Religiosa española, mártir en la persecución contra la fe en la guerra civil, a los altares

Beatificación de María de los Ángeles Ginard Martí el sábado en el Vaticano

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO/MADRID, jueves, 27 octubre 2005 (ZENIT.org).- A la lista de los mártires de la persecución religiosa –desatada en la guerra civil española— inscritos en el catálogo de los beatos se añadirá el sábado el nombre de María de los Ángeles Ginard Martí, asesinada en Madrid el 26 de agosto de 1936.

Ese día, el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidirá la Eucaristía a las 17.00 horas en el altar de la Confesión de la Basílica Vaticana y, por encargo de Benedicto XVI, dará lectura a la Carta Apostólica con la que el Papa inscribe a la sierva de Dios –«virgen y mártir»– y a otros siete mártires (presbíteros) de la guerra civil española entre los beatos de Iglesia católica.

Así lo confirma la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Vaticano, apuntando que los nuevos beatos, «sostenidos por el Pan de la Vida y fortalecidos por la Palabra de Dios, afrontaron el buen combate de la fe y ahora participan en la gloria de Cristo Rey, Maestro y Pastor».

Tercera de nueve hermanos, María de los Ángeles Ginard Martí nació en Lluchmayor (Mallorca, Islas Baleares) el 3 de abril de 1894; era religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico.

Asesinada por un grupo de milicianos republicanos que previamente había destruido el convento de la congregación en la Dehesa de la Villa –en la capital española–, sus restos fueron hallados en una fosa común; ahora descansan en el cementerio del actual convento de las Celadoras en Madrid, apunta «Análisis Digital» –órgano informativo archidiocesano–.

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha hecho pública una carta pastoral con motivo de la beatificación, una celebración que «nos impulsa a vivir la fe de tal modo que podamos comunicarla a nuestros contemporáneos, en especial a los más jóvenes», cita la Oficina de Información del arzobispado de Madrid.

En su misiva, el purpurado hace un repaso de la vida de esta mártir y manifiesta la alegría de la archidiócesis «por el testimonio de fe de la Hermana María de los Ángeles, ya que supo entregar la vida perdonando a quienes la llevaban a la muerte».

Centro en la Eucaristía

Entorno al acontecimiento de su Primera Comunióin, el 14 de abril de 1905, María de los Ángeles Ginard Martí empezó a sentirse inclinada a una piedad cristiana con tendencia hacia la vida religiosa, explica la Santa Sede en la biografía que ha publicado.

La futura beata tuvo que trabajar en su juventud para ayudar económicamente a su familia, «pero diariamente madrugaba para participar en la Eucaristía y su trabajo no le impedía recitar el Rosario, visitar al Santísimo y pasar largos ratos de adoración en la iglesia de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico, fundadas en 1902 por el sacerdote y Siervo de Dios Miguel Maura Montaner, en la que ingresó en 1921», señala el cardenal Rouco.

Siendo ya religiosa, entre los años 1926 y 1929 «vivió y trabajó como procuradora en la casa» de las religiosas en Madrid, adonde, destinada por sus superiores, regresó en 1932, «y en ella vivió los cuatro años anteriores a su muerte, experimentando la persecución religiosa que también alcanzaba a las religiosas en este tiempo», recuerda.

«Al estallar la Guerra Civil Española de 1936, sor María de los Ángeles se encontraba en Madrid. Los acontecimientos previos a la guerra eran alarmantes para la Iglesia y sus miembros. La persecución religiosa se manifestó abiertamente con quema de iglesias y conventos y con amenazas a los sacerdotes, religiosos y fieles católicos», dicen los apuntes históricos y biográficos difundidos por la Santa Sede.

«En estas circunstancias, a sor María de los Ángeles le apenaba la destrucción y amenazas que habían emprendido los perseguidores “por odio a la fe”, por todo lo relacionado con Dios y con la Iglesia. En la adoración a Jesús Sacramentado pedía por una solución a estos problemas y, firme en la fe, ofrecía, si esa era la voluntad de Dios, su vida en martirio por el triunfo de Cristo», siguen

Cuando las religiosas vieron la necesidad de salir del convento –vestidas de seglares–, «sor María de los Ángeles con serenidad las tranquilizaba a la vez que les decía: “Todo lo que nos pueden hacer a nosotras es matarnos, pero esto…”. Es decir, lamentaba más la persecución y destrucción de lo religioso que el que la matasen», constatan los apuntes

Refugiada el 20 de julio de 1936 junto con las hermanas de su comunidad en casa de unos amigos, «en la tarde del 25 de agosto de 1936, por denuncia de un portero de la vivienda donde había sido acogida, fue apresada», escribe el cardenal Rouco en su carta.

Salvó la vida a una señora que también iba a ser detenida al manifestar: «la única monja soy yo». Encarcelada, al anochecer del día 26 de agosto fue fusilada en la Dehesa de la Villa, en la capital.

El proceso de canonización por martirio en su fase diocesana fue abierto en Madrid el 28 de abril de 1987, y clausurado, también en la capital española, el 23 de marzo de 1990. El 19 de abril de 2004 Juan Pablo II aprobó la publicación del decreto sobre el martirio para su beatificación.

«Es mártir el que, aunque parece que le arrancan la vida con violencia por seguir a Jesucristo, la entrega voluntariamente», dice el purpurado. «El martirio –afirma– es la expresión mayor que pueda existir del amor a Dios».

Concluye el prelado su misiva pidiendo al Señor, a través de la beatificación de Sor María de los Ángeles, «que nos conceda nuevas vocaciones de especial consagración para el ministerio sacerdotal, la vida consagrada y la dedicación misionera en las nuevas generaciones de jóvenes y que, como ella, en la Eucaristía encuentren el centro y el sentido de su vida».

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación