Prelado de los EEUU habla a la Cumbre Global Zero para el desarme nuclear

Destaca la enseñanza de la Iglesia sobre la guerra

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PARIS, viernes 5 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- El arzobispo de Baltimore, Maryland, monseñor Edwin O’Brien, destacó las razones de la Iglesia para oponerse a una guerra nuclear, este miércoles en París, dirigiéndose a la Cumbre Global Zero para el desarme nuclear.

El prelado, miembro del Comité de Justicia y Paz de la conferencia de obispos de los Estados Unidos, señaló los siguientes pasos que los Estados Unidos (EEUU) deben dar para eliminar esas armas

El encuentro de tres días finalizó este jueves y reunió a doscientos líderes internacionales para desarrollar estrategias para eliminar las armas nucleares.

Monseñor O’Brien afirmó que la enseñanza moral de la Iglesia sobre las armas nucleares se basa en su compromiso para proteger la vida humana.

Destacó que “como Observador Permanente ante las Naciones Unidas, la Santa Sede ha ratificado al Tratado de No-Proliferación Nuclear y ha participado activamente en conferencias para examinar el tratado durante las pasadas cuatro décadas”.

El arzobispo afirmó que en el ámbito nacional, los obispos de los Estados Unidos han publicado cartas pastorales y comunicados públicos sobre la política nuclear del país, y están continuamente implicados en el diálogo con funcionarios públicos sobre esta cuestión.

“El riesgo real inherente a la guerra nuclear hace que las probabilidades de éxito sean difíciles de alcanzar”, dijo.

Trazando los principios de la enseñanza sobre la guerra, el arzobispo O’Brien explicó: “La guerra nuclear se rechaza en la enseñanza de la Iglesia porque no puede garantizar la inmunidad de los que no combaten”.

Además, continuó, “la destrucción y la radiación persistente violarían el principio de proporcionalidad”.

Mini bombas” nucleares

Para el arzobispo, “incluso el uso limitado de las llamadas “Mini bombas nucleares” podría reducir los límites a futuros usos y podría causar un daño indiscriminado y desproporcionado.

“Y la posesión continuada de armas nucleares socava los esfuerzos para la no proliferación y contribuye al peligro de que materiales nucleares perdidos caigan en manos de terroristas”.

“Cada sistema de armas nucleares y cada política sobre armas nucleares deberían ser ponderados por el objetivo último de proteger la vida humana y la dignidad, y por el objetivo, relacionado, de librar al mundo de esas armas en caminos mutuamente verificables”, afirmó.

El prelado pidió que cada país determine los siguientes pasos que hay que dar hacia este objetivo, señalando que “el camino al cero será largo y peligroso”.

“Para mi propia nación -dijo el prelado- esto requiere la exitosa negociación y ratificación de un comienzo del seguimiento del tratado con la Federación Rusa, la ratificación del Tratado Comprehensive Test Ban y la adopción de una postura nuclear que rechace al primer uso de armas nucleares y su uso contra amenazas no nucleares”.

“No será fácil -reconoció-. Las armas nucleares pueden ser desmanteladas, pero ni el conocimiento humano ni la capacidad técnica para construir armas se pueden borrar”.

El arzobiso O’Brien concluyó: “Pero la humanidad debe avanzar en este camino con cuidado y valentía para construir un futuro libre de amenaza nuclear”.

La iniciativa Global Cero fue lanzada en diciembre de 2008 para promover la eliminación de las armas nucleares. La cumbre de esta semana se organizó para preparar la Cumbre Mundial sobre Seguridad Nuclear, que se celebrará en abril, convocada por el presidente de los EEUU Barack Obama, y la Conferencia de Revisión del Tratado de No-Proliferación Nuclear, que tendrá lugar el mes que viene.

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El discurso completo del arzobispo O’Brien puede leerse, en inglés, en www.usccb.org/sdwp/international/global-zero-summit-2010-obrien.pdf

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ZENIT Staff

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