Romano Prodi confiesa su disgusto por la Carta de Derechos europea

Entrevista del presidente de la Comisión Europea a «Radio Vaticano»

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ROMA, 8 feb 2001 (ZENIT.org).- El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, ha querido afrontar ante los micrófonos de «Radio Vaticano» las perplejidades que muchos europeos han experimentado ante la redacción el texto de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, aprobado en la cumbre de Niza en diciembre pasado.

La Carta ha sido criticada por Juan Pablo II y por obispos de todo el viejo continente pues olvida que Europa «es la cuna de las ideas de persona y de libertad, y que estas ideas le han venido por el hecho de haber estado impregnada durante mucho tiempo por el cristianismo» (Cf. Zenit, 24 de septiembre de 2000).

El mismo Jacques Delors, ex presidente del Consejo de Europa, socialista, ha declarado públicamente su oposición a la eliminación en la Carta de Derechos europea a la mención de las raíces cristianas de los valores que dieron lugar a Europa (Cf. Zenit, 24 de octubre de 2000).

Es interesante, por tanto, saber cómo se defiende Romano Prodi (Reggio Emilia, Italia, 1939), católico practicante, que fue primer ministro de su país militando en el Partido Popular Italiano (PPI), que hunde sus raíces en la Democracia Cristiana. Estas son las respuestas que ofreció a los micrófonos de Radio Vaticano (http://www.radiovaticano.org) a las preguntas que le hacen los crisitanos.

–Ante todo, ¿se puede decir que la Carta asumirá un día el papel de Constitución de la Europa Unida?

–Romano Prodi: Deseo que llegue asumir un valor formal desde el punto de vista constitucional. Hace visibles los valores fundamentales y los derechos existentes, poniéndolos al día con estas terribles, grandes y bellas novedades del mundo que están representadas por la globalización y el proceso tecnológico.

La Carta hace explícito el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Ahora bien, ha habido puntos sobre los que se han dado compromisos. Todos lamentamos el que no se haya hecho mención específica de la religión como manantial de inspiración de la Carta, pero también es verdad que hemos tenido que respetar la tradición laica de algunos Estados miembros, en particular, de Francia. Eso sí, el preámbulo hace referencia de manera específica al patrimonio espiritual y moral. Está claro que no ha sido sólo un disgusto para los obispos.

–¿Hay espacio para la familia y la vida en la carta?

–Romano Prodi: De manera explícita. Se impide la clonación con objetivos reproductivos, de modo que se ha puesto un límite fuerte, un punto firme. Además, la carta deja puerta abierta a impedir a los legisladores nacionales las demás formas de clonación, como las terapéuticas. Yo espero que se puedan dar también pasos adelante en este sentido.

–El número de los ciudadanos de la Unión Europea está llamado a crecer (basta pensar en la ampliación al Este) y seguirán dándose flujos migratorios: una oportunidad más para Europa en términos de encuentro, intercambio, enriquecimiento entre los pueblos. ¿Cómo pretende afrontar la Comisión este desafío?

–Romano Prodi: La emigración tenderá a provenir cada vez más de fuera de la Unión. Cuanto más se comparte la acogida a los emigrantes, más se logran crear protecciones con respecto a las inmigraciones ilegales. Nosotros no detenemos la inmigración con metralletas o con vallas espinadas, sino con acuerdos con los países de los que procede la gente, con el objetivo de contar con los inmigrantes regulares que necesitamos.

Nos encontramos en los grandes años del Estado naciente, de la turbulencia, pero al final surgirá una Europa más fuerte. Y no hablo de armas o de la fuerza tradicional, me refiero sobre todo a la ciencia, al regreso a la vanguardia, a las fronteras tecnológicas y científicas. Me refiero a las tradiciones de la gran Europa. Es una Europa que conserva los idiomas: cuando estamos en el Parlamento europeo, yo no hablo inglés, hablo italiano. Esta es la nueva Europa.

La definición más bella que he encontrado es: «Europa es una unión de minorías», pues no hay uno que pisotea a los demás.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación