Representante vaticano en el foro de líderes cristianos y musulmanes en Asia

Amplían la positiva experiencia de Filipinas

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Más de cien obispos católicos, y de otras confesiones cristianas, así como ulamas musulmanes, acaban de concluir una reunión sin precedentes en Pasay City, Filipinas, en la que han analizado el servicio que los creyentes pueden ofrecer a la paz.

Entre los representantes, procedentes de 13 países (desde Indonesia hasta Bangladesh e India, desde Singapur hasta Sri Lanka y Uzbekistán), se encontraba también el arzobispo Michael Fitzgerald, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

La iniciativa surge tras la experiencia positiva del grupo de diálogo compuesto por obispos católicos, pastores protestantes y religiosos musulmanes creado en Filipinas, que ha afrontado en particular la violencia que se vive en la isla de Mindanao, azotada por la violencia de grupos radicales islámicos.

El arzobispo Fitzegerald, al regresar de Filipinas, explica que, en realidad, «los extremistas, los violentos, son pocos: la mayoría de los musulmanes quiere la paz, pero quieren la paz con justicia».

Según ha explicado el representante vaticano en una entrevista concedida a «Radio Vaticano», la religión no es la «causa» de conflictos o guerras, sino más bien un «factor» de conflicto. «Entra en el conflicto y puede agravar el conflicto, pero normalmente no es la causa».

«Las causas –opina– están en otros factores: las causas son políticas, económicas o sociales. La diferencia de religión es un factor que fortalece este aspecto de conflicto».

Por lo que se refiere a la situación asiática, el prelado británico explica que en ese continente, con la excepción de Filipinas, los cristianos son una pequeña minoría, motivo por el cual es «más necesaria la colaboración ecuménica entre católicos y cristianos de otras iglesias y comunidades».

«Esto se ha verificado en este foro entre obispos y ulamas –revela–. Al inicio, sólo los obispos católicos se encontraban con los jefes musulmanes en Filipinas; después, casi desde el inicio, se abrieron a obispos de otras Iglesias. Es un buen ejemplo».

El encuentro Pasay City concluye con un documento en el que los participantes reconocen su responsabilidad y faltas, en particular, cuando no han rectificado los prejuicios que pueden sembrar discordia, y constatan que en ocasiones las religiones pueden ser manipuladas.

El texto presenta los «pilares de la paz», que presentó hace cuarenta años el Papa Juan XXIII en la encíclica «Pacem in terris», la verdad, la justicia, el amor y la libertad, y añade otros dos: la sinceridad y la oración.

Para monseñor Fitzgerald el encuentro de Filipinas es una señal de «aliento». «En Mindanao, tratan de ampliar este diálogo no sólo a los obispos y jefes religiosos musulmanes, sino también a los jefes locales, a los imanes, a los párrocos».

«Esto me parece muy importante –concluye–: a nivel de aldea, de barrio, se encuentran y después pueden ayudar a la población a encontrarse».

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ZENIT Staff

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