¿Quién protege a los cristianos?, pregunta un sacerdote desde Irak

Desde las mezquitas se atizan los ataques contra cristianos

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MOSUL, viernes, 15 octubre 2004 (ZENIT.org).- El órgano informativo misionero del Vaticano –«Fides»– está alertando esta semana de la «cacería» desatada en Irak contra los cristianos y se hace portavoz de un llamamiento a la comunidad internacional para evitar una verdadera «matanza».

Desde Mosul, en el norte de Irak, ha denunciado la situación el padre Nizar Semaan, quien reconoce el miedo que existe «entre los cristianos, que son amenazados por los grupos radicales que actúan a plena luz del día» en la ciudad «y nadie es capaz de detenerlos».

Se trata de «movimientos» que «están destruyendo la sociedad y la convivencia pacífica entre los cristianos y musulmanes», explica el sacerdote católico sirio a la agencia de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

De acuerdo con el padre Semaan, «en las últimas semanas grupos sunitas –«wahabitas» [de una secta fundamentalista del Islam, iniciada por Mohamed Ibnd Abdul Wuahab en Arabia Central, que interpreta el Corán en forma muy literal. Uno de sus seguidores es Osama bin Laden. Ndr.]– han amenazado en Mosul a los sacerdotes, religiosos dominicos y a toda la población cristiana ordenándoles que abandonen la ciudad y todas sus posesiones».

«Los pocos cristianos que quieren vender sus negocios en Mosul no logran encontrar compradores porque el Imán declaró en el sermón de viernes: «No compréis nada a los infieles (los cristianos) porque mañana tendrán que dejar la ciudad a la fuerza y podremos tomar gratuitamente todo lo que tienen», denuncia.

Mientras, «en las calles no se pueden soportar más las ofensas y los comportamientos de los extremistas, sobre todo con las jóvenes cristianas –lamenta–. Las estudiantes universitarias son obligadas a usar el velo para poder entrar en la universidad».

La situación representa «un verdadero drama para los cristianos, y todos se preguntan: ¿quién nos protege? –admite el sacerdote católico–. Si nos dirigimos a los americanos somos acusados de ser colaboracionistas y traidores y por tanto merecedores de la muerte; si acudimos a los kurdos y les pedimos su protección nos acusan de trabajar contra la unidad de Irak».

Con todo, «muchos musulmanes de Mosul, hombres de buena voluntad, son contrarios a estas amenazas, pero tienen demasiado miedo a denunciarlo –añade–. El alcalde de la ciudad ha advertido a estos grupos que dejen de atacar a los cristianos; se espera que se haga algo antes de que se pierda el control de la situación».

Por su parte, «diversos cristianos, incluso personas acomodadas de Bagdad, están abandonando sus ciudades para ir a Siria o Jordania, o bien al norte, donde encuentran la protección de los kurdos», confirma el padre Semaan.

De hecho, «muchos médicos, ingenieros y profesores universitarios han dejado Irak a causa de las amenazas recibidas –constata–. Los que han decidido quedarse se ven sometidos a chantajes continuos: si quieren permanecer con vida tienen que pagar fuertes sumas».

Esto también manifiesta «una guerra abierta contra las personas de talento y contra los que trabajan por mejorar la situación del país», pues en opinión del sacerdote «éste es el objetivo de los extremistas: vaciar Irak de las personas de cultura y empresarios para conseguir que queden solo los terroristas en el terreno. Así Irak es entregado a los ignorantes y a grupos radicales islámicos».

«No sólo en las grandes ciudades, sino también en las pequeñas aldeas en las que los cristianos constituyen la mayor parte de los habitantes existe el mismo problema de seguridad –subraya el sacerdote sirio–. Estas aldeas están rodeadas por pequeños centros musulmanes donde la gente está armada “hasta los dientes” porque han recuperado el armamento del ejército de Saddam».

Una religiosa iraquí –en el anonimato por razones de seguridad— denuncia también la «pesadilla que viven los cristianos» «de ser atacados inesperadamente en sus casas, secuestrados y matados por grupos de terroristas radicales islámicos».

Éstos «irrumpen en las casas de los cristianos, toman a quien quieren, secuestran y matan. Y la responsabilidad también es de algunos Imanes que lo fomentan, diciendo en las mezquitas que matar a un cristiano no es un crimen ni se tiene culpa ante Dios», denuncia ante «Fides».

En Mosul, antes «una ciudad muy tranquila», «ahora se ha hecho imposible la vida para nosotros» –reconoce la religiosa–; «se está realizando una verdadera caza al hombre y la vida se ha transformado para las familias cristianas en una pesadilla».

«Las familias son amenazadas y están aterrorizadas –describe–. Todo es un caos y los cristianos son quienes sufren las consecuencias, porque no se vengan: son gente pacífica que no tiene armas».

De acuerdo con la religiosa, hay ausencia completa de «policía y autoridades civiles para gobernar esta situación de anarquía».

«Muchos miembros de estas milicias integristas son conocidos, pero nadie hace nada. E incluso nuestros amigos musulmanes, nuestros vecinos, gente pacífica, se encuentran en la impotencia y no pueden hacer nada. Desde nuestra pequeñez sólo podemos rezar», admite.

«¿Cuánto tiempo permanecerán así los cristianos esperando la muerte? –exclama el padre Nizar Semaan– Quisiera pedir a la sociedad civil internacional y a toda la gente de buena voluntad que intervengan para evitar una verdadera matanza: no tenemos que esperar un nuevo Darfur».

«Tenemos que actuar, y deprisa; el mundo tiene que entender nuestro sufrimiento. Queremos estar en esta tierra. Si los cristianos dejaran Irak, ¿cuál será el futuro de esta nación? –alerta–. Seguramente un futuro negro, pues la presencia de los cristianos aquí constituye realmente una sólida contribución para construir la democracia».

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ZENIT Staff

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