Ratzinger: La Iglesia, instrumento de unidad con Dios y entre los hombres

Al recibir el pésame por la muerte del Papa del Cuerpo Diplomático

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 abril 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha hecho percibir al mundo que la Iglesia es instrumento de unidad con Dios y de unidad entre el género humano, afirmó el cardenal Joseph Ratzinger este miércoles al recibir el pésame del Cuerpo Diplomático.

Las condolencias fueron presentadas a todos los cardenales por los embajadores de los 172 países que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, así como por los representantes de la Federación Rusa, de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y de la Soberana Orden de Malta.

«Juan Pablo II ha guiado a la Iglesia durante más de 26 años, haciendo percibir que ella es, como recordaba el Concilio Vaticano II, al mismo tiempo signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano», constató el decano del Colegio cardenalicio.

El Papa Karol Wojtyla, añadió, «la ha introducido en el tercer milenio, invitando a los cristianos a llevar a Cristo al mundo e invitando a todos los hombres de buena voluntad a un nuevo empuje de bondad, paz y solidaridad».

«Ha abierto el corazón de los hombres, y en particular de los jóvenes, al mensaje de la Buena Nueva», subrayó.

En particular, el purpurado alemán, en su discurso pronunciado en francés, subrayó la acción internacional promovida por el obispo de Roma a favor de «soluciones pacíficas» y del «diálogo».

«¿Cuántas veces ha invitado a los dirigentes de las naciones a una atención cada vez más concreta por los pueblos que les han sido encomendados, en particular, por los más débiles, los más pequeños, los más pobres?», preguntó.

«¿Cuántas veces no ha recordado la grandeza de la vida humana?», siguió recordando.

«Estas exhortaciones siguen resonando hoy como un compromiso a favor de la persona humana, de toda la persona humana», reconoció.

Son «un llamamiento», concluyó, «a ponernos cada vez más al servicio de la paz y de la solidaridad entre todas las personas y pueblos, al servicios de los hombres de todos los continentes, para que surja una humanidad reconciliada».

En nombre de los embajadores tomó la palabra el embajador de la República de San Marino ante la Santa Sede, Giovanni Galassi, decano del Cuerpo Diplomático acreditado en el Vaticano, quien destacó algunas de las contribuciones centrales del pontificado de Juan Pablo II.

«A lo largo de todo su pontificado –aseguró–, ha considerado al hombre en su globalidad, en sus aspectos temporales y trascendentes, con el objetivo de promover una nueva civilización, más real y más duradera: la civilización del amor».

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ZENIT Staff

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