“El motu proprio del santo padre es un acto necesario. La constitución apostólica de Juan Pablo II no preveía lo que estamos viviendo ahora y por ello es necesario un documento que cambie o permita determinar las interpretaciones de lo que se exige en el documento de Juan Pablo II”.
Lo indicó el presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones, monseñor Claudio María Celli, huésped esta mañana del programa Prima di Tutto, de RAI Radio Uno. Monseñor Celli especificó que, para adaptar el final de un pontificado a una renuncia y no a la muerte de un pontífice, es necesario un documento papal, que cambie las reglas escritas, o sea un motu proprio. Esto también para cambiar la fecha del inicio del cónclave.
El documento deberá ser firmado por Benedicto XVI antes del 28 de febrero. Indicó que se espera una “multitud oceánica” para la audiencia del 27 de febrero, fecha para la cual seguramente ya se encontrarán todos los cardenales en Roma.
La actual constitución apostólica, la Universi Dominici Gregis, (Pastor de todo el rebaño del Señor), prevé que el nuevo papa sea elegido con dos tercios de los votos del Colegio de Cardenales.
Por ello cuando el 19 de abril de 2005, en la décima votación del cónclave, el cardenal Ratzinger fue elegido por los cardenales como el 265 pontífice, con exactamente dos tercios de los votos, fue necesario controlar las fichas de las preferencias, pues un cardenal no puede votar por sí mismo. Fue verificado que el cardenal Ratzinger no había votado por sí mismo y que por lo tanto contaba con el apoyo necesario.
Ayer el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi indicó que el papa estudiaba la posibilidad de un motu proprio, aunque él tenía la impresión que era más para armonizar el Ordo Rituum Conclavis con la constitución apostólica Universi Dominici Gregis.
El término motu proprio se traduce «siendo realizado por su iniciativa». Vale a decir que es un documento escrito por iniciativa del Papa.
