Reconocimiento vaticano a las células parroquiales de evangelización

Se remitirá el decreto pontificio el 29 de mayo

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ROMA, jueves, 28 mayo 2009 (ZENIT.org).- El Consejo Pontificio para los Laicos ha decidido proceder al reconocimiento del sistema de células parroquiales de evangelización introducidas en Europa, en Milán, hace poco más de veinte años (1988) y en gran expansión hoy en el mundo.

El Consejo vaticano pidió al sacerdote Pigi Perini, presidente del organismo internacional de las células parroquiales de evangelización, asegurar la perennidad de este método de evangelización y el decreto de reconocimiento será remitido oficialmente este 29 de mayo. Este reconocimiento no es el reconocimiento de un movimiento sino el reconocimiento de un servicio.

Cada año, desde hace veinte años, se organiza en Milán un seminario internacional de presentación del sistema de las células parroquiales de evangelización. Este año tendrá lugar del 3 al 7 de junio.

ZENIT ha conversado con el padre Arnaud Adrien, responsable francófono de las células parroquiales de evangelización, sobre el origen de este método.
 
«Hay un gran impulso de evangelización en todo el mundo que toca a todas las confesiones –explica el padre Adrien–. Especialmente toda la corriente evangélica, que es extremadamente misionera. En Corea, con un pastor que se llama Paul Yonggi Cho, nació una fórmula, un método de evangelización, las células de casa. Un sacerdote estadounidense, el padre Michael Eivers, de alguna manera ‘catolicizó’ el método y, con éxito, lo importó a su parroquia».
 
«En 1987 -añade–, el padre Pigi, párroco de San Eustorgio en Milán, fue a ver, por el consejo de amigos, esta parroquia: una parroquia inflamada, con fuego, y se convirtió a ello radicalmente. Organizo sesiones de formación que tuvieron un impacto en el mundo entero. El Consejo Pontificio para los Laicos se dio cuenta de que este método irrigaba bien a las parroquias de los cinco continentes y propuso al padre Pigi crear un organismo internacional para que después de él esta gracia pueda seguir sirviendo a la Iglesia».

El padre Adrien atribuye el éxito de estas células «a la necesidad de tener un método para traducir a hechos este deseo de evangelización que Juan Pablo II imprimió a la Iglesia. Partiendo de la Evangelii nuntiandi de Pablo VI, toda una corriente de evangelización irrigó a la Iglesia. Y para los párrocos que no tienen un nuevo movimiento para apoyarles, las células se convierten en una posibilidad de transformar la pastoral ordinaria en pastoral misionera, y es esto lo que atrae precisamente del método de las células: la posibilidad de continuar la pastoral ordinaria haciendo una pastoral misionera».

El padre Adrien explica en qué consiste concretamente: «Es un método muy simple que no exige tener capacidades enormes. De hecho, el párroco forma su parroquia para la evangelización. Utilizando el texto de la Evangelli nuntiandi, tomando tiempo para estudiar y dar así una conciencia misionera a todos. Juan Pablo II decía: ‘Toda comunidad cristiana que no es misionera no es ni siquiera una comunidad cristiana'».

Por tanto, añade el padre Adrien, «el párroco debe infundir en el espíritu de sus parroquianos este deseo de evangelización que forma parte de nuestra gracia bautismal. Invitará a cada parroquiano a formar parte de una pequeña fraternidad. La llamará célula. ¿Por qué? Porque las células de un cuerpo que crece, se hacen complejas, se mutliplican y permiten el crecimiento del cuerpo. Por tanto los invitará a constituir células de una decena de personas. Formará a los líderes que formarán a sus  co-líderes. Cada parroquiano será llamado a servir a la gente de su entorno. Esto se llama en término técnico el oïkos, es decir la gente que está en nuestro entorno, parientes, amigos, colegas de trabajo. Asumirá respecto a ellos la actitud de servicio que Jesús tuvo para lavar los pies a sus discípulos. Les invitará a venir a la célula y cuando esta sea muy grande, se multiplicará. Como ve es muy simple».

De esta manera, indica el padre Adrien «el cuerpo de la parroquia puede crecer y llegar a los no practicantes. Porque las células están hechas verdaderamente por los no practicantes, por aquellos que están lejos de la Iglesia. Es un método muy simple. Quiero insistir en esto porque cada sacerdote puede decir: ‘es un buen método para mi parroquia'».

¿Cómo puede ayudar este método a despertar a las parroquias, a llenar las iglesias?. «Devolviendo una conciencia misionera a cada parroquiano –afirma el padre Adrien–.  Es lo previo. Esto no es muy difícil porque hoy los cristianos sienten que hace falta despertarse y evangelizar, si no serán otros los que tocarán a quienes buscan un sentido a su vida. Cuando un párroco se moviliza verdaderamente, los parroquianos le siguen con gusto».

El padre Adrien constató con sorpresa, cuando era párroco en Sanary-sur-Mer en Francia, «que la gente venía más, empezaba a volver a la Iglesia, y la iglesia se llenaba. Tenía un número creciente de participantes en la misa cada semana. Y este método permite incluso resolver ciertas tensiones muy fuertes en este momento en la Iglesia, como por ejemplo la cuestión de los divorciados vueltos a casar. Gracias a la existencia de una comunidad fraterna construida por células, yo veía con alegría y sorpresa a los divorciados vueltos a casar venir a la misa incluso en de la semana, sin comulgar sacramentalmente pero comulgando realmente, de modo diferente».

El padre Adrien explica que este reconocimiento de la Iglesia tendrá un impacto externo e interno. «Externo, quiere decir que los que contestaban la validez del método, a causa de sus orígenes evangélicos ya no pueden hacerlo. De hecho, Roma reconoce la justeza del método y le da una etiqueta de catolicidad incontestable. Por tanto, ese temor cae. Esto es muy importante».

«Interiormente –añade–, nos abrirá necesariamente al mundo entero. Porque Roma afirma que es un método útil para la Iglesia universal, no nos podemos ocupar sólo de nuestra parroquia. El Concilio Vaticano II, en Presbyterum ordinis, dice que cada sacerdote debe tener el cuidado de todas las Iglesias. No es sólo el cuidado de los obispos. Es deber de todo sacerdote asumir, como Pablo, el cuidado de todas las Iglesias. Es necesario por tanto que cada párroco comprenda que tiene una responsabilidad frente a otras parroquias y otros países. Este reconocimiento de la Iglesia nos envía. Recibimos un mandato para proponer a las Iglesias locales que lo deseen esta forma de evangelización».

Para saber más de las células de evangelización en Francia: http://cellules-evangelisation.org

Traducido y adaptado del francés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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