Reino Unido: La Iglesia incide en la atención a los moribundos

En el Día por la vida, que Inglaterra y Gales celebran este domingo

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LONDRES, jueves 22 de julio de 2010 (ZENIT.org).- En el Día por la Vida, que Inglaterra y Gales celebran este domingo, la Iglesia incidirá en la atención a los moribundos.

La jornada lleva como lema Lord, for your faithful people, life is changed, not ended (Señor, para tus fieles la vida se transforma, no termina, n.d.r.), informa la web www.dayforlife.org.

El 25 de julio se destacará la importancia del sacramento de la unción de enfermos, de la oración por los fallecidos y del acompañamiento a los moribundos en su viaje hacia Dios.

También se incidirá en la presencia consoladora y el apoyo de la comunidad de fe y de todos los que “nos han precedido en el signo de la fe”.

Las conferencias episcopales de Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales trabajan unidas para celebrar esta jornada, que en Escocia se celebró el 31 de mayo y en Irlanda se celebrará el 3 de octubre.

Iniciada por Juan Pablo II, este día celebra la dignidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.

En las parroquias, el último domingo del mes de julio se realiza cada año una colecta para actividades relacionadas con la vida apoyadas por la Iglesia.

El dinero recogido sirve para financiar, entre otras iniciativas, el centro de asesoramiento y psicoterapia City Pregnancy Counselling Psychotherapy, la atención a la infertilidad, la investigación ética con células madre, la distribución en las parroquias de un DVD sobre espiritualidad y demencia y el centro Anscombe Bioethics.

Casos opuestos

Precisamente en el Reino Unido, dos casos distintos sobre la manera de afrontar la incapacidad física y la muerte han aparecido recientemente en los medios de comunicación.

Richard Rudd, un paciente de 43 años que padece síndrome de encarcelamiento desde el pasado mes de octubre, cuando sufrió un accidente en moto, consiguió hacer entender a través de un movimiento de sus ojos que no quería que le desconectaran de la máquina que le mantiene con vida.

Antes del accidente, había dicho que no querría vivir en una situación como la que vive, por lo que su familia pidió la desconexión del enfermo.

Pero había cambiado de opinión y logró manifestárselo al médico, quien el pasado mes de noviembre, antes de desconectarlo, decidió pedirle por tres veces que, si quería vivir, mirara hacia la derecha, y así lo hizo Richard en las tres ocasiones.

Para sus padres, el caso de Rudd cuestiona la validez de los testamentos vitales, que se firman en buenas condiciones de salud, y puede suceder que se cambie de opinión pero no se pueda comunicar.

Un caso muy distinto es el del británico Tony Nicklinson, de 54 años, que sufrió un derrame cerebral en 2005 y ahora ha acudido a los tribunales para que su mujer pueda aplicarle la eutanasia legalmente.

Para el grupo contrario a la eutanasia No Less Human, los esfuerzos de una persona con discapacidad para legalizar la eutanasia minan la seguridad de todos.

Una representante de esta entidad pro-vida, Janet Thomas, declaró a la agencia Independent Catholic News que “el asesinato de personas vulnerables, inocentes, puedan valerse por sí mismas o no, nunca es correcto, incluso cuando esas personas piden que se les mate”.

“Matar deliberadamente a una persona inocente daña los intereses de todos nosotros”, añadió.

Para Thomas, “el señor Nicklinson siente que quiere morir a causa de sus discapacidades, como si el valor humano se midiera por la habilidad física”, pero “el valor humano no radica en lo que la gente puede hacer sino que es inherente”.

“Cada vida humana, herida o no, ya sea corta o larga, es un regalo de incomparable valor”, afirmó.

“El señor Nicklinson dice que está harto de su vida y que no pude ver ninguna perspectiva para ella, pero esto también lo dicen muchas víctimas sin discapacidad, a menudo adolescentes o jóvenes que saltan de los puentes, se ahorcan o se tiran bajo los trenes”, continuó.

“Muchas personas en No Less Human han encontrado que su actitud frente a sus condiciones de discapacidad pueden mejorar”, por ejemplo con “la ayuda y el apoyo de la familia, amigos y la comunidad”, explicó.

Y añadió: “La sociedad, a través de sus leyes contra el asesinato y el suicidio asistido, actúa a favor de la vida”.

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ZENIT Staff

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