Propuesta palestina: Jerusalén podría someterse a soberanía internacional

Una vía de salida ante el bloqueo de las negociaciones de paz

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JERUSALEN, 6 sep (ZENIT.org).- Abua Alaa, presidente del Consejo legislativo palestino, una de las personalidades más implicadas en la negociación de paz, lanza desde la tribuna del Parlamento de Estrasburgo, una propuesta que parecería ser casi una provocación a Israel: si no logramos ponernos de acuerdo sobre la división de la soberanía de Jerusalén, que la ciudad sea entonces puesta bajo soberanía internacional.

La toma de posición es importante porque hasta ahora la parte palestina nunca había querido aceptar esta posibilidad. Los palestinos aceptarían así algo que rechazaron en 1948, cuando se constituyó el estado de Israel, y fue una de las causas de la guerra. Entonces la resolución 181 de la ONU preveía la creación de dos estados, uno judío y otro árabe y un «corpus separatus» para la municipalidad de Jerusalén, administrada por una comunidad internacional.

El hecho de que, a la luz de estos precedentes, Abu Alaa haya vuelto a proponer esta tesis, subrayando la importancia de que la ciudad permanezca unida y abierta al mundo –aceptando así lo que sostienen las Iglesias de la ciudad y la Santa Sede–, es muy significativo. Aunque ha dicho hablar en nombre personal, no habría nunca formulado esta posibilidad sin el acuerdo de Yasser Arafat, incluso porque cada vez más se abre camino la idea de una solución a la disputa de Jerusalén sobre la base de una fórmula de derecho internacional.

Se ha sabido que el mediador estadounidense Denis Ross ha preparado un proyecto de compromiso para los lugares santos del judaísmo y del islam que prevé la soberanía palestina sobre las dos mezquitas de Omar y El Aqsa y la israelí para el Muro de las Lamentaciones y el barrio judío. La explanada del monte Moriah sería en cambio puesta bajo «soberanía divina», es decir, las dos partes, reconociendo la «soberanía de Dios» sobre aquel lugar sagrado para las grandes religiones monoteístas, se pondrían de acuerdo en no reivindicar la soberanía, aunque sin renunciar a ella; y estarían de acuerdo en compartir poderes y el ejercicio de responsabilidades. Aceptarían así un régimen como el que, desde 1959, regula en la Antártida la convivencia entre diversos estados.

Este compromiso sería propuesto –según ha revelado ayer la radio israelí– en las próximas horas por el presidente Clinton que se entrevistará en Nueva York, al margen de la Asamblea General de la ONU, con el primer ministro Barak y el presidente palestino Arafat.

La reacción de Avraham Burg, presidente de la Knesset, ha sido positiva: «Es un enfoque alentador que merece ser examinado». Por su parte, monseñor Kamal Hanna Bathish, auxiliar del patriarca de Jerusalén, que ayer se encontraba en Italia, declaró: «Jerusalén no debe ser la capital de ningún estado sino la capital espiritual de Dios. Debe ser una ciudad con estatuto especial garantizado por las Naciones Unidas».

A pesar de todos estos grandes esfuerzos diplomáticos no se puede dar por descontado que el acuerdo esté cercano. Ehud Barak, que está manteniendo una serie de entrevistas con muchos jefes de Gobierno y de Estado, sostiene de hecho que le parece todavía muy lejano un entendimiento con los palestinos.

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ZENIT Staff

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