«Putin me ha decepcionado», dice el arzobispo de Moscú

Tadeusz Kondrusiewicz recibió el Palio el sábado en San Pedro

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CIUDAD DEL VATICANO, 2 julio 2002 (ZENIT.org-Avvenire).- Entre los veintiocho
arzobispos metropolitanos que el sábado recibieron en el Vaticano, de manos
de Juan Pablo II, el «Sagrado Palio», estaba Tadeusz Kondrusiewicz,
metropolitano de Moscú. Su presencia en Roma hace recordar inmediatamente
los obstáculos y las tensiones que los católicos de la ex URSS afrontan
todavía hoy.

Por ello, la entrega del Palio, explica Kondrusiewicz, es para los creyentes
de aquellas regiones un gesto que gratifica a toda «la Iglesia Católica en
Rusia con su larga y dolorosa historia, incluido el Gólgota del siglo XX». A
pesar de esto, según el prelado, no faltan «signos» positivos, fruto del
sacrificio de los mártires y de tantos testigos fieles del Evangelio.

Sufrimientos que parecen resurgir en el caso del obispo polaco Jerzy Mazur,
titular de la diócesis de Irkutsk, en Siberia, a quien se le ha retirado el
visado de entrada, impidiéndole reunirse con su comunidad, como había
sucedido algunas semanas antes con el padre Stefano Caprio, también
misionero en la ex URSS. Ambas medidas se adoptaron tras la institución de
cuatro diócesis católicas en Rusia, con la consiguiente protesta de la
cúpula de la Iglesia Ortodoxa.

«La falta de respuesta del presidente Putin a la carta del Santo Padre –
comenta Kondrusiewicz refiriéndose a la misiva firmada por el Papa el pasado
8 de mayo –, en la que se pedía una intervención a favor de Mazur para que
pudiera volver a su diócesis, me ha desilusionado mucho, también como
ciudadano ruso».

Por esta razón, añade, «espero que mi Presidente, por el que rezo, se dé
cuenta de que el Pontífice es también jefe de un Estado», y como tal tendría
por lo menos derecho a una explicación. Un asunto para el que «espero se
pueda encontrar una solución en breve tiempo».

Durante su ministerio en la diócesis de Moscú, Kondrusiewicz ha podido
entrevistarse con «algunos obispos y sacerdotes ortodoxos que han expresado
su viva preocupación por esta expulsión, dado que se trata de un conflicto
entre las dos Iglesias que representan al mundo cristiano».

De todos modos, explica el metropolitano de Moscú, incluso las autoridades
estatales muestran ahora solicitud «por la solución de este caso». De ahí la
convicción «de poder ver con confianza lo que sucederá en Rusia, donde la
verdadera amenaza – subraya el arzobispo — proviene de las fuerzas
nacionalistas extremistas». Y esto porque también «por parte ortodoxa hay
cada vez más conciencia de la necesidad de resolver conjuntamente las
cuestiones que nos dividen, empezando por las acusaciones de proselitismo
que nos lanzan, hasta las interpretaciones de tipo teológico».

El optimismo expresado por monseñor Kondrusiewicz no es sin embargo fruto de
una esperanza lejana; se basa en el eco de la última visita del Papa a
Azerbaiyán y Bulgaria.

Los representantes de las Iglesias ortodoxas en ambos países han descrito a
Juan Pablo II como «símbolo de nuestros tiempos». Por lo demás, el Papa
considera a la ortodoxa como una «Iglesia hermana». Por ello, Tadeusz
Kondrusiewicz subraya el gran deseo, suyo y de todos los fieles, de «que el
Papa pueda ir pronto a Rusia». Y en la espera, «cada domingo en todas
nuestras parroquias se reza el rosario».

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ZENIT Staff

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