"Rezamos por los nuevos gobernantes en tiempos tan difíciles"

El cardenal Rouco en la inauguración de la nonagésima asamblea episcopal

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MADRID, martes 22 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El cardenal arzobispo de Madrid, al final del discurso inaugural de la nonagésima Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, de la que es presidente, deseó al nuevo gobierno, recién salido de las elecciones, como es habitual, “el apoyo espiritual de nuestras oraciones y las de todos los católicos”, “en tiempos tan difíciles”.

El cardenal dedicó la mayor parte de su discurso a un recuerdo y comentario, siguiendo todo el programa, de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a la que definió como “una verdadera cascada de luz”. Y aseguró que “¡hay una juventud de hoy, alegre, educada, sacrificada, expansiva y comunicativa que es Iglesia al cien por cien! ¡Es posible transmitir la fe a las nuevas generaciones! Mejor dicho: ¡son los mismos jóvenes quienes se han convertido en evangelizadores de sus compañeros y de los mayores!”.

Los frutos de la JMJ

Describió, como se ha dicho, “los efectos más externos y generales de aquella gracia extraordinaria, de un valor espiritual y pastoral inmenso –¡incalculable!- que ha sido la XXVI Jornada Mundial de la Juventud no solo para Madrid, para las diócesis de su provincia eclesiástica y para todas las diócesis de España, sino también, sin duda alguna, para toda la sociedad española”.

Analizó a continuación los frutos de la Jornada. En primer lugar, los inmediatos y de fondo. “No podemos desperdiciar la gracia tan singular de la JMJ de Madrid, a la que el papa ha calificado como ‘una estupenda manifestación de fe para España y, ante todo, para el mundo’. Hemos de recoger sus frutos y hemos de aprovechar el impulso apostólico que de ella se deriva para proseguir con decisión y confianza la tarea de la nueva evangelización en todos los campos, pero, en particular, en la pastoral juvenil”, subrayó.

“No es posible medir ni contar los efectos exactos que la gracia de la JMJ haya podido tener en el corazón de los fieles, jóvenes y mayores. Pero sí sabemos que son muchos los jóvenes y los mayores que han sido tocados por esa gran manifestación de fe; y que no son pocas las conversiones que se han operado y que seguirán produciéndose gracias a ella”, reveló.

“Muchos han vuelto a recibir los sacramentos mejor preparados, y otros se han acercado por primera vez o desde hacía mucho tiempo a ellos como, por ejemplo, a la confesión. Consta que hay lugares donde se ven ahora colas junto a los confesionarios. Se han suscitado o decidido vocaciones para el sacerdocio y para la vida consagrada en jóvenes que ya han dado el paso; otros disciernen todavía el camino que deben seguir y no excluyen que el Señor les llame para alguna especial consagración. Muchos han visto con mayor claridad la belleza del matrimonio y de la familia, vividos como vocación cristiana, que es la de ellos y que tan urgentemente necesita nuestra sociedad”.

Tampoco es posible calibrar, dijo el cardenal Rouco, las consecuencias espirituales “de la profunda impresión que causó en toda la sociedad el estilo y calidad humana y religiosa de una juventud tan numerosa y sorprendentemente pacífica, solidaria, generosa y alegre que convirtió toda la ciudad de Madrid y alrededores en escaparate de una forma de vivir que irradia esperanza y entrega para el trabajo, el servicio y la convivencia”.

“Se trataba, sin duda –aseguró–, de una especial manifestación de la “humanidad nueva” que nace y se desarrolla con la fe en Cristo, vivida con autenticidad. Tal manifestación pública no puede dejar de ayudar mucho a la obra de la nueva evangelización”.

Urge una respuesta pastoral a la crisis

Analizó los frutos de la JMJ en la perspectiva del crítico momento social: “Ha supuesto, sin duda, para la Iglesia que peregrina en España un formidable impulso apostólico que la ha llenado de ilusión y de esperanza. Incluso toda la sociedad se ha visto como aliviada, cuando atravesamos momentos de tensiones y dificultades”. “No podemos olvidar la gravísima crisis económica, descubierta ya en el verano de 2008, que no hace más que agravarse en toda Europa y también en España. Urge intensificar nuestra respuesta pastoral”.

A esto también ayudarán, según el cardenal, “los impulsos procedentes de la JMJ”, “a acrecentar la implicación de todos en el servicio de la caridad y de la solidaridad con los que más sufren los efectos de la crisis”.

Aunque luego apuntó a las causas más profundas de la crisis, tan claramente señaladas en el magisterio de Benedicto XVI a partir de su encíclica Caritas in Veritate, y recogidas por la Declaración ante la crisis moral y económica, publicada por esta Asamblea Plenaria: “Se trata, en síntesis, y en el fondo, de la pérdida de valores morales, que va de la mano del relativismo y del olvido de Dios y de su santa Ley, cuyas consecuencias son la corrupción política y económica, la codicia, la búsqueda del propio interés a toda costa, el menosprecio de la vida humana mediante políticas y conductas abortistas y antinatalistas, la desprotección y la disolución institucional del matrimonio y de la familia, la instrumentalización y el deterioro de la educación. Todo ello no puede conducir más que a situaciones sociales y económicas muy delicadas”.

“Los jóvenes son precisamente los más afectados por ese trasfondo de relativismo moral –aseguró–, de escepticismo espiritual y religioso y de concepción egocéntrica e individualista del ser humano y de la vida, que tanto daño les causa a ellos mismos y al conjunto de la sociedad”.

“Ellos deben ser protagonistas de su propio presente y futuro. Pero para ello es necesario que se les ofrezcan los medios adecuados, empezando por una educación integral, que no se reduzca a una pobre y a veces inmoral transmisión de conocimientos, sino que les capacite para el desarrollo de todas sus posibilidades humanas. Solo así se podrá contar con ‘hombres rectos’ –como dice el papa- de quienes quepa esperar una justa y solidaria comprensión del bien común y del desinteresado y entregado ejercicio del trabajo y de la autoridad en la sociedad y en la comunidad política”.

Plan pastoral de juventud

Por ello, el cardenal Rouco anunció un plan pastoral de juventud, de la Conferencia Episcopal, que prevé “la realización de un congreso nacional sobre pastoral de la juventud, que tendría lugar antes de un año, si Dios quiere”.

Valoró el lenguaje del papa a los jóvenes como “estimulante y exigente, para proponerles el camino de la santidad, invitándoles a descubrir la voluntad de Dios sobre sus vidas y a responder con amor decidido”. Y, en consecuencia, “la pastoral juvenil ha de mantener constantemente esa interpelación personal; ha de ser capaz de ofrecer cauces para que los jóvenes puedan acceder al encuentro personal con Dios en Cristo y para ser capaces de ordenar su vida de modo duradero hacia Él. Ese ha de ser el objetivo de todas las actividades, acciones y planificaciones”. “La introducción de los jóvenes a los caminos de una vida cristiana seria, que aspira a la santidad, exige que se les ofrezcan ámbitos donde eso sea realmente factible”.

Plan pastoral del matrimonio y la familia

Anunció también un plan pastoral del matrimonio y de la familia, de la Conferencia, como uno de los “escenarios más importantes de la nueva evangelización”. “Tiene especial relevancia la realidad de una cultura matrimonial y familiar gravemente herida, en España y en el mundo, por el individualismo hedonista y el positivismo jurídico, a los que ha conducido el alejamiento de Dios y de la verdadera humanidad”.

“Esperamos poder abordar con calma en esta Asamblea el estudio del documento acerca de “La verdad del amor humano”, que hubo de ser pospuesto la vez pasada por falta de tie
mpo”, anunció.

San Juan y Santa Teresa de Ávila

Enumeró algunos acontecimientos importantes en el futuro de la Iglesia en España, como la anunciada por Benedicto XVI en Madrid, declaración “próxima” de san Juan de Ávila como doctor de la Iglesia universal.

La recientemente creada “Junta San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia”, trae a esta asamblea de los obispos una propuesta de acciones para preparar la celebración del doctorado que, previsiblemente, tendrá lugar en Roma, y también, a difundir la figura y la doctrina del nuevo doctor. “El santo patrono del clero secular español, ahora con una nueva proyección, será sin duda un estímulo para los nuevos evangelizadores que hoy se necesitan”, afirmó el cardenal Rouco.

Por otro lado, en 2015, se celebrará el quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, la primera mujer declarada doctora de la Iglesia. “Estudiaremos la conveniencia de solicitar la convocatoria de un Año jubilar teresiano, centrado especialmente en el cultivo de la oración, de la que la santa abulense fue y es maestra consumada”, anunció el cardenal.

En cualquier caso, comentó, “esta efemérides nos ofrece una ocasión particular para orientar nuestros planes apostólicos de manera más decidida en la perspectiva de la santidad. La figura de la santa abulense ha jugado un papel decisivo en la historia moderna de la mujer en la Iglesia. Su influencia espiritual en ese fascinante panel de mujeres santas, que a lo largo, sobre todo, de los siglos XIX y XX, ha enriquecido a la Iglesia con múltiples iniciativas de caridad, apostólicas y misioneras, ha sido extraordinaria”.

Y concluyó con palabras del papa al despedirse este verano de nuestro país: «España es una gran nación, que en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica”.

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ZENIT Staff

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