¿Quién quiere más Bill Clinton?

I segni per una vittoria del candidato democratico, Al Gore, nella corsa alla Casa Bianca, erano favorevoli: l´economia USA va bene e soprattutto, nel campo repubblicano manca la coesione. Ma la marea cambia: nei sondaggi, il candidato repubblicano, George W. Bush, ha recuperato. Il problema di Gore, scrive il quotidiano ABC, è che la sua popolarità è legata alla personalità di Bill Clinton, più che al suo lavoro.

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RAMÓN PÉREZ-MAURA. Todos los indicadores escrutables predecían hace dos meses que Al Gore ganaría las presidenciales del próximo noviembre sin problema. Los factores que más influyen en unas presidenciales le favorecen: la unidad de su partido frente a la división de los republicanos en las primarias, la falta de un tercer candidato que siempre beneficia al partido en el Poder, la buena marcha de la economía norteamericana, «It´s the economy, stupid», y la ausencia de crisis exteriores. Y sin embargo el horizonte de los demócratas se presenta tormentoso.

Las encuestas coinciden en señalar que en la actualidad Bush aventaja en los sondeos de opinión a Gore tanto en las cifras globales -las únicas que
verdaderamente cuentan- como en sectores sociales significativos -los que
te aclaran cuán seria es tu adversidad-. Así, en este momento Bush adelanta
a Gore entre los católicos, los independientes y en el noreste del país,
tres sectores sin cualquiera de los cuales su victoria parece imposible
según las leyes electorales en vigor. Pero lo más curioso es que para la
mayoría de estos votantes, aunque comparten sólidamente con el
vicepresidente sus puntos de vista, consideran que Gore carece de capacidad
de liderazgo y por un margen de 2 a 1 creen que perderá en noviembre.

Los seguidores de Gore piensan que su mejor esperanza ahora es abanderar un
supuesto sentimiento popular favorable a un tercer mandato clintoniano.
Whishful thinking. Eso sólo le ha valido a dos vicepresidentes en la
historia de esa república para alzarse con la victoria. En el siglo pasado,
Martin van Buren, y en éste, George Bush. Van Buren ganó porque el país en
verdad quería un tercer mandato para su predecesor, Andrew Jackson, y Van
Buren era relativamente nuevo por haber sido su vicepresidente durante un
solo mandato. Y Bush ganó por un afán similar de prolongar la Presidencia
de Reagan y gracias a la ineptitud política del rival escogido por los
demócratas: aquel gobernador de Massachussetts llamado Michael Dukakis que
ni siquiera logró el respaldo unánime de la inmigración griega.

El vicepresidente Gore empieza a notar el acoso de su rival. La
catastrófica campaña de primarias republicanas empieza a desdibujarse en la
memoria y resurge una pauta de los últimos ocho años: la popularidad de
Gore está vinculada a la de la personalidad de Clinton más que a la de su
labor. ¿A qué estadista le gustaría ser identificado con Clinton el hombre
en lugar de Clinton el político?

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ZENIT Staff

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