Saber descansar

Hacia unas vacaciones positivas

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos la reflexión del obispo de San Cristóbal de las Casas, México, Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, que aborda el tema de las vacaciones.

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

En algunas partes y para algunos sectores, estos son días de vacaciones. Nuestra ciudad de San Cristóbal de Las Casas está rebosante de turistas, que alientan la economía y el progreso. Muchos mexicanos y extranjeros, sobre todo europeos, disfrutan de tantas bellezas con que Dios bendijo a Chiapas: cascadas, ríos y lagos con aguas de color entre azul y verde, selva, sitios arqueológicos mayas, templos y edificios coloniales, y sobre todo las varias etnias que viven su cultura y la expresan en sus ropas, ritos y tradiciones. Sin embargo, muchas personas nunca pueden disponer de unos días de descanso, pues deben trabajar día con día, para llevar el sustento a su familia; nunca han sabido lo que significan unas vacaciones. Muchas mujeres casi no descansan.

En Europa, hay muchas inconformidades porque los recortes económicos que la crisis ha obligado a decretar, impiden seguir disfrutando el altísimo nivel al que se acostumbraron, como sus muchos días, hasta meses, de descanso. No quieren perder este logro, que se ha convertido en un derecho. Sus vacaciones son caras, dispendiosas, con un despilfarro que les parece normal; no se limitan y satisfacen todos sus gustos. No comparten la suerte de los pobres de nuestros pueblos, que con un día de vacaciones de un europeo, quizá comerían durante un mes, o en muchos días.

CRITERIOS

En un lenguaje simbólico, para hacer ver la necesidad del descanso para todo ser humano, la Biblia dice que, al terminar la obra de la creación, Dios descansó (Ex 20,11). Jesús, cuando ve que sus apóstoles han trabajado mucho en la misión evangelizadora que les encargó, les invita a descansar: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco…Se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo” (Mc 6,31-33).

Cuando algunos me preguntan qué me ha servido mucho en mi vida, les respondo que son cinco cosas: Estar en paz con Dios y con mi conciencia. En cuanto de mí depende, estar en paz con las demás personas. Ser feliz en mi vocación. Trabajar mucho. Saber descansar.

No cualquiera sabe descansar. Algunos terminan más cansados en sus días de descanso, porque se atiborran de vino, de comida, de vagancia, de no hacer nada útil, de excederse en todo. Cada quien debe educarse a sí mismo para lograr un verdadero descanso, pues no todos nos distendemos de la misma manera. Se puede caminar, andar por la playa o la montaña, ir a un lugar apartado y tranquilo, practicar algún deporte, leer un buen libro o una novela sana, ver algo positivo en la televisión, disfrutar una película, visitar un museo, conocer otros lugares, convivir con la familia, dormir, meditar la Biblia, orar, estar un buen rato ante Jesús Sacramentado. Esto a mí me relaja mucho, me alienta, me fortalece, me da paz, serenidad y ánimo. Hay que educarse para saborear el silencio y no tenerle miedo.

PROPUESTAS

Niños y jóvenes: Si en estas fechas tienen vacaciones, compartan con sus padres su descanso. Ayuden al quehacer de casa. Levántense a buena hora y díganle a papá o a mamá que ustedes hacen lo que ellos acostumbran hacer, para que ellos descansen un poco; que ustedes barren, lavan su propia ropa y la planchan, limpian los trastes, van por las tortillas y al mercado, hacen la comida, dan de comer a los animales del hogar, ponen agua a las flores y les quitan lo seco. Al menos, pongan en orden su habitación. Aprendan a disfrutar una buena conversación con sus padres y hermanos, un buen libro, una sana amistad. Podrían prepararse en forma intensiva para la Primera Comunión, o la Confirmación, ir a un retiro espiritual propio de su edad, con otros niños y jóvenes, de acuerdo con su parroquia. Eviten encerrarse en sí mismos con su música a todo volumen, con sus audífonos que los aíslan, con su internet que los absorbe y los aleja de su familia. Organícense para visitar ancianitos en asilos, o a niños abandonados en orfanatorios; esto les ayudará a valorar más lo que tienen en casa y ser agradecidos con sus padres.

Cada quien analicemos cuál sería una forma positiva de descansar: qué nos hace crecer en humanidad, en armonía familiar, en madurez espiritual.

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ZENIT Staff

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