Replanteando la legalización de las drogas

La tendencia actual a favor del tratamiento

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ROMA, domingo, 6 enero 2008 (ZENIT.org).- La reciente muerte de la famosa modelo irlandesa, Katy French, ha recibido amplia cobertura por parte de los medios de comunicación. Se ha atribuido su muerte a la cocaína tomada en una fiesta. En días pasados también murieron en Irlanda dos jóvenes debido al consumo de cocaína en una fiesta.

El padre Martin Crowe, el sacerdote que presidía el funeral del último fallecido, John Grey, animaba a los jóvenes a permanecer alejados de las drogas, informaba el 12 de diciembre el periódico Irish Independent.

En noviembre, el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, habló con dureza contra las drogas. En un sermón el 4 de noviembre, acusaba a los profesionales de la salud de apoyar el submundo criminal a través del consumo de las así llamadas drogas recreacionales, informaba el Irish Independent el 5 de noviembre.

Pocos días después, el arzobispo volvió a tocar el tema  durante un discurso dado en un forum de política interna de la ciudad de Dublín. Según un artículo publicado el 12 de noviembre por el periódico Irish Times, se sumó al llamamiento hecho por la presidenta Mary McAleese que pedía a la gente que dejara de comprar drogas para dejar a las bandas de narcotraficantes fuera del negocio.

A pesar de los daños causados por las drogas, siguen escuchándose de forma periódica llamamientos a su legalización. Un alto cargo de la policía británica, Richard Brunstrom, responsable del Norte de Gales, pidió que se legalizaran todas las drogas, informaba el periódico Independent el 15 de octubre.

Brunstrom ha hechos sus comentarios precisamente cuando el gobierno está revisando su política con las drogas, observaba el artículo. No obstante, según el Independent, el primer ministro Gordon Brown se opone con firmeza a que se descriminalice el consumo de drogas.

Un billete sólo de ida

De hecho, parece ser que la tendencia actual se aleja de la legalización de las drogas. El 19 de octubre el primer ministro canadiense, Stephen Harper, anunciaba un cambio en la política del gobierno, informaba un artículo en la sección Daily Standard de la página web de la revista Weekly Standard.

En lugar de tolerar las drogas en el futuro, se pondrá un mayor énfasis en el tratamiento de los consumidores y en la captura de traficantes y productores. Harper anunciaba un aumento de fondos para los centros de tratamiento y la creación de sentencias mínimas para los delitos de droga.

El 22 de octubre, la revista Weekly Standard informaba de que Holanda también está cambiando su política de drogas. Hace poco, el gobierno holandés prohibió la venta y cultivo de setas mágicas. Asimismo, la ciudad de Rótterdam aprobaba una ley que cerrará algunas de las tiendas que venden drogas. En los últimos años el país también ha incrementado las penas por la producción a gran escala de marihuana y ha llevado a cabo una campaña pública contra el consumo de éxtasis.

En Escocia, el Partido Nacional Escocés en el gobierno ha rechazado las peticiones de adictos a la droga para que se les prescriba heroína, informaba el periódico Scotsman el 7 de septiembre. Fergus Ewing, ministro de sanidad, declaraba que el gobierno se concentrará, por el contrario, en sacar a la gente de las drogas.

«Queremos lograr que cada vez más gente abandone las drogas, no encontrar nuevas formas de proporcionar a la gente ni más drogas ni nuevas drogas», afirmaba Ewing.

Joseph Califano, secretario del departamento de sanidad, educación y bienestar de Estados Unidos desde 1977 a 1979, declaró al Financial Times que legalizar las drogas «es un billete sólo de ida a la destrucción de millones de niños, al aumento de los crímenes violentes y a una elevación de los costes sanitarios», informaba el 16 de agosto el periódico.

Califano, actualmente director y presidente del Centro Nacional de Adicciones y Abusos de Sustancias de la Universidad de Columbia, advertía que la legalización daría como resultado el establecimiento de negocios que, como las empresas tabacaleras, no tendrían reparo alguno en promover productos que estropeen y maten a la gente».

