CARACAS, 29 enero 2003 (ZENIT.org ).- El presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) y arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Porras Cardozo, ha solicitado a los ciudadanos y al gobierno llegar a un acuerdo que ponga punto final al paro en el que está sumergido el país desde hace 59 días.
Así lo expresó el lunes al comenzar la 79º Asamblea ordinaria del organismo, en declaraciones a la prensa, manifestando su preocupación por la posibilidad de que el país caiga «en una anarquía o en un desgobierno mayor» que sólo traería «mayor violencia y situaciones indeseables».
En las palabras que pronunció durante la inauguración de la reunión de los obispos venezolanos, monseñor Porras subrayó la necesidad de llegar a la concertación social y rechazó la confrontación como vía de solución de la crisis.
«Un país con exclusión social no tiene salida –declaró–. Un proyecto de país, compartido, es necesario. Es inviable una solución a la crisis con la exclusión política. Hay que reconstruir, entre todos, al país, material y espiritualmente, ética e institucionalmente. Es una tarea de gigantes, pero no imposible».
Al hacer balance de la vida del país el año pasado, el prelado constató «la creciente conflictividad, una polarización angustiosa y un deterioro mayor de la vida institucional y del valor autónomo de los poderes públicos», así como «el deterioro económico sin parangón en nuestra historia».
Preocupados por la marcha del país y con vocación de servicio, la CEV fue publicando diferentes documentos –quince en total– en los que manifestó la urgencia del diálogo como actitud indispensable en la crisis, la búsqueda del concurso de todos los sectores sin exclusión alguna y la llamada a la responsabilidad.
También denunció la violación de los derechos humanos, la desinstitucionalización de algunos órganos policiales del país y la violencia y la descalificación como instrumentos de presión. Además se propuso la «Oración por Venezuela», «que tantas personas y comunidades rezan asiduamente», recordó monseñor Porras.
Sin embargo, «cuando las pasiones obnubilan la mente y paralizan el corazón, cuando el poder es absolutizado, convirtiéndolo en un ídolo ante el cual toda razón desaparece, es casi imposible escuchar con serenidad y apertura los llamados y recomendaciones que se hacen», advirtió el arzobispo de Mérida.
Según monseñor Porras, en todas estas intervenciones del episcopado «no ha habido otro interés que servir a las personas, a todo el pueblo, por la proclamación y defensa de los supremos valores de la vida, de la verdad, de la convivencia y del respeto entre los venezolanos».
El presidente de la CEV denunció además el ataque sistemático que sufre la Iglesia «como institución y en particular a su jerarquía» en estos momentos en Venezuela, además del «uso indiscriminado de los símbolos religiosos católicos».
«Se ha pretendido crear confusión y división entre los católicos exacerbando las críticas de supuestos o reales defectos de su dirigencia –continuó–. El criterio fundamental de valoración es lo político, la adhesión a un proyecto, crecientemente calificado de revolucionario. De allí se pretende inferir quién sería buen o mal católico».
A pesar de todo, monseñor Porras constató que «la credibilidad de la Iglesia como institución de referencia espiritual y ética, sigue siendo alta en la mayor parte de la población, signo de que el sentido eclesial y la sensatez de la gente son mayores de lo que algunos pretenden».
Finalmente, el presidente de la CEV quiso expresar su agradecimiento al Santo Padre –por su «cercanía y benevolencia»– y a las instancias de la Santa Sede «ante los múltiples requerimientos de la situación que hemos vivido durante estos años», y mencionó también con gratitud la dedicación y acompañamiento de monseñor André Dupuy, nuncio apostólico en Venezuela.
El mensaje íntegro del presidente de la CEV en la inauguración de la 79ª asamblea ordinaria del episcopado venezolano se puede consultar en la página de la Conferencia Episcopal de Venezuela .
