Renovada y reabierta la prisión de Pedro y Pablo

En la Cárcel Mamertina esperaron el martirio

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Por Elizabeth Lev

ROMA, domingo 4 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Mientras los propietarios de cines de Roma se sentían confusos sobre cómo celebrar la fiesta de San Pedro, el superintendente de Arqueología no se sentía tal. Tras un año de excavaciones, la Cárcel Mamertina, donde San Pedro y San Pablo fueron mantenidos antes de su ejecución, ha sido renovada y reabierta.

El sitio de la prisión es adyacente al antiguo Foro Romano, cavado en la roca de la Colina Capitolina y dando a la casa del Senado. Creyéndose construida por el rey romano Servio Tulio en el siglo VI antes de Cristo, la Cárcel Tuliana, como es también conocida, consiste en dos celdas una sobre la otra. La celda inferior, un apretado y húmedo espacio, era accesible sólo a través de un agujero en el piso de la celda superior, y se usó a lo largo de la República y el Imperio como prisión y lugar de ejecución.

El jefe galo Vercingetorix fue extrangulado en esta celda, después del triunfo de Julio César, y Yugurta, rey de los numidios, fue dejado morir de hambre en las profundidades de la prisión.

Escribiendo en el siglo I antes de Cristo, el autor romano Salustio describía la prisión como “de 12 pies de profundidad, cerrada alrededor por paredes y una bóveda de piedra. Su aspecto es repugnante pavoroso por su abandono, oscuridad y hedor”.

Un siglo después de que Salustio escribiera esta descripción, San Pedro y San Pablo fueron a habitar la repelente celda inferior, en sus últimos días antes de su martirio, encarcelados por el emperador Nerón.

La presencia de los dos apóstoles transformó el lugar de desesperación en un espacio de esperanza, oración y catequesis para sus carceleros Proceso y Martiniano. Cuando los dos soldados romanos pidieron ser bautizados, no había agua en la celda para el sacramento, de manera que San Pedro golpeó el suelo de piedra con su bastón y brotó una fuente a través de la roca. El sitio del milagroso manantial de agua se conmemora todavía en la celda inferior.

Los carceleros de Pedro le ayudaron a escapar de la triste prisión, pero tras encontrar a Cristo en la Vía Apia, San Pedro regresó y aceptó voluntariamente su muerte por crucifixión en el circo de Nerón sobre la Colina Vaticana.

La semana pasada, la oficina romana del superintendente de Arqueología anunció que las excavaciones han descubierto restos de frescos que documentan la transformación del lugar en una iglesia junto con otras estructuras en el Foro. La excavación trazó las diversas fases del área desde la arcaica cantera de piedra hasta la prisión, y la “verdaderamente rápida transformación” en un centro petrino de devoción.

Hoy la prisión se sitúa bajo la Iglesia de San José de los Carpinteros, contruida en el siglo XVII, pero el lugar es propiedad del Vicariato de Roma, y será abierto al público por la Obra Romana de Peregrinaciones, quizá tan pronto como en julio.

Allí, los peregrinos tendrán la oportunidad de rendir homenaje a San Pedro y San Pablo, que situados en un Foro, lleno de templos dedicados a hombres que se convirtieron en dioses, tuvieron el valor de proclamar el Evangelio de Dios hecho hombre.

[Traducido del inglés por Nieves San Martín]

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ZENIT Staff

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