Es un hecho, comentaba, que en Estados Unidos la mitad de las camas de la mayoría de los hospitales están llenas de gente enferma o dañada por el consumo de drogas, el alcohol y el tabaco. «La legalización asegura mayor disponibilidad, y la disponibilidad es la madre del consumo», afirmaba Califano.

Informe australiano

Un informe presentado el 13 de septiembre en el Parlamento Federal Australiano compartía estos puntos de vista. El Comité para Familia y Servicios Humanos publicaba sus conclusiones de una encuesta sobre el impacto del consumo de drogas ilegales en las familias. Se titulaba «La  guerra contra las drogas que se puede ganar».

No hubo tiempo de poner en práctica las recomendaciones del comité antes de las recientes elecciones nacionales que vieron un cambio de gobierno, pero los cientos de páginas del informe permanecen como una evidencia de los daños causados por el consumo de drogas.

El comité recomendaba una campaña antidroga que dijera a los jóvenes la verdad sobre los daños causados por las drogas. Los efectos dañinos van desde daños en los dientes hasta enfermedades mentales e incluso la muerte. También hay evidencias de los efectos de envejecimiento de las drogas sobre la apariencia física.

El informe también aportaba evidencias sobre el impacto para las familias que se deriva del consumo de drogas. Cuando un hijo consume drogas, el resto de su familia sufre la pena y el estrés, retirándose a veces del contacto social. Cuando los padres son los afectados por las drogas, los hijos suelen sufrir descuido y abusos, que en ocasiones conducen a la muerte.

El comité declaraba su preferencia por la postura de tolerancia cero en la política de drogas. Criticaba a quienes están a favor de una política de minimización de daños que promueve el tratamiento, pero no tiene como objetivo lograr que los consumidores se libren de las drogas.

El informe también criticaba el rodear de glamour el consumo de drogas por parte de los medios, lo que anima a la gente a experimentar con las así llamadas drogas de fiesta.

El comité era favorable a la política seguida por Suecia. El informe explicaba que, tras un periodo de despenalización de las drogas ilegales en los sesenta, la política sueca volvió a penar el consumo de drogas ilegales, y proporcionó tratamiento orientado a poner fin al consumo de drogas.

Como resultado de esta postura, observaba el comité parlamentario, el consumo de drogas en la sociedad sueca se ha visto drásticamente reducido durante las últimas décadas, y ahora es relativamente muy bajo con respecto al resto de la Unión Europea y de otros países industrializados.

Libertad humana

La Conferencia Episcopal Argentina también trató recientemente la cuestión de las drogas, en una declaración con fecha de 9 de noviembre. En su declaración titulada «La droga, sinónimo de muerte», los obispos expresaban su dolor por el sufrimiento de muchas familias cuyos hijos se han visto daños por el consumo de drogas.

Se referían a la condena del consumo de drogas del Catecismo de la Iglesia Católica: «El uso de la droga inflinge muy graves daños a la salud y a la vida humana», indica el No. 2.291. «Fuera de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas, es una falta grave», estipula el Catecismo.

El consumo de drogas, y sus adicción resultante, es deshumanizante, explicaban los obispo argentinos, porque anula el supremo don de la libertad humana y sumerge en el fracaso los proyectos de vida.

El problema de las drogas va más allá del consumo de determinadas sustancias, continuaba la declaración, sino más bien es
una cuestión de cultura, valores, conductas y opciones. Asimismo, las drogas suelen tentar a los jóvenes porque sienten que sus vidas carecen de significado y felicidad.

Además de educar a las personas sobre los peligros de las drogas y hacer que el tratamiento esté disponible de forma más amplia, los obispos también recomendaban promover una cultura de la vida, basada en la dignidad de la persona humana, llamada a ser feliz y a vivir libre de esclavitud, incluyendo la del falso paraíso de las drogas.

Observaban que Jesús, en Juan 10, 10 decía: «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». A quienes sufren como resultado de las drogas deberíamos acercarlos al corazón de Cristo y enseñarles el amor de Dios, animaba la declaración.

Liberar de las drogas, no prolongar su consumo, es la mejor forma de salvaguardar la dignidad humana.

Por el padre John Flynn, L. C. Traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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