Revocación de excomunión a “lefebvrianos”, “inicio” no “final” de un camino

Afirma el cardenal Jean-Pierre Ricard, miembro de la Comisión Pontifica “Ecclesia Dei”

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BURDEOS, martes 27 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El levantamiento de la excomunión impuesta en 1988 a los cuatro obispos consagrados ilegítimamente por el arzobispo francés Marcel Lefebvre, hecha pública por la Congregación para los Obispos el pasado 24 de enero, «no es el final sino el comienzo de un proceso de diálogo», en el que quedan aún cuestiones por aclarar.

Así lo ha afirmado el cardenal Jean-Pierre Ricard, arzobispo de Burdeos y miembro de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», en una declaración hecha pública por la Conferencia Episcopal Francesa, también el pasado sábado 24 de enero.

Según el purpurado, aún queda por regular dos cuestiones fundamentales para que el cisma pueda considerarse terminado: por un lado, «la integración de la estructura jurídica de la Fraternidad de San Pío X en la Iglesia», y por otro, «un acuerdo en cuestiones dogmáticas y eclesiológicas».

Entre estos argumentos a debatir, el cardenal Ricard se refirió a la cuestión del Concilio Vaticano II como «texto magisterial de primera importancia. Esto es fundamental».

El cardenal Ricard aludió a otras cuestiones de tipo cultural y político: «Las últimas declaraciones, inaceptables, de monseñor Williamson negando el drama del exterminio de los judíos son un ejemplo de ello», afirmó.

«El camino será largo sin duda, y demandará un mejor conocimiento y estima mutuas. Pero el levantamiento de la excomunión permitirá recorrerlo juntos», añadió.

Esta excomunión ha sido levantada, explica el cardenal Ricard, tras varias peticiones en este sentido por parte de monseñor Fellay, Superior general de la Fraternidad San Pío X, «especialmente tras una carta dirigida al cardenal Castrillón Hoyos, el pasado 15 de diciembre, en nombre de los cuatro obispos afectados».

«El haría lo mismo, con la posibilidad de todo sacerdote de celebrar la Misa con el Misal de San Pío V, una de las dos condiciones previas a la apertura de un diálogo con Roma. Había hecho rezar a sus fieles con esta intención», añade el purpurado.

El arzobispo de Burdeos explica también que Benedicto XVI «ha querido ir lo más lejos posible con la mano tendida, como invitación a una reconciliación», desde su misión de «hacer lo posible por volver a tejer los hilos rotos de la unidad eclesial».

«El Papa, teólogo e historiador de la teología, sabe el drama que representa un cisma en la Iglesia. Comprende la cuestión que a menudo se pone en la historia de los cismas: ¿se pusieron verdaderamente todos los medios para evitarlos?», añade.

No hay que olvidar, concluye, «que el Papa conoce bien el caso pues Juan Pablo II le encargó ponerse en contacto con monseñor Lefebvre para tratar de impedir que cometiera el acto irremediable de las consagraciones episcopales».

«El entonces cardenal Ratzinger quedó marcado por el fracaso de su misión», añadió.

El purpurado mostró su confianza en que «la dinámica suscitada por el levantamiento de la excomunión ayude a la puesta en marcha del diálogo querido por el Papa», y pidió a los fieles que «recen por la unidad de los cristianos».

«No olvidemos que el camino más seguro para avanzar en la unidad de los discípulos de Cristo sigue siendo la oración», concluyé.

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ZENIT Staff

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