Relaciones de los grupos de trabajo en el Sínodo

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 17 octubre 2005 (ZENIT.org).- Fruto de la discusión de los «círculos menores» –los grupos de trabajo por idiomas en el Sínodo de los obispos– han sido las «Relaciones» redactadas como recopilación de las opiniones de la mayoría y de la minoría, que expresan con transparencia las opiniones convergentes y las eventualmente contrarias.

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Estas Relaciones que son sometidas a la aprobación de los «círculos menores», recogiendo todas las sugerencias y las reflexiones de los miembros de cada círculo, constituyen una proyección fiel de las opiniones tanto de la mayoría como de la eventual minoría.

Las relaciones revisten la máxima importancia pues son la expresión más evidente y elaborada del pensamiento de los padres sinodales involucrados en la discusión de los círculos y contienen de manera embrionaria los elementos para el consenso general del propio Sínodo.
Todas las relaciones consideradas en su conjunto representan, de alguna manera, la primera síntesis del trabajo sinodal.

Fueron presentadas en la tarde del viernes. Constituyen la base para la relación de la «Lista unificada de proposiciones» que será presentada este martes ante la asamblea para ser sometida a enmienda.

Presentamos el resumen de las relaciones presentadas por los diferentes «círculos menores» según tomaron la palabra en el aula del Sínodo.

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– RELACIÓN DEL CÍCULO MENOR INGLÉS B: Mons. Donald William WUERL, Obispo de Pittsburgh
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ESPAÑOL A: Mons. José María ARANCIBIA, Arzobispo de Mendoza
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR INGÉS C: Mons. Seán Baptist BRADY, Arzobispo de Armagh, Presidente de la Conferencia Episcopal
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ESPAÑOL B: Mons. Alberto GIRALDO JARAMILLO, P.S.S., Arzobispo de Medellín
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR INGLÉS A: Mons. Diarmuid MARTIN, Arzobispo de Dublín
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR FRANCÉS C: Mons. Paul-André DUROCHER, Obispo de Alexandria-Cornwall
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ESPAÑOL C: Mons. Juan Francisco SARASTI JARAMILLO, C.I.M., Arzobispo de Cali
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ALEMÁN: Mons. Gerhard Ludwig MÜLLER, Obispo de Ratisbona
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR FRANCÉS B: Mons. Robert LE GALL, O.S.B., Obispo de Mende
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALIANO B: Mons. Renato CORTI, Obispo de Novara
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR FRANCÉS A: Mons. Alain HAREL, Obispo titular de Forconio Vicario Apostólico de Rodrigues
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALIANO A: S.E.R. Mons. Francesco CACUCCI, Arzobispo de Bari-Bitonto

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– RELACIÓN DEL CÍCULO MENOR INGLÉS B: Mons. Donald William WUERL, Obispo de Pittsburgh

Reconocemos que somos esencialmente una comunidad de fe cuyos miembros creen en el Señor Jesús y por tanto tenemos una identidad que es nuestra a través de una Iglesia enraizada en la Eucaristía. Por esta razón nos tomamos muy en serio nuestro deber y necesidad de seguir siendo testigos de Cristo y nuestra comprensión del Misterio de la Revelación Divina.
Al tratar la necesidad de celebrar la Eucaristía en las circunstancias actuales, reconocemos un número de valores en discusión. El primero y más significativo es el hecho de que la Eucaristía es esencial para la Iglesia. Constituye la fuente y la cumbre de su vida y misión. Pero también debemos tener en cuenta la seriedad de la escasez de sacerdotes en tantas partes del mundo. También reconocemos el papel del clero casado en las Iglesias orientales.
Nuestra discusión ha subrayado que el celibato no es la principal y, desde luego, tampoco la única razón de esta falta de vocaciones. En efecto, la cultura actual está en crisis en otras numerosas áreas que comprenden la naturaleza, la duración y vitalidad del matrimonio. La falta del compromiso para toda la vida parece ser un fundamental “leit motif” de todas nuestras reflexiones sobre mucho de la vida moderna.
La escasez de sacerdotes se manifiesta de muchas formas. Reconocemos la existencia de pequeñas comunidades de fe esparcidas y la casi imposibilidad de proporcionarles la Eucaristía a corto plazo. Incluso en zonas donde están agrupadas comunidades de fe más amplias existe el problema de la disponibilidad de sacerdotes. A la luz de esta situación actual nos planteamos si hay medidas alternativas.
Considerando la situación, debemos aportar algunas observaciones sobre cómo tratarla. Surgen numerosas reflexiones. La primera destaca la clara necesidad de impulsar las vocaciones al ministerio sacerdotal. Un clero nativo es el resultado esperado de la presencia de la Iglesia en una región. Sin embargo, las iglesias locales deberían estar abiertas a la posibilidad de compartir sacerdotes. Así como en los primeros días del apostolado y a lo largo de toda su historia, la Iglesia ha animado un espíritu misionero que enriquece la vida y le sale al encuentro.
Bajo el término “solidaridad de personal” se sitúa el problema de los sacerdotes que deben compartirse, de cuál es la mejor manera de apoyarles cuando se deben desplazar de una zona a otra. El diaconado permanente ofrece una cierta ayuda al respecto. Si bien es cierto que necesita ser desarrollado para dar respuesta a las necesidades de hoy, especialmente para relevar al sacerdote de muchos ministerios administrativos, educacionales y de servicio.
Por último encaramos la discusión del Servicio Eucarístico que a menudo sustituye a la Misa. Hemos destacado también la realidad teológica del Misterio Pascual porque es completa y cualitativamente distinta de cualquier otro servicio religioso realizado en ausencia del sacerdote y. el imperativo de que esta distinción no sea ofuscada.
De nuestras reflexiones ha salido reforzada la necesidad de encontrar, allí donde sea necesario y en lugar de la Misa, algunos servicios religiosos que deben ser definidos con mayor claridad. También apreciamos el hecho de que en algunas zonas se haya hecho de manera creativa y fructuosa.
Las liturgias de las Iglesias Orientales fueron reconocidas por su sentido de lo sagrado mientras hemos tratado de encontrar el justo equilibrio en la liturgia, entre el sentido de la participación activa que nos implica (la denominada dimensión horizontal) y la acción que conduce nuestra atención a Dios (la dimensión vertical).
Hemos concluido que los programas para sacerdotes, diáconos y laicos sobre una buena liturgia son no sólo útiles, sino también necesarios. También se alienta la participación de los laicos bien preparados y los programas de formación litúrgica en las parroquias.
Para concluir, apoyamos el concepto de estabilidad en la liturgia, con el fin de que no se dé la falsa impresión de que todos los componentes relacionados con el culto son cambiantes o dependen de la personalidad del individuo.
Cuando dirigimos nuestra atención a los criterios para una correcta inculturación, tuvimos bien presente la existencia de documentos que nos apoyan y guían, como “Ecclesia in África”, “Ecclesia in Asia” y “Ecclesia in Oceanía”. Por esto, fomentamos su implementación.
Para terminar, expresamos nuestro aprecio por el papel de las comunidades contemplativas de mujeres y hombres que silenciosamente dan testimonio del reino trascendente hecho presente para nosotros en la Eucaristía.

[Texto original: inglés]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENO ESPAÑOL A: Mons. José María ARANCIBIA, Arzobispo de Mendoza

El Círculo Menor ha compartido, primero de todo, la preocupación por el hambre de pan material, y el hambre de Dios, en el mundo actual. Profunda necesidad, terrena y divina, relacionada con la Eucaristía. Vivimos una cultura secularizada. Sin embargo, el misterio de la Encarnación Redentora y de la Eucaristía, nos invitan a confiar plenamente en un Dios comprometido con la historia humana.
Agradecemos la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II. Bajo su guía, debemos seguir renovando nuestro proceso evangelizador, celebrativo y pastoral. Nos duele que la Eucaristía, don inmenso de amor de Dios, no sea conocido, valorado, y bien celebrado, y así dar frutos abundantes de la vida eterna. Nos preocupa seriamente que por la falta de sacerdotes, tantas comunidades no puedan celebrar la Eucaristía cada domingo. Per
o queremos agradecer y estimular a los sacerdotes, que con esfuerzo generoso ofrecen la Eucaristía en tantos lugares. Nos sentimos aún más obligados a acompañarlos. Agradecemos también a los diáconos y a los fieles laicos que les ayudan, incluso llevando la Palabra y la Comunión a sitios donde ellos no llegan con frecuencia.
Somos conscientes de la necesidad de incrementar y profundizar la catequesis, en todos los niveles, como una auténtica mistagogía para los sacramentos de iniciación, estrechamente ligados entre sí. En tal sentido hemos propuesto renovar y profundizar los contenidos de la catequesis, incorporar a las familias con sus niños, y también revisar los materiales, a fin introducir al pueblo de Dios en todas las ricas y múltiples dimensiones del misterio eucarístico. Es preciso además ofrecer una catequesis sistemática a los adultos.
La celebración del domingo, como día del Señor, tiene que convocar a los fieles a la santa Misa, no sólo como un precepto, sino como exigencia propia de la vida cristiana. Para una celebración activa y fructuosa, será necesario atender al anuncio de la Palabra, seguida de homilías bien preparadas; al sentido de los signos y gestos cargados de hondo sentido, como a la riqueza de los textos utilizados por la tradición eclesial. La comunidad es despedida en cada misa dominical, con un mandato misionero, que ha de suscitar su consciencia apostólica, su compromiso de vida y su deber de caridad comprometida.
La fuerza renovadora de la Pascua, y por tanto de cada Eucaristía, no se celebra únicamente para provecho personal de cada participante. Sino que la conversión y la vida eterna que crece en los corazones, mueve a compartir e imitar el mismo amor misericordioso de Dios. Así pues, conscientes de las necesidades, crisis y conflictos del mundo actual, nos alienta confiar en los frutos de renovación personal y comunitaria que brotan de la Eucaristía. Al comer el Cuerpo y beber la Sangre del Señor, que les da nueva vida, los fieles crecen necesariamente también en el compromiso social, para defender la vida humana, y los valores de la familia, la justicia, la solidaridad y la paz.
Hemos tratado además el complejo tema de la inculturación, movidos por la preocupación de fomentar la participación fructuosa de todos los fieles, según las diversas culturas. Anhelamos que las Conferencias Episcopales sigan trabajando en este sentido, guiados por las recientes pautas de la misma Iglesia.

[Texto original: español]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR INGÉS C: Mons. Seán Baptist BRADY, Arzobispo de Armagh, Presidente de la Conferencia Episcopal

El grupo estaba de acuerdo en que la Relación posterior a la Discusión ha proporcionado una síntesis excelente sobre los debates que han tenido lugar en el Aula.
Los miembros del Circulus Anglicus “C” convenían en que llevar a cabo una formación mejor en la fe eucarística de la Iglesia se puede conseguir de numerosas maneras, incluida la actualización de los textos para el catecismo a la luz de las recientes enseñanzas de la Iglesia sobre la Eucaristía y una presentación sistemática e integrada de la doctrina de la Iglesia sobre la Presencia Real.
Había acuerdo sobre el hecho que el estudio de la historia del arte y la arquitectura religiosas por parte de sacerdotes, seminaristas y laicos comprometidos enriquecería la catequesis y despertaría de nuevo la capacidad de un pensamiento simbólico, básico para la mistagogia sacramental.
Igualmente, estábamos de acuerdo sobre el hecho de que la formación de los celebrantes y participantes en el Ars celebrandi es esencial para una comprensión del Misterio eucarístico renovada y más profunda y que debería incluir una formación en el uso más frecuente del silencio en la liturgia.
Por otro lado, se ha resaltado la frecuencia con la que se ha hablado en el Aula sobre el tema de la inculturación y estábamos de acuerdo en que el Sínodo debe tratar esta cuestión de manera más exhaustiva y precisa. Hemos propuesto los siguientes criterios:
– Hay que preservar la unidad de la celebración
– La celebración tiene que ser conforme al depósito de la fe
– Debería conducir a la oración y a la adoración
– Debería ser una expresión de reverencia en conformidad con la Varietates Legitimae (1994) y la Introducción General al Misal Romano
Esto dio origen a una importante discusión sobre cómo desarrollar el vínculo entre la Misa y la vida cotidiana, así cómo proveer a una traducción más exacta del Ite Missa Est. Se concordaba sobre la importancia de indicar que la misión es una consecuencia de la participación en la Eucaristía y explicar en detalle, en términos muy prácticos, las implicaciones de la participación en la Eucaristía para importantes temas sociales como la justicia, la solidaridad, la reconciliación, el perdón y la paz. También pedimos a la Congregación para el Culto Divino que vuelva a considerar trasladar la señal de la paz que se da antes de la Comunión a antes del ofertorio de la Misa.
Concordábamos, en cualquier caso, sobre el hecho de que el poder de la Eucaristía para transformar las vidas de las personas y las realidades sociales, está íntimamente ligado a una comprensión adecuada de la Presencia Real y a un renovado énfasis en la práctica de adoración de Nuestro Señor Eucarístico, como prolongación de una comunión espiritual con Cristo, que se ofrece a sí mismo al Padre. Se resaltó que la veneración y la adoración, a su vez, conducen a la celebración de la Eucaristía en un espíritu de oración y de acción de gracias por ese inmenso don.
En cualquier caso, el papel del sacerdote es esencial para hacer disponible este inmenso don de Nuestro Señor Eucarístico a los fieles. Gozó de gran aprobación la propuesta de que el Sínodo reconozca con gratitud el indispensable ministerio de los sacerdotes como predicadores de la Palabra, celebrantes de la Eucaristía y guías de la Comunidad cristiana.
También se estuvo de acuerdo en que el Sínodo dé apoyo a los sacerdotes en la proclamación de la Palabra de Dios, con la propuesta de homilías temáticas, no impuestas y durante un ciclo de tres años, basándose profundamente, tanto en las Escrituras como en los textos teológicos y litúrgicos. También se propuso que sean revisadas las lecturas de las Sagradas Escrituras en la Sagrada Liturgia y que sea considerado el uso de modernos instrumentos de comunicación.
Asimismo, se discutió el problema de las relaciones ecuménicas en el ámbito de la hospitalidad Eucarística. Nuestro grupo propone que sea realizado un estudio conjunto sobre la práctica católica de la Hospitalidad Eucarística para ayudar a las Iglesias locales a contrarrestar la confusión que existe actualmente en el clero y entre los fieles.
El grupo solicita que se profundice ulteriormente en el tema de la restauración del orden original de los Sacramentos de Iniciación ya que darían a la Eucaristía su justa colocación para completar la Iniciación Cristiana.
El grupo exhorta al Sínodo para que dé mayor énfasis a la celebración de la Misa Dominical y a la importancia para las comunidades de reunirse conjuntamente en la fe y de incluir una clara referencia al reposo del Sabbath después de la Creación por parte de Dios.
En relación a las Misas para pequeños grupos, se propusieron los siguientes criterios:
– Deben servir para unificar la parroquia y no fragmentar la comunidad;
– Deben respetar las necesidades del grupo particular y favorecer una fructuosa participación de las personas implicadas;
– Deben preservar la unidad de la familia.
Fue propuesto que quienes son minusválidos sean reconocidos plenamente como miembros de la Iglesia y sean ayudados para conseguir una legítima función en la vida litúrgica de la Iglesia. Para que esto se realice, la arquitectura de las Iglesias debería pensar a ellos y ellos mismos deberían ser incluidos activamente en las celebraciones, de esta manera quisiéramos r
ecordar al Papa Juan Pablo II sobre el valor del sufrimiento.
Nuestro grupo piensa que los cristianos participarán en una plena, activa y fructuosa participación en la Eucaristía cuando el deseo de nuestros corazones sea atraído por la Eucaristía y encuentre en ella la alegría. Finalmente, dirigimos una invitación para que sean creadas las condiciones necesarias para que la verdad, la bendición y la santidad de Cristo, el único que puede dar alegría plena a nuestros corazones, puedan seguir brillando en todo su esplendor durante las celebraciones Eucarísticas.

[Texto original: inglés]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ESPAÑOL B: Mons. Alberto GIRALDO JARAMILLO, P.S.S., Arzobispo de Medellín

El Grupo Hispanicus B ha tenido como moderador, al Señor Cardenal Jorge Mario Bergoglio , Arzobispo de Buenos Aires y como relator, a Monseñor Alberto Giraldo, Arzobispo de Medellín. El grupo juzgó importante iniciar con el tema: la Eucaristía y la vida del sacerdote. Del Sínodo ha de salir una voz de admiración y estímulo a todos los hermanos presbíteros que en el mundo entero hacen posible la Eucaristía y orientan su existencia a partir de una auténtica espiritualidad eucarística. Los miembros elaboraron 27 proposiciones que se pueden recoger en estos 10 enunciados.
1- Que se den orientaciones de apoyo a los sacerdotes para que sus celebraciones expresen la conciencia de estar actuando, bajo la acción del Espíritu Santo. Así aseguran la presencia de Cristo en la Eucaristía, con toda la riqueza de su obra salvadora.
2- Que cada Obispo dé toda la importancia a la formación de los seminaristas acompañándolos a ellos y a sus formadores. Atención muy especial se ha de dar a la selección y formación de los candidatos para vivir el carisma del celibato.
3- Que se pueda asegurar la digna celebración en la Catedral, en las parroquias y en los diversos templos de la Diócesis y se asegure que los fieles puedan visitar al Santísimo Sacramento en las diversas horas del día.
4- Que se organice en la Diócesis una pastoral vocacional bien estructurada, que parte de la oración por las vocaciones y tengas el apoyo de las familias, los sacerdotes y los seminaristas.
5- Que se preste atención muy especial a los enfermos de tal manera que se asegure para ellos la Eucaristía, alimento de inmortalidad. La Eucaristía será la inagotable fuente de una cultura de la vida.
6- Que se ofrezca una especial compañía a los que han formado sus familias a partir del sacramento del matrimonio. Atendiendo la difícil situación de quienes han sufrido el dolor de las rupturas de la separación, se tratará de llegar a ellos en actitud misericordiosa para que, se les pueda brindar una orientación y apoyo que les permita dilucidar su situación con un proceso canónico adecuado.
7- Que se haga una renovada pastoral del Sacramento de la Reconciliación.
8- Que, como fruto del año de la Eucaristía, se busque una pedagogía para que los
fieles puedan llegar al encuentro con el Señor Resucitado en la Misa de cada domingo.
9- Que logremos encontrar caminos catequísticos adecuados para que los sacerdotes y los fieles comprendan la presencia de María en cada celebración eucarística.
10- Que logremos comprender que, si bien la Eucaristía es un don, es nuestro deber pastoral, acercar a las personas a este sacramento, ofreciéndoles ayudas para una digna recepción del Señor Jesucristo Sacramentado.

