R. D. Congo: Se suspenden los combates en Kisangani

Días antes el Papa había exigido el alto al fuego

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KISANGANI, 13 junio (ZENIT.org).- Las armas callan en Kisangani y millares de personas que habían huido durante los feroces combates de la semana pasada están volviendo a casa. Según el jefe de la misión de la ONU son 50.000 los prófugos que vuelven. Las estimaciones de la Cruz Roja registran la muerte de al menos 150 civiles y cuentan más de mil heridos. Sin embargo, el balance todavía es provisorio.

En estas horas, los superiores generales de los misioneros combonianos han informado que el padre Ngumba Lelo Joseph, de 33 años, aunque está herido, no ha sido asesinado, como algunas fuentes de información temían. En cuanto sea posible, será operado. El padre Ngumba había desaparecido en días pasados tras los violentos enfrentamientos que tenían lugar en Kisangani (ciudad al nordeste del antiguo Zaire).

Ante la dramática situación de Kisangani, el Papa lanzó el domingo pasado un llamamiento: «Mi pensamiento –dijo Juan Pablo II– va ahora a Africa: una vez más el corazón de Africa sangra. En estos últimos días, las pobalciones de la ciudad de Kisangani, en la República Democrática del Congo, han sido tomadas como rehenes por la violencia de las poblaciones armadas, en lucha entre ellas. Tampoco las instituciones de la Iglesia han sido respetadas. Hay centenares de muertos y heridos. Apelo a la responsabilidad y a la sensibilidad de las autoridades políticas y militares, y pido a Dios que haga resonar en ellas la voz de la conciencia: Africa y la República Democrática del Congo, en especial, tienen necesidad de reconciliación y de paz».

En la ciudad congoleña de Kisangani la situación humanitaria es «catastrófica», especialmente en algunos barrios como Limo Thsopo. Falta agua, comida y medicinas, y muchas personas se han quedado sin techo.

También los misioneros dehonianos han lanzado un llamamiento para denunciar el «horrible genocidio» pidiendo «la inmediata intervención de la ONU, de Estados Unidos, de Bélgica y de todos aquellos países que pueden hacer algo y que, en cambio, contemplan pasivamente lo que está sucediendo».

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ZENIT Staff

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