Sacerdote asesinado en Laos en 1960, en camino de beatificación

Se han necesitado 40 años para tener noticias ciertas de su muerte a manos de guerrilleros

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TRENTO, miércoles, 4 octubre 2006 (ZENIT.org).- En Trento (Italia) se abrirá el próximo 7 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, la fase diocesana del proceso de beatificación del padre Mario Borzaga –misionero Oblato de María Inmaculada (OMI)-, asesinado junto al catequista Thoj Xyooj Paolo en mayo de 1960 en Laos. Tenían 28 y 19 años respectivamente.

Se han necesitado 40 años para tener noticia cierta de su muerte a manos de guerrilleros comunistas, aclara el dicasterio misionero a través de su organismo informativo «Fides».

Mario Borgaza era el menor de seis hermanos; había nacido en Trento en 1932. A los 20 años se unió a los misioneros Oblatos de María Inmaculada. Tras su ordenación, en 1957, Mario fue enviado a Laos –junto al primer grupo de Oblatos italianos-, uno de los países más pobres del mundo y con un escaso porcentaje de cristianos.

En la misión de Paksane aprendió la lengua y la cultura local, así como la vida misionera. A finales de abril de 1960 partió con un joven catequista de la etnia “hmong” para visitar algunos pueblos.

«Mario fue víctima de una situación de inestabilidad político-social que Laos vivía en aquel período y que hallaba en el rechazo de los extranjeros una de sus expresiones más elocuentes –apunta “Fides”-. Otros misioneros habían sido asesinados o amenazados en aquellos años».

Tenía 28 años de edad cuando fue asesinado junto a su joven catequista Thoj Xyooj Paolo.

El padre Borgaza era «ante todo un creyente que vive la profunda emoción de haber descubierto el mayor sí de la historia: ¡el sí de María al proyecto de Dios!», describe el padre Angelo Pelis, postulador de la causa de beatificación del joven trentino –cita «Fides»-.

«Es un poeta, es joven, pero es sobre todo lo que quiere ser: “un hombre feliz, sacerdote, apóstol, misionero… y mártir” -añade-. Alma abierta a la luz de Cristo, enamorado de su sacerdocio, de la Virgen Inmaculada y Dolorosa y de la misión».

Entre los muchos mensajes que transmite hoy este joven misionero mártir, el padre Pelis subraya uno en particular: «Para ser santo no hay límite de edad; para ser santo no hay que hacer cosas extraordinarias, si bien el martirio es una gracia particular».

«El padre Mario no será santo sólo porque es mártir, sino que mereció la corona del martirio por haber respondido a su vocación a la santidad. Nos anima a imitarle. Lo escribió él mismo: “No basta con admirar a los santos; hay que imitarles”», concluye.

Los misioneros Oblatos de María Inmaculada (http://www.omiworld.org/) tienen sus orígenes en 1816. Fueron fundados por San Eugenio Mazenod. La cifra de oblatos ronda actualmente los 4.500 en los cinco continentes.

Para conocer más de cerca al padre Mario Borzaga basta con hacer clic en http://www.omiworld.org/Santo.asp?L=3&S=18 .

Los oblatos tienen un vínculo especial con Laos. Más de un centenar de ellos, sobre todo franceses e italianos, fueron misioneros en el país asiático entre 1935 y 1975.

Una pequeña pero viva comunidad se desarrolló y algunos pueblos eran casi por completo católicos. Durante la guerra siete oblatos fueron asesinados y, tras la victoria de los comunistas, todos los demás expulsados.

Pero se quedó el obispo Jean Khamsé Vithavong -vicario apostólico de Vientiane y último oblato laosiano, ordenado el 26 de enero de 1975-.

En una celebración presidida por este prelado el pasado 18 de junio, Sophone Vilavongsy alcanzó el sacerdocio en la primera ordenación presbiteral de un misionero Oblato en 30 años en Laos.

En 1975, cuando llegó al poder el comunista Patheth Lao, fueron expulsados, sin posibilidad de retorno, todos los misioneros extranjeros del país. Desde ese año no le es posible entrar ni operar en el país a ningún instituto religioso internacional con miembros extranjeros.

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ZENIT Staff

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