Respuesta de la Iglesia en Venezuela a los insultos del presidente Chávez

Redactada por el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana

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CARACAS, 24 septiembre 2003 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida, acaba de hacer pública una respuesta, en nombre de los obispos de Venezuela, como respuesta a los recientes «grandes insultos cometidos por el Presidente de la Nación, Hugo Chávez».

La declaración, titulada «A todos los venezolanos de buena voluntad», tras exponer la grave situación política y económica del país y el deterioro de la paz y la convivencia, reclama con urgencia la realización de un referendo revocatorio, como lo prevé la constitución.

«No habrá paz social en Venezuela si no se recupera la confianza en los poderes públicos. Es necesaria la participación real de todos los ciudadanos en la toma de las grandes decisiones que afectan la vida y el futuro del país», afirma

«Por eso, ante posiciones tan antagónicas se impone con urgencia la necesidad de una consulta popular que restituya la confianza y la tranquilidad al país, y se refuercen la institucionalidad y la legitimidad. Para ello existe en el ordenamiento jurídico actual la posibilidad de una salida constitucional: el referendo revocatorio», concluye

Por su interés publicamos el documento íntegro.

A todos los venezolanos de buena voluntad

El 11 de julio de 2003 los Arzobispos y Obispos de Venezuela firmamos un documento que llevó por título “Bienaventurados los que trabajan por la paz”. Como todos los documentos colectivos del episcopado su aprobación sólo se hace por unanimidad siguiendo las indicaciones del Papa Pablo VI desde los ya lejanos años del Concilio Vaticano II. En esa oportunidad se difundió profusamente por los medios de comunicación social y se leyó en las iglesias en las misas del domingo siguiente a su publicación.

La hoja “Domingo” que desde hace varias décadas se reparte en los templos cada semana, publica dichos textos con algunos meses de retraso. La razón es muy sencilla. Para que llegue a tiempo a todos los rincones del país se imprime con varios meses de antelación.
Ahora, a dos meses y medio de distancia, el gobierno reacciona con improperios y palabras destempladas, mancillando la memoria de los muertos e insultando y amenazando a los obispos. Incluso llamando a la violencia popular, pues se trata según ellos de un texto mentiroso.
Dejamos al recto juicio de los venezolanos las principales ideas que allí se señalan y el porqué de dicho pronunciamiento eclesial. He aquí las ideas centrales:

1. Una realidad que nos interpela:

1.1. En nuestro país, debido a la grave situación política y socioeconómica se han deteriorado la paz y la convivencia. Razones: aumento de la pobreza, crecimiento del desempleo, rígido control de cambios que ha paralizado la industria; crece la corrupción, la violencia, los homicidios, la inseguridad, el irrespeto a la vida, los secuestros, las invasiones, la presencia y actuación de grupos subversivos en la zona fronteriza.

1.2. Preocupa la violación de los derechos humanos: la situación inhumana de las cárceles, intimidaciones, amenazas y agresiones a los periodistas, asesinatos, irrespeto a los derechos de los trabajadores petroleros despedidos.

1.3. La conflictividad política supera los límites de la tolerancia.

1.4. La calidad de vida del venezolano ha bajado notablemente.
Vale la pena preguntarse. ¿Este diagnóstico de la realidad puede calificarse de mentiroso y embustero? ¿Es un mensaje inventado por la “oposición” o es parte de la dramática situación del país a la que tenemos que atender? Cuando se pierde el contacto con la realidad y los pobres, cuando la dirigencia se aleja de la vida diaria y de las angustias de la gente, cuando se comparte sin manipulaciones y sin maquillaje la vida de los barrios, de los campos y de los marginados como lo hacemos los obispos y los evangelizadores, se percata uno del riesgo de querer hacer ver un mundo fantasioso y mediático que no existe sino en la pantalla.

Si hay algo falso en lo señalado por los Obispos que se muestre, y si no, ¿porqué me pegas?

2. Construir la paz. Reflexión cristiana desde la realidad venezolana.

2.1. El venezolano anhela la paz. La paz no es compatible con actitudes en las que solamente se defienden posiciones cerradas y egoístas de algunos sectores. La paz ha de estar sostenida por la verdad.

2.2. Dichosos los que trabajan por la paz. La gran tarea que se nos impone en este momento crítico de nuestra historia es la responsabilidad de construir una sociedad en paz, fundada en la cooperación, el entendimiento, la solidaridad, la tolerancia y el diálogo.

2.3. La Iglesia, que predica el reino de Dios, que es justicia y amor, está llamada a abrir caminos a la esperanza como una contribución a un cambio fundamental en la realidad del país, ratifica su compromiso evangelizador para llevar a la conversión y a la renovación espiritual y moral de los venezolanos, creando conciencia acerca de la dignidad de cada persona, la solidaridad y la tolerancia, dejando de lado el egoísmo y el odio que lamentablemente se ha sembrado en el pueblo.

2.4. No habrá paz social en Venezuela si no se recupera la confianza en los poderes públicos. Es necesaria la participación real de todos los ciudadanos en la toma de las grandes decisiones que afectan la vida y el futuro del país.

2.5. Por eso, ante posiciones tan antagónicas se impone con urgencia la necesidad de una consulta popular que restituya la confianza y la tranquilidad al país, y se refuercen la institucionalidad y la legitimidad. Para ello existe en el ordenamiento jurídico actual la posibilidad de una salida constitucional: el referendo revocatorio.

Esta reflexión nacida del corazón de creyente y de la exigencia de la fe católica, ¿se puede tildar de política, de opositora, de sesgada por intereses mezquinos o por imposiciones de cúpulas corruptas? ¿No es un derecho y un deber de un auténtico cristiano plantearse estos problemas?
Ustedes, queridos venezolanos, tienen la palabra. Son testigos de lo que la Iglesia hace y el porqué lo ha hecho y lo sigue haciendo. La Iglesia en Venezuela hace lo poco que puede para combatir la pobreza, la falta de empleo, la desesperanza, el odio, la intolerancia y la violencia, porque se contraponen a las virtudes que nos exige nuestra vocación. Necesitamos trabajar y no desmayar en la edificación de la civilización del amor, en el respeto a los demás. Por eso, la invitación del documento a renovar la fe, con la esperanza de construir entre todos una patria más justa y más digna.

Lo primero y más importante es el ser humano. Ni en nombre de Dios y menos en nombre de ningún proyecto político sea revolucionario o neoliberal puede estar primero ni conculcar los derechos fundamentales de la persona.

Gracias, pueblo creyente y hermanos de cualquier credo o pensamiento religioso o ateo, por la confianza y credibilidad que han depositado en la Iglesia católica, en sus pastores. Nuestro papel es siempre el servicio del amor al prójimo y a la sociedad.

Gracias, hombres y mujeres de buena voluntad, por amar y buscar la paz, por rechazar la corrupción y las medias verdades, por trabajar por salidas pacíficas para salir de la crisis y superar la tentación de suplantar el amor que sirve por el poder que oprime o por la protesta que estremece e irrita pero no construye.

Reciban la bendición de este obispo, y seguro estoy de todos mis hermanos en el episcopado, que no tenemos otro fin y norte sino el de sembrar la paz, la justicia y el amor, ya que serán bienaventurados los pacíficos y mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Desde el avión que me conduce de Maiquetía a Madrid y Roma, en esta noche del 22 de septiembre, para cumplir con diversos encargos reciban este mens
aje de paz y alegría, en la seguridad de que el príncipe de la paz, Jesucristo, mira con ojos de misericordia y bondad al sufrido pueblo venezolano.

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ZENIT Staff

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