Resurgir religioso en Canadá, mientras espera al Papa

El cardenal Ambroziz habla de la fe en Toronto

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

TORONTO, 14 julio 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- «Mi Iglesia es realmente muy interesante», reconoce el cardenal Aloysius Ambrozic, arzobispo de Toronto, ciudad cosmopolita en la que se celebra misa en 29 idiomas en sus 232 parroquias, que se prepara para recibir el Papa a finales de mes.

La asistencia a misa, caso rarísimo en el mundo occidental, desde hace algún tiempo está aumentando en Toronto. El nivel mas bajo se tocó en 1994, cuando el 33% asistía cada domingo a misa y el 5%, dos veces al mes.

Hoy el porcentaje ha aumentado respectivamente al 35% y al 12%, dos veces al mes. Es decir, un 47% de los católicos van a misa al menos una vez al mes (una media muy superior a la europea). Estos índices no son mucho más bajos entre los jóvenes, donde se alcanza el 42%.

«Lo dicen los estudios de los sociólogos neutrales», revela el cardenal.

La Iglesia que acogerá la Jornada Mundial de la Juventud es una Iglesia que refleja la el carácter de la ciudad: compleja, multicultural y multiétnica, pero unida por la misma fe en Jesucristo.

El cardenal recuerda cuando llegó aquí, cuando era pequeño, exiliado de Eslovenia: «Era 1948 y la Iglesia católica era de sólidas tradiciones irlandesas. Luego, empezó la oleada migratoria, primero con los italianos, portugueses, polacos, luego con los latinoamericanos y los filipinos. A veces, me pregunto cual será en el futuro la espiritualidad dominante. Pero es una pregunta a la que es imposible responder».

Quizá será un espléndido híbrido, hijo de la extraordinaria mezcla de occidente y oriente, norte y sur.

«Los estudios señalan una vuelta general a las Iglesias predominantes –comenta el cardenal–, a los anglicanos, a los presbiterianos, a los católicos. Y un retroceso de las sectas».

«La noticia me sorprende y me alegra –confiesa–. Recuerdo un encuentro con el arzobispo de Seúl: me habló de sus 60.000 conversiones al año y yo le preguntaba qué hacían. El me respondió: no tengo la mínima idea, porque no somos tan estupendos ni tan buenos».

«La misma respuesta podría dar yo ahora –añade–. Incluso porque el secularismo no ha desaparecido. Va a oleadas. Pero, como se ha agotado el comunismo, lo mismo sucederá a la experiencia iluminista».

Aunque menos que en Europa, también en Canadá se percibe el desafío del Islam. «¿Preocupado? No, el Islam con su «seriedad con Dios» no es sólo negativo, como no lo es la secularización con su atención a los derechos humanos. En estos meses, hemos visto que para los mismos musulmanes de aquí, y para los protestantes naturalmente, el Papa es hoy un padre, un gran líder religioso, no un peligro», afirma Ambrozic.

La Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud ha recorrido los diferentes rincones de Canadá suscitando un interés sorprendente de personas que se han puesto a rezar a sus pies.

«Sí, no esperábamos tanto entusiasmo –confiesa el cardenal–. Pero la nuestra es una teología muy abstracta, que privilegia las lecturas alegóricas. Mientras que los jóvenes están condicionados por la televisión, para ellos la imagen es ya sustancia. Así la Cruz habla de la presencia de lo sagrado, de Jesús».

Por último, el arzobispo concluye con una breve descripción sintética de la Iglesia en Canadá que espera al Papa: «Somos un país complejo y una Iglesia compleja. Vivimos juntos como en una gran familia en la que a veces nos puede costar trabajo comprendernos. Pero sigue siendo nuestra familia».

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación