara de la medalla, es decir el peligro de que se multipliquen las causas cada vez que los niños no están de acuerdo con los propios padres por los motivos más nimios.

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ZENIT Staff

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