Reconciliación, mensaje central del Papa a Bosnia y Herzegovina

Pide perdón por las culpas de los hijos de la Iglesia católica

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BANJA LUKA, 22 junio 2003 (ZENIT.org).- Convencido de que sólo la reconciliación puede garantizar un futuro a Bosnia-Herzegovina, Juan Pablo II pidió este domingo perdón por las culpas cometidas por los hijos de la Iglesia católica en el país.

La declaración del pontífice, que ha tenido una enorme repercusión en este país desangrado por la guerra que vivió entre 1992 y 1995, resonó en el momento central de su visita apostólica de algo más de diez horas de duración, la misa en la que beatificó al joven Ivan Merz (1896-1928), nacido en Banja Luka.

«Desde esta ciudad, marcada en el curso de la historia por tanto sufrimiento y sangre, pido al Señor omnipotente que tenga misericordia de las culpas cometidas contra el hombre, su dignidad y su libertad, también por los hijos de la Iglesia católica, e infunda en todos el deseo del perdón recíproco», afirmó el Santo Padre.

«Sólo en un clima de auténtica reconciliación la memoria de tantas víctimas inocentes y su sacrificio no serán vanos y nos alentarán a construir relaciones nuevas de fraternidad y comprensión», añadió.

La celebración eucarística, en la que el número de los peregrinos superó las previsiones (algo más de 50.000), se celebró junto al monasterio de la Santísima Trinidad en Banja Luka, que fue violado en 1995, al final de la guerra devastadora que dejó al menos 250.000 muertos y provocó 1,8 millones de refugiados.

Durante la homilía, el Papa envió un saludo fraterno al patriarca Pavle de Belgrado, cabeza de la Iglesia ortodoxa serbia, así como a los miembros de la comunidad judía e islámica.

Poco antes, tras aterrizar en el aeropuerto de Banja Luka, el obispo de Roma también había centrado su discurso en la reconciliación, que como dijo, requiere «una auténtica purificación de la memoria a través del perdón recíproco».

«En lo profundo del corazón se encuentra la raíz de todo bien y, por desgracia, de todo mal –afirmó–. Es ahí donde tiene que tener lugar el cambio, gracias al cual será posible renovar el tejido social e instaurar relaciones humanas abiertas a la colaboración entre las fuerzas vivas del país».

Ahora bien, la visita apostólica número 101 de este pontificado buscó sobre todo perfilar un futuro realista para los Balcanes, península que ya había visitado ofreciendo este mismo mensaje en Croacia, del 5 al 9 de junio.

Por este motivo, el sucesor de Pedro se dirigió de manera particular a los jóvenes, a quienes propuso el ejemplo de Ivan Merz, quien entregó su vida a la educación de la juventud y a la promoción del amor a la Eucaristía.

«Me dirijo a cada uno de vosotros para invitaros a que no os echéis atrás, a que no cedáis a la tentación del desaliento, y a que multipliquéis las iniciativas de manera que Bosnia y Herzegovina vuelva a ser tierra de reconciliación, de encuentro y de paz», les dijo durante la homilía de la misa de beatificación.

«No busquéis en otro lugar una vida más cómoda, no huyáis de vuestras responsabilidades esperando que otros resuelvan los problemas, poned más bien remedio al mal con la fuerza del bien», añadió.

Según datos de la iglesia local, el 70% de los jóvenes quiere marcharse del país para huir de la grave crisis económica que padece. El desempleo afecta al 43% de la población y al 81% de los jóvenes.

Por este motivo, el Papa había concluido su discurso en la ceremonia de bienvenida haciendo un llamamiento a que la Unión Europea acoja a Bosnia-Herzegovina en su seno para crear «un contexto de prosperidad, de libertad y de paz».

La visita del Santo Padre ha tenido lugar en medio de intensas medidas de seguridad, con un importante despliegue policial y con todos los bares de Banja Luka cerrados como medida de precaución.

El viaje culminó con su encuentro con el Consejo Interreligioso de Bosnia y Herzegovina, compuesto por el metropolitano ortodoxo de Sarajevo, por el arzobispo católico de Sarajevo, por el gran raís de la comunidad musulmana, y por el presidente de la comunidad judía, en el obispado de Banja Luka.

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ZENIT Staff

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