Religiosos reiteran la denuncia del tráfico de órganos en Mozambique

Pasividad de las autoridades por la desaparición de menores

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NAMPULA/ROMA, jueves, 22 abril 2004 (ZENIT.org).- Tras la acusación de difundir noticias falsas acerca del presunto tráfico de órganos en Mozambique –dirigida contra las Siervas de María del convento de Nampula (Cf. Zenit, 22 marzo 2004)
–, algunos sacerdotes de esta misma congregación salieron en su defensa la semana pasada en Roma.

«Nosotros no acusamos a nadie, traemos evidencias», declararon en una rueda de prensa el pasado 14 de abril el padre Claudio Avallone y el padre Benito Fusco.

Los sacerdotes denunciaron que desde 2001 han desaparecido de la diócesis de Nampula «más de cien menores, muchos de los cuales han sido hallados en nueve fosas comunes con los cuerpos vacíos de sus órganos, sin que las autoridades a las que ha sido denunciado lo ocurrido hayan investigado y castigado a los responsables».

Con un llamamiento del arzobispo de Nampula, monseñor Tomè Makhweliha, en la misma fecha se presentó la campaña promovida por los misioneros para detener este fenómeno, que nunca había alcanzado tales proporciones en los treinta años que los Siervos de María llevan en Mozambique.

«Rechazamos todos los mecanismos empleados para reducir al silencio o distorsionar el trabajo que la Iglesia católica ha llevado a cabo denunciando el tráfico de menores, secuestros y mutilaciones de cadáveres», añadieron los religiosos, según recogió «Radio Vaticana».

La recogida de firmas que lanzó recientemente la Congregación ha logrado la adhesión de aproximadamente 158 mil ciudadanos italianos y de otros países de Europa a un llamamiento a las autoridades internacionales y nacionales por los niños secuestrados, explotados y asesinados.

Amenazadas de muerte, las Siervas de María en Nampula han escapado al menos a cuatro emboscadas por haber denunciado a las autoridades locales «secuestros y asesinatos de múltiples personas, muchas veces niños, víctimas de una red de tráfico de órganos» (Cf. Zenit, 1 febrero 2004).

Una consagrada laica, la hermana Elilda, originaria de Brasil, investigó por los barrios de Nampula y obtuvo pruebas concluyentes. «Llegó a descubrir un lugar en la ciudad en el que había un cadáver al que habían extirpado los ojos, el corazón y los riñones, junto a material quirúrgico»; grabó todo en vídeo y sacó fotos, también de otras sepulturas clandestinas, explica un informe redactado por las religiosas.

El mes pasado, la provincial de las misioneras Combonianas de Mozambique, la hermana Angelina Zenti, hizo un llamamiento para «romper el silencio» sobre la desaparición de los niños, víctimas de los traficantes de órganos.

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ZENIT Staff

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