Propuestas del Vaticano a la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información

Intervención ante el Comité Preparatorio reunido en Ginebra

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GINEBRA, 3 julio 2002 (ZENIT.org).-Publicamos a continuación la intervención del arzobispo Diarmuid Martin, observador permanente de la Santa Sede ante la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, pronunciada en la Primera Sesión del Comité Preparatorio de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, que se celebra entre el 1 y el 5 de julio en esa ciudad.

La Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información tendrá lugar en dos fases: la primera se celebrará entre el 10 y el 12 de diciembre de 2003 en Ginebra (Suiza); la segunda en el año 2005 en Túnez (Túnez).

En las realidades sociales y económicas de nuestro mundo contemporáneo, el acceso al conocimiento es un elemento clave para un camino acelerado hacia el desarrollo. La Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información está llamada a consolidar una columna fundamental de la arquitectura del desarrollo global.

La tecnología de la comunicación ha permitido que el proceso de globalización avance rápidamente. Ahora debemos asegurarnos de que permita avanzar a este proceso de globalización con justicia. La comunicación tecnológica debe ser orientada para que desempeñe un papel central a la hora de asegurar que la globalización lleve a una genuina integración e inclusión.

Juan Pablo II ha subrayado que muchas personas, quizá la mayoría hoy en día, «No tienen la posibilidad de adquirir los conocimientos básicos que les ayuden a expresar su creatividad y desarrollar sus capacidades. No consiguen entrar en la red de conocimientos y de intercomunicaciones que les permitiría ver apreciadas y utilizadas sus cualidades. Ellos, aunque propiamente no explotados, son marginados ampliamente y el desarrollo económico se realiza, por así decirlo, por encima de su alcance, limitando incluso los espacios ya reducidos de sus antiguas economías de subsistencia» (Juan Pablo II, encíclica «Centesimus Annus», n.33).

La Conferencia Mundial debe ser el resultado orientado de un proceso: un proceso que presenta metas realistas para asegurar el acceso duradero al conocimiento para los países pobres, y para asegurar que este conocimiento sea efectivamente utilizado al servicio del bien común.
Para que pueda ser el resultado orientado de un proceso, la Cumbre debe identificar de manera atenta ante todo los factores que más han impedido la inclusión e integración en la revolución de las comunicaciones. Luego, tendrá que identificar un programa con pasos concretos para revertir esta exclusión. Debe proponerse una nueva alianza de colaboración para asegurar la financiación de este programa. Debe establecer mecanismos para garantizar la realización y para verificar la aplicación de este programa.

Si los beneficios de la tecnología de la comunicación tienen que ponerse al servicio de la creatividad de todos, especialmente de aquellas personas que viven en áreas particularmente necesitadas, entonces la cuestión de las infraestructuras requerirá una especial atención e inversión. Al presentar un programa global, la Cumbre Mundial debe ser particularmente sensible a asegurar que las necesidades especificas de los países en vías de desarrollo no sean descuidadas. Esto requerirá, por ejemplo, identificar las tecnologías adecuadas a la situación particular de los países en vías de desarrollo o ayudar a esos países a superar tecnologías intermedias.

Una intensa atención a la infraestructura debe estar acompañada, también, por la inversión en capacidad humana, en la liberación de la creatividad de la gente que ha sido bloqueada por una carencia de accesos. La Cumbre Mundial debe alinearse con mucho cuidado en los objetivos de desarrollo internacional establecidos, en especial en lo que se refiere a educación. La tecnología de la comunicación puede ser crucial para acceder a la educación y para mejorar su calidad.

Una comunicación y un acceso al conocimiento libres y abiertos son en sí mismos instrumentos poderosos para promover la integración y reforzar la capacidad personal. La comunicación abierta promueve la libertad en la sociedad global. Difunde conocimiento que, a su vez, promueve creatividad y capacidad para escoger. La comunicación honesta y abierta es una columna esencial del funcionamiento de la democracia. Forma parte del núcleo ético de una auténtica economía de mercado.

La Cumbre debería examinar aquellos factores que impiden o distorsionan una comunicación honesta y abierta. La distorsión de la comunicación –a través de fenómenos sutiles, como el «giro» — realizada por poderosos agentes económicos, o incluso por el mismo gobierno, socava la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Mecanismos apropiados transparentes, legales y antimonopolistas, son tan importantes en el área de las comunicaciones como en otros sectores de la economía.

Por encima de todo, el conocimiento debería estar al alcance del bien de toda la comunidad humana. Este principio se aplica en particular al conocimiento que se requiere para afrontar urgentes necesidades humanas, especialmente las concernientes a la salud. Cuando hablamos de conocimiento necesario para la supervivencia de las personas, las razones del lucro deben ser siempre mitigadas por la preocupación por el bien común.

La Cumbre, de todos modos, debe tener cuidado para no crear un nuevo antagonismo entre gobiernos, así como entre el sector privado y la sociedad civil. Es más importante establecer nuevas alanzas: nuevas alianzas de responsabilidad. El buen gobierno no es una fórmula mágica impuesta desde lo alto. No puede convertirse en una ideología. El buen gobierno en el sector de las comunicaciones debe ser el resultado orientado de un proceso. Implica poner en acto aquellas estructuras que faciliten la participación y la solidaridad en el servicio del bien común, y que permitan a todas las personas realizarse completamente, así como realizar sus capacidades.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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