Por qué la Basílica de San Pedro envejece tan bien

La goma de mascar, uno de los mayores enemigos de su conservación

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CIUDAD DEL VATICANO jueves, 8 junio 2006 (ZENIT.org).- El quinto centenario de la colocación de la primera piedra de la Basílica de San Pedro, que se celebra este año, no es sólo una celebración festiva, sino también un momento para descubrir por qué se encuentra aún en tan buenas condiciones.

El secreto tiene un nombre: un grupo muy activo, conocido como Fábrica de San Pedro, que emplea a unas 120 personas, 80 de las cuales son los vigilantes conocidos como «sampietrini» los «san pedrinos». Su trabajo es fundamental y comprende la manutención general. ¿Cuál es el mayor problema que afrontan?

«El chicle (o goma de mascar) –explica a Zenit la líder del grupo de la Fábrica, Cristina Carlo-Stella–. Es increíble la cantidad de cosas que se pegan en ese pavimento de mármol todos los días»..

En cuanto a los aspectos más especializados, relacionados con la manutención, el equipo de renombre mundial de arquitectos, conservadores y expertos en historia del arte.

«Nos piden a menudo abrir la necrópolis a más gente, pero está siempre el problema de la conservación, con el flujo diario de turistas», indica Carlo-Stella.

«Querríamos que hubiera siempre más gente que nos visitara –añade la historiadora–, pero debemos acordarnos de que nos encontramos en un lugar que es patrimonio mundial… Este lugar debe permanecer para las generaciones futuras».

Por este motivo, el equipo de arqueólogos de la Fábrica presta atención especial a la conservación de los diversos mausoleos de la zona de la necrópolis de la Basílica. Actualmente, el grupo coordina un estudio sobre los mosaicos del Vaticano.

«A finales del siglo XV –explica–, se tomó la decisión de traducir en forma de mosaico todas las obras pictóricas para que duraran más tiempo».

En efecto, todas las superficies pictóricas de la Basílica están hechas en mosaico. El estudio de mosaicos vaticanos es responsable de la restauración de todas estas superficies.

El estudio recibe también encargos especiales. «En los últimos decenios –añade Carlo-Stella–, los Papas han pedido al estudio de mosaicos que realizara algunos trabajos para ofrecer como regalo en los viajes papales».

La Fábrica de San Pedro supervisa también los archivos que contienen 50.000 documentos relacionados con la construcción y la vida cotidiana en la Basílica.

Estos archivos incluyen manuscritos de Borromini, Bernini y de todos los grandes arquitectos que participaron en los trabajos de la Basílica.

Los archivos, no abiertos al público, «se abren a algunos investigadores con un permiso muy especial», revela la experta a Zenit.

Muchos documentos se podrán ver en la próxima exposición conmemorativa del quinto centenario de la Fábrica. «El evento, que tendrá lugar en octubre, permitirá a la gente constatar las notas personales de Miguel Ángel sobre el edificio», dice la historiadora.

Durante una reciente rueda de prensa, la Fábrica explicó los dos objetivos de la exposición.

«El primero será concentrar la atención en la Basílica, en la historia arquitectónica, la metodología de la construcción», informa un opúsculo promocional. Se quiere «mostrar el significado de la Basílica como espléndido lugar del patrimonio mundial, que encierra el genio artístico de tantas personalidades extraordinarias».

El segundo objetivo de la exposición es permitir el redescubrimiento de la tradición devocional que se ha concentrado en las peregrinaciones religiosas a la tumba de san Pedro.

«La idea es llevar al visitante a un encuentro con la figura de san Pedro», afirma el presidente de la Fábrica de San Pedro, el cardenal Francesco Marchisano.

«En la última estancia, se exhibirán los graffiti del «Petrus eni» (Pedro está aquí), que estarán rodeados por importantísimas reliquias de santos como san Francisco de Asís, santa Inés y la madre Teresa de Calcuta, que vinieron aquí a la Basílica de san Pedro y tuvieron una experiencia espiritual muy profunda».

«Estamos relanzando la última estancia como espacio de meditación, para ver cómo esa tradición devocional puede influir en la vida de las personas y puede inspirar a personalidades religiosas de las que la Iglesia está orgullosa», concluye.

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ZENIT Staff

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