Santa Sede: combatir la droga para defender a la familia

Intervención de monseñor Migliore en las Naciones Unidas

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ROMA, lunes 12 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- La lucha contra el tráfico de drogas es fundamental para la defensa de la familia, afirmó el pasado jueves en Nueva York el arzobispo Celestino Migliore, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas.

El prelado intervino en la 64ª sesión de laAsamblea General ante el Tercer Comité sobre el item 105, «Control internacional de las drogas», reafirmando la importancia de la familia como «piedra angular de la reducción de la demanda y de las estrategias de atención» en el sector de las sustancias estupefacientes.

«Visto que muchas causas y consecuencias de la dependencia de las sustancias psicotrópicas están relacionadas con las dinámicas familiares», observó, «la prevención, el cuidado, la rehabilitación y los esfuerzos se deberían concentrar en las relaciones familiares en sus dimensiones biológicas, psicológicas, sociales, culturales y económicas».

Esto, añadió, es aún más importante dado que «el abuso de las drogas puede debilitar a la familia, que es la base de la sociedad, dañando así el tejido social de la comunidad y contribuyendo incluso a la desestabilización de la sociedad».

Las investigaciones, por otro lado, siguen subrayando que «los principios fundamentales de la sociedad se aprenden en casa».

Alternativas reales

En su discurso, el representante de la Santa Sede subrayó que el abuso de las drogas «sigue impidiendo la capacidad de los individuos, de las comunidades, de las Naciones, de alcanzad el desarrollo económico, político y social».

El abuso de las drogas, subrayó, «afecta a individuos de todo estatus socio-económico», representando «una fuente de evasión financiera, emocional y psicológica con efectos devastadores sobre las personas y sobre sus familias».

Por este motivo, la delegación vaticana «concuerda decididamente en el hecho de que la salud global del individuo esté en el centro del control del consumo de drogas, y que como sociedad se deben defender la salud y la dignidad de las personas evitando el uso de drogas y aliviando el sufrimiento de los toxicómanos a través de la curación».

Afrontar las necesidades sanitarias de los individuos, explicó, será sin embargo insuficiente si no se consigue también hacer frente a los «diversos factores que llevan a la producción y al consumo de drogas».

Con este propósito, el Observador Permanente recordó cómo los países en vías de desarrollo y las personas afligidas por la pobreza son «particularmente vulnerables a los efectos devastadores del tráfico de drogas, porque son puntos estratégicos para el tráfico o cultivadores con buen mercado».

En estos países, subrayó, se están realizando de varias formas programas de desarrollo que proporcionan a las familias campesinas «alternativas reales a los cultivos de amapolas y de coca, que causan destrucción y derramamiento de sangre».

Estos programas, declaró el representante vaticano, «deben seguir siendo apoyados a nivel nacional, regional e internacional», así como deberían realizarse «mayores esfuerzos para subrayar el nexo causa-efecto entre el creciente desarrollo y la erradicación del tráfico de droga».

Reacción en cadena

La delegación vaticana recordó también «con particular preocupación» los vínculos «cada vez más obvios» entre el tráfico de droga «y otras tragedias humanