Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo (31 a 35)

Sacerdotes, seminaristas, formación bíblica, jóvenes, pastoral de la salud

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 4 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 31 a 35 de la última Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos –cuyo texto oficial está en latín–, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, presentadas al Papa Benedicto XVI.

El texto en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.

* * *

 

Proposición 31

Palabra de Dios y presbíteros

La Palabra de Dios es indispensable para formar el corazón de un buen pastor, ministro de la Palabra. A tal propósito, la Pastores dabo vobis recuerda: «El sacerdote debe ser el primer «creyente» de la Palabra, con la plena conciencia de que las palabras de su ministerio no son ‘suyas’, sino de Aquél que le ha enviado. De esta Palabra no es amo, es siervo. De esta Palabra no es único poseeedor: es deudor respecto al Pueblo de Dios» (Juan Pablo II, exhortación apostólica postsinodal Pastores Dabo Vobis, 26). Los sacerdotes y, en especial los párrocos, están llamados a nutrirse cada día de las Sagradas Escrituras y a comunicarlas con sabiduría y generosidad a los fieles confiados a sus cuidados.

Proposición 32

Formación de los candidatos al orden sagrado

Los candidatos al sacerdocio deben aprender a amar la Palabra de Dios. Sea por tanto la Escritura el alma de su formación teológica, subrayando la indispensable circularidad entre exégesis, teología, espiritualidad y misión. La formación de los sacerdotes debe por tanto incluir múltiples aproximaciones a la Escritura:

–La lectura orante, en especial la Lectio Divina, tanto personal como comunitaria, en el marco de una primera lectura de la Biblia. Hará falta proseguirla durante todo el itinerario de la formación, teniendo en cuenta lo que la Iglesia dispone en cuanto a procurar retiros y ejercicios espirituales en la educación de los seminaristas.

–Nutrirse con asiduidad de la Palabra de Dios, también a través de la riqueza del Oficio Divino.

–El descubrimiento de la exégesis en sus diversos métodos. Es necesario un estudio preciso y amplio de las reglas hermenéuticas para superar los riesgos de una interpretación arbitraria. Los métodos de la exégesis deben ser comprendidos de manera apropiada, con sus posibilidades y sus límites, permitiendo un entendimiento recto y fructífero de la Palabra de Dios.

–El conocimiento de la historia de lo que ha producido la lectura de las Escrituras en los Padres de la Iglesia, en los Santos, en los Doctores y en los Maestros de la espiritualidad hasta nosotros.

–La intensificación, durante los años del seminario, de la formación para la predicación, y la vigilancia sobre la formación permanente durante el ejercicio del ministerio, de modo que la homilía pueda interpelar a quienes escuchan (cf. Hechos 2, 37).

-Paralelamente a la formación en el seminario, se invitará a los futuros sacerdotes a participar en encuentros con grupos o asociaciones de laicos, reunidos en torno a la Palabra de Dios. Estos encuentros, mantenidos a lo largo de un lapso suficientemente largo, favorecerán en los futuros ministros la experiencia y el gusto de la escucha de lo que el Espíritu Santo suscita en los creyentes reunidos como Iglesia, ya sean pequeños o grandes. No hay que descuidar un estudio serio de la filosofía que llevará a evaluar con claridad los presupuestos y las implicaciones contenidas en las diversas hermenéuticas aplicadas al estudio de la Biblia (cf. Optatam totius, 15).

A este fin, se espera que en las facultades filosóficas se desarrolle y enseñe un pensamiento filosófico y cultural (arte y música) abierto a la trascendencia, de modo que los discípulos puedan escuchar y comprender mejor la Palabra de Dios, la única que puede colmar los deseos del corazón humano (cf. Fides et Ratio, 83).

Se espera una renovación de los programas académicos (cf. Juan Pablo II, constitución apostólica Sapientia Christiana) para que se manifieste mejor el estudio sistemático de la teología a la luz de la Sagrada Escritura.

Además, una revisión de los cursos en los seminarios y en las casas de formación deberá estar atenta a que la Palabra de Dios tenga el debido lugar en las diversas dimensiones de la formación.

Proposición 33

Formación bíblica de los cristianos

El amor a la Biblia es una gracia del Espíritu Santo que permea toda la vida del creyente. Hay por tanto que formar a los cristianos en el aprecio a este don de Dios: «Si conocieras el don de Dios…» (Juan 4, 10), dice el Señor.

Se espera por tanto que en cada región cultural se establezcan centros de formación para los laicos y para los misioneros de la Palabra, donde se aprenda a comprender, vivir y anunciar la Palabra de Dios. Además, según las diversas necesidades, se creen institutos especializados en estudios bíblicos para exegetas que tengan una sólida comprensión teológica y sensibilidad hacia los contextos de su misión Esto puede ser también realizado volviendo a examinar o reforzando las estructuras ya existentes, como los seminarios o las facultades.

Por último, es necesario ofrecer una adecuada formación en lenguas bíblicas a las personas que sean traductoras de la Biblia a las diversas lenguas modernas.

Proposición 34

Animación bíblica y jóvenes

Como Jesús invitó a un joven a seguirle, así la invitación debe ser propuesta de nuevo hoy a niños, muchachos, adolescentes y jóvenes para que puedan encontrar la respuesta a su búsqueda en la palabra del Señor. En la animación bíblica de la pastoral juvenil, se tendrá en cuenta la invitación de Benedicto XVI: «Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir familiaridad con la Biblia, a tenerla a mano para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir (Mensaje a la XXI Jornada Mundial de la Juventud, 9 abril 2006). Se espera que se presente la Escritura en sus implicaciones vocacionales de modo que ayude y oriente a muchos jóvenes en su decisión vocacional, incluso hasta la consagración total. Que la comunidad cristiana acoja, escuche y acompañe a las jóvenes generaciones con amor, de modo que sean iniciadas en el conocimiento de las Escrituras por educadores, verdaderos testigos apasionados de la Palabra de Dios. De este modo, también los jóvenes sean guiados a amar y a comunicar el Evangelio, sobre todo a sus coetáneos.

Proposición 35

Biblia y pastoral de la salud

Jesús, durante su vida cuidó y sanó a los enfermos y mostró en este servicio suyo un signo de la presencia del Reino de Dios (cf. Lc 7, 22). Las Escrituras siguen todavía hoy ofreciendo, a los enfermos y a todos aquellos que sufren, una palabra de consuelo y de ánimo, e incluso de curación espiritual y física. La oración de los Salmos alcanza en profundidad y da a cada uno las palabras mismas de Dios para expresar el propio sufrimiento, y también la propia esperanza. Los padres sinodales exhortan por tanto a cuantos se acercan a las personas afligidas por toda clase de mal a llevarles, humildemente pero con audacia, la Palabra vivificante del Señor Jesús tanto en la Escritura como en la Eucaristía. También hoy es indispensable que la Palabra de Dios inspire a toda la pastoral de la salud, llevando a los enfermos a descubrir a través de la fe, que su sufrimiento les hace capaces de participacipar en el sufrimiento redentor de Cristo (cf. 2 Cor 4, 8-11. 14).

Traducido del italiano
por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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