[Texto original: español]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR INGLÉS A: Mons. Diarmuid MARTIN, Arzobispo de Dublín

Al hablar sobre la devoción a la Eucaristía, se ha reconocido que la acción eucarística del Sacrificio de la Misa es el acto de adoración más importante de la Iglesia. La adoración Eucarística fuera de la Misa podría surgir y conducir a la acción Eucarística. La adoración Eucarística, considerada como un signo emergente de los tiempos, puede sostener ampliamente la santidad de los individuos y de las comunidades.
El grupo ha expresado una particular apreciación, confirmación y aliento para los sacerdotes por su fidelidad en el ministerio de la Eucaristía. En relación a la “ars celebrandi” se ha destacado que lo importante no es un tipo especial de coreografía del rito litúrgico, sino un modo para entrar en el Misterio de la Eucaristía y el deseo de acceder a la comunión con Dios, por medio del misterio Pascual.
También se ha dado mucha importancia a la reflexión sobre la Liturgia de la Palabra. Se ha sugerido que se preparase una lista de homilías temáticas para que traten los Misterios fundamentales de Salvación con referencias adecuadas al Leccionario, a los Padres de la Iglesia y al Catecismo de la Iglesia Católica.
Así mismo, el grupo ha subrayado la necesidad de desarrollar la espiritualidad Eucarística de los laicos. También se ha sugerido que la “guía Eucarística” se redacte con contenidos doctrinales, catequéticos y devocionales a favor de los fieles.
El grupo ha insistido en el vínculo entre la Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia, sobre todo, porque muchos fieles han perdido el sentido del pecado.
La considerable falta de sacerdotes en algunas áreas es un argumento que preocupa a toda la Iglesia. Debido a la ausencia de sacerdotes, el grupo enfatiza el valor de la Liturgia de la Palabra como sustento para quienes están privados del acceso a la Eucaristía.
En algunas partes del mundo la caída del número de participantes que regularmente asisten a la Misa dominical es una fuente de gran preocupación.
El “eclipse de la fe” entre muchos sólo será superado y revocado sólo a través de la conversión personal.

[Texto original: inglés]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR FRANCÉS C: Mons. Paul-André DUROCHER, Obispo de Alexandria-Cornwall

Hemos decidido seguir las preguntas propuestas por el relator general al final de la Relación posterior a la discusión. El relator del grupo tomaba nota de las distintas propuestas a medida que avanzaba nuestra discusión y preparaba una lista sobre la que se discutió y que el grupo aprobó, de manera que cada propuesta, con algunas excepciones, representa el consenso del grupo, no sólo en su contenido, sino también en su expresión.
Además, se invitó a cada uno de los padres sinodales a preparar las propuestas que considerara importantes, a fin de completar nuestro estudio del conjunto de las preguntas. Este método de trabajo nos permitió elaborar cerca de setenta y cinco propuestas breves, que reflejan verdaderamente el pensamiento de nuestro grupo de trabajo.
Algunos puntos de discusión concentraron especialmente nuestra atención. Sigue una breve presentación de ellos con algunas observaciones pertinentes.
Nuestra actitud ante la secularización se debe matizar más. En efecto, hay semillas de la Palabra en nuestro mundo de hoy. La Eucaristía puede encontrarse con la sed y las esperanzas de nuestro tiempo.
Como sacramento de la fe, se debe profundizar en la Eucaristía con una catequesis mistagógica e iniciática, apoyada en el estudio de la Palabra de Dios y centrada en Cristo resucitado.
La fe que se celebra en la Eucaristía hay que vivirla también en la vida cotidiana. La contemplación del sacrificio de Cristo al que somos llamados a asociarnos, podrá ayudarnos a realizar esta unidad de fe y de vida. Pero hay que entender este sacrificio como un misterio de amor, una promesa de vida, un camino de libertad.
La escasez de sacerdotes nos entristece y experimentamos profundamente la angustia de numerosos fieles que no tienen acceso al sacramento por este motivo. La idea de ordenar a viri probati fue objeto de debate, pero no obtuvo la mayoría de votos. El grupo afirma unánimemente el valor inestimable del celibato sacerdotal para la Iglesia latina y quiere que la Iglesia se comprometa en una pastoral vocacional todavía más enérgica, positiva y abierta a los dones de Dios. Por otro lado, pensamos que un mejor encuadramiento de los sace
rdotes fidei donum ayudará a paliar un poco esta escasez.
Hemos intercambiado pareceres tranquilamente sobre otras muchas cuestiones: la adoración eucarística, el ecumenismo, el compromiso social que deriva de la Eucaristía, la liturgia. El tema del lugar de la confirmación entre los sacramentos de iniciación provocó mucha discusión, pero estamos de acuerdo en afirmar que, sea cuál sea la opción que elijan las conferencias episcopales en esta materia, la Eucaristía siempre se debe percibir como la cumbre de la iniciación cristiana. Hay que recuperar también la relación entre el bautismo y la reconciliación, en esa misma perspectiva.
Finalmente, concentraron nuestra atención: el domingo como día del Señor, la delicada situación de personas en situaciones matrimoniales irregulares, sobre todo en los países del sur donde la poligamia, los matrimonios inter-religiosos y los matrimonios consuetudinarios representan desafíos pastorales muy serios; la inculturación de los ritos, que sigue siendo apremiante; y el compromiso de los católicos por la justicia, compromiso que es verificación de la profundidad de una verdadera espiritualidad eucarística.
Ha sido una bendición la presencia en nuestro grupo de obispos procedentes de América, Europa, África y Asia, incluso de la tradición oriental. Esta diversidad ha sido para nosotros fuente de descubrimiento y de sabiduría, y nos ha revelado la profundidad de la unidad de esta fe que compartimos. Es también por ello que nuestra oración se hace “Eucaristía”.

[Texto original: francés]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ESPAÑOL C: Mons. Juan Francisco SARASTI JARAMILLO, C.I.M., Arzobispo de Cali

El círculo estuvo integrado por 19 Padres Sinodales y contó con la presencia de dos auditores, dos colaboradores y dos asistentes.
Tras la lectura de las diecisiete cuestiones señaladas por el Relator General y su conveniente división, agrupación e integración, el círculo determinó por votación los argumentos que se consideraban de mayor interés. A la luz de las preferencias expresadas, se pasó a la discusión de algunos de ellos. Posteriormente, se pidió a los Padres que elaboraran proposiciones, sobre todo a partir de sus intervenciones en el Aula, las que fueron presentadas en la tarde de ayer, de manera general, y discutidas y aprobadas detalladamente en la mañana del día de hoy.
Como resultado de todo este trabajo, realizado con gran diligencia y en un ambiente extremadamente fraternal y de amor a la Iglesia, surgieron 24 proposiciones.

[00322-04.02] [CM007] [Texto original: español]
– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ALEMÁN: Mons. Gerhard Ludwig MÜLLER, Obispo de Ratisbona

La presentación de la Eucaristía como fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia sigue siendo una tarea de la teología, de la espiritualidad y de la pastoral.
Las limitaciones en la comprensión de la liturgia y en la práctica sólo pueden superarse por medio de una orientación positiva y atrayente hacia Jesucristo. Él es “la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1, 9).
En la civilización occidental, sin embargo, los cristianos están afectados por la secularización de la conciencia. Esto puede conducir a la trivialización de las verdades cristianas y a la profanación de la liturgia y de la manera de vivir. Con frecuencia existe una discrepancia entre el catequismo que llevamos en nuestras cabezas y las tentaciones y las presiones de una impostación de vida colectiva determinada sólo por el mundo interior. Las consecuencias de esto puede ser no sólo la indiferencia, sino también las agresiones hacia la doctrina y la moral de la Iglesia, aparentemente extraña al mudo y hostil a la vida.
No obstante, existe el hambre de justicia y de una vida auténtica en la libertad y en el amor.
De esta manera, en todo el mundo se hacen la pregunta de cómo se puede transmitir el proponerse, por parte de Dios, como luz y amor para todos los hombres, en las situaciones concretas de la vida cotidiana y con la presencia constante de un cierto espíritu del itempo secular en la comunicación de masa.
¿Cómo puede la Iglesia, siguiendo la Gaudium et spes (nº 10), acoger, dividir y formular las preocupaciones, las preguntas y las necesidades de los hombres de hoy y, sin embargo, precisamente ahora, testimoniar a Cristo como respuesta a las preguntas fundamentales sobre la existencia del hombre?
Es posible esperar un auténtica renovación de los cristianos, de los religiosos y laicos, sobre todo, de los jóvenes cristianos comprometidos, que se dejan atraer por Cristo, que viven del amor de Cristo eucarístico y que están dispuestos a aceptar un modo de vivir el matrimonio cristiano y la vida según los consejos evangélicos, al cual han sido llamados por el Espíritu Santo para constituir la Iglesia con los distintos carismas. Aquí no se trata de números sino, más bien, de calidad.
Lo mejor que podemos hacer por la fe en la Eucaristía en el pensamiento y en la vida de los cristianos es vivir de la Eucaristía.
“Cuando Jesús fue a la mesa con ellos, tomó el pan y lo partió y lo dividió entre sus discípulos, entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron” (cfr. Lc 24, 31).

[Texto original: alemán]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR FRANCÉS B: Mons. Robert LE GALL, O.S.B., Obispo de Mende

Durante la primera reunión de nuestro grupo lingüístico francés (B), el día miércoles 5 de octubre de 2005, consideramos tres temas:
-El domingo y la familia: los domingos representan un todo que invita a vivir en familia, en la alegría del día de fiesta en cuyo centro se encuentra la Misa.
-Abordamos la importancia de la Misa cotidiana en la vida del sacerdote, examinamos los problemas de las intenciones de las Misas y la necesidad de hablar acerca de los diáconos en este Sínodo.
-Comenzamos a hablar acerca de la situación de los divorciados casados nuevamente.
Nuestro grupo lingüístico se reunió durante toda la jornada de ayer y esta mañana, cada uno para expresar aquello que le había impactado particularmente o que escuchó en el curso de la Congregación General. Hemos organizado nuestros temas según un orden lógico y preparamos así 19 propuestas que se refieren a los siguientes temas:
– El primer punto se refiere al Mysterium Fidei representado por la Eucaristía, con la necesidad de una catequesis de fondo basada en la fe en este misterio.
-Deseamos que el Sínodo afirme con fuerza la santificación del domingo, que nuestras sociedades deben respetar.
-La asamblea dominical debe tener un carácter familiar en el sentido más amplio. La familia propiamente dicha debería encontrar la propia identidad de iglesia doméstica, lugar de iniciación a la oración.
-El ars celebrandi, pensamos que se deba extender a los diversos agentes litúrgicos, desde los ministros ordenados hasta los ministros instituidos, como así también a todos los que participan en la Eucaristía, para que la liturgia sea más bella y más capaz de nutrir a unos y otros.
-Más concretamente, la mesa de la Palabra presupone la calidad de la lectura, la preparación y la misma institución de los lectores (Proposición Nº. 8). En lo que concierne a la mesa de la liturgia propiamente eucarística, es deseable que la riqueza de las diversas oraciones eucarísticas sea puesta en evidencia para una catequesis mistagógica apropiada.
-Nos parece importante subrayar que el sacrificio de Cristo representa verdaderamente el centro de la Misa, don continuo del Señor por amor de su Padre y de los suyos. Esto comporta una “cultura eucarística”, capaz de sostener y de inspirar nuestro mundo trastornado por la violencia y la guerra (Proposición N º11).
-La epíclesis expresa la acción del Espíritu Santo sobre los dones y sobre la asamblea.
-Fue planteado el tema de las celebraciones dominicales en ausencia de sacerdote.
-La adoración eucarística suscita actualmente un renovado interés, sobre todo e
ntre los jóvenes.
-Las consecuencias sociales de nuestras celebraciones eucarísticas: la comunión y el “Ite missa est” nos invitan a un compromiso de solidaridad social y económica.
-Por lo que concierne a la inculturación, es necesario conjugar la unidad de la fe y la adaptación de nuestras liturgias.
-En lo que respecta a la situación de los matrimonios irregulares, de qué manera los pastores piensan considerar cada caso particular?
-En relación a la comunión sacramental de nuestras Iglesias, es necesario observar las directivas de la Iglesia, siempre atenta a las situaciones particulares.
-Una atención especial para los discapacitados físicos o mentales debe darles la posibilidad, en su fe, asistidos por sus familias o comunidades, de acercarse a la comunión eucarística.

[Texto original: francés]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALIANO B: Mons. Renato CORTI, Obispo de Novara

Nos ha parecido conveniente destacar dos preguntas: la relativa a la educación a la fe eucarística y la relativa al compromiso misionero que hemos sido llamados a cultivar a través de la celebración eucarística. Después de haber elaborado dos propositiones sobre estos puntos, hemos pasado a otros temas relacionados de alguna forma a los dos primeros. Y de esta forma el círculo ha afrontado el tema del domingo, el del sacerdote y el de las celebraciones “en espera de sacerdote”, el de la iniciación cristiana, el de la promoción de una pastoral que acoja a las personas que viven en una situación matrimonial irregular.
Las propositiones relativas al compromiso de educar al pueblo cristiano a la fe eucarística han hecho algunas propuestas relativas a las preguntas: “¿Quién educa?” “¿Cómo se educa?”. Las relativas a la Eucaristía, fuente de misión, han considerado lo que debe ser asimilado en profundidad para que ello se realice, han indicado algunos senderos de educación misionera a través de la Eucaristía y han hecho referencia a algunas dificultades presentes en el día de hoy. Sobre el tema de la educación de los fieles en el centro de la celebración eucarística dominical, la discusión ha llevado a dedicar un amplio espacio al domingo, entendido como “Dies Christi” y como “Dies hominis”. Ha tocado el tema de la Eucaristía, sobre todo considerando el Domingo como “Dies Ecclesiae”.La urgencia de ofrecer el don eucarístico a todos los fieles ha animado al círculo a responder de manera concreta individuando múltiples atenciones que deben caracterizar la vida de nuestras comunidades. Luego se ha reflexionado sobre la celebración dominical “en espera de sacerdote”. En cuanto a la iniciación cristiana, se han expresado algunas observaciones sobre la relación entre: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Se ha reflexionado también sobre la experiencia que debe proponerse a quien accede a los sacramentos y cómo dar a todo esto la forma de un itinerario, es más, de una mistagogia. En cuanto a la pastoral a favor de aquellos que están en una situación matrimonial irregular, la reflexión ha considerado ante todo el tiempo que precede al Matrimonio, refiriéndose a la educación de los jóvenes y a los cursos prematrimoniales, luego a la condición a menudo cargada de soledad que se vive dentro de las familias, recordando la urgente necesidad de cultivar en nuestras parroquias el contacto directo con las familias; por último se ha considerado la situación específica de aquellos que están en una situación matrimonial irregular, tratando de dedicarles atenciones posibles e importantes para que las personas se sientan acogidas, se confíen al Señor y den pasos concretos en la luz del Evangelio.
La presencia en el círculo de miembros procedentes de distintas partes del mundo ha dilatado ciertamente los horizontes. Quizás no ha permitido que se tomaran en consideración todos los elementos característicos de las distintas tradiciones teológicas, litúrgicas y pastorales. Y, sin embargo, aunque se de manera limitada, la riqueza de cada uno ha sido tomada en consideración con respeto y deseo de aprender.
Por todo esto creo que puedo decir que ha sido un encuentro fructuoso.

[Texto original: italiano]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR FRANCÉS A: Mons. Alain HAREL, Obispo titular de Forconio Vicario Apostólico de Rodrigues

Como obispos, nos preocupa mucho que la Eucaristía sea verdaderamente “fuente y cumbre” de la vida de todo cristiano y de nuestras distintas comunidades. ¿Cómo podemos hacer que se descubra a Cristo? ¿Cómo conducir a cada vez más cristianos a beber de esa fuente vivificante?
Pensamos que es urgente proponer a los cristianos el karygma de la Iglesia que ilumina y hace vivir.
En esta catequesis, la Palabra de Dios tiene que ocupar un lugar central. En contraposición a la expansión de las sectas, debemos ayudar más que nunca a los cristianos a descubrir, -volver a descubrir-, los fundamentos bíblicos de la Eucaristía.
En la formación permanente de los cristianos, debemos ayudarles cada vez más a enlazar las dos mesas: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía.
¡El Evangelio no es una ideología, sino una persona viva! El misterio de la Eucaristía vinculado al descubrimiento de la palabra, nos conduce a la persona de Jesús resucitado. La familia, “Iglesia doméstica”, es el ambiente privilegiado donde los niños, desde su temprana edad, están llamados a iniciarse en este gran misterio. Por otro lado, la fe en Jesús, don del Espíritu, no puede no florecer en el seno de la Iglesia familia de Dios, de ahí la importancia de permitir, especialmente a los jóvenes, vivir una experiencia eclesial real.
La comunión con Cristo nos abre a la comunión y al compromiso con nuestros hermanos que tienen hambre, que sufren, que son excluídos. De ese modo, nuestras comunidades eucarísticas son signos proféticos en medio de este mundo a menudo desgarrado por la violencia, las injusticias, y tan hambriento de reconciliación y de paz.
Como obispos, nos sentimos llamados a promover, a todos los niveles, una pastoral de la acogida.

[Texto original: francés]

– RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALIANO A: S.E.R. Mons. Francesco CACUCCI, Arzobispo de Bari-Bitonto

Se han formulado 15 propuestas, agrupadas en cuatro secciones.
En la primera, Mysterium fidei: la Eucaristía y la Iglesia, se afrontaron las implicaciones de la eclesiología eucarística para la vida de la Iglesia y el ecumenismo. En la segunda sección, relativa al Misterio proclamado, se profundizó en la relación entre la Palabra de Dios y la Eucaristía, con la exigencia de un itinerario mistagógico. En la tercera, el Misterio celebrado, se profundizó en la dignidad y la belleza de la celebración eucarística; la celebración de la Eucaristía como don de Dios y como derecho del fiel; el uso del latín y del canto gregoriano en las celebraciones internacionales, para expresar la unidad y la universalidad de la Iglesia; la escasez de sacerdotes y el hambre del pan de vida como impulso para un compromiso renovado por las vocaciones y para la colaboración entre las Iglesias particulares, para una distribución más equitativa de los sacerdotes en el mundo; las condiciones de admisión a la Eucaristía en el caso de los divorciados que se han vuelto a casar; el domingo con su centro en la celebración de la Eucaristía; la importancia de la formación al canto y a la música en la liturgia. Finalmente, en la cuarta sección, se trató del Misterio vivido, especialmente en un mundo globalizado, marcado por gravísimas injusticias y desigualdades sociales y económicas, y por múltiples y persistentes conflictos armados; el impulso de la misión del Evangelio a todas las gentes y a una espiritualidad laica auténtica, que hay que vivir en la vida cotidiana mediante el don gratuito del perdón de las ofensas, único que puede generar la paz; la adoración eucarística como preparación y dilatación de la celebración de la Santa Misa, con la necesidad de la r
everencia ante Jesús Eucarístico en el tabernáculo.

[Texto original: italiano]
[Traducción distribuida por la Secretaría General del Sínodo]

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ZENIT Staff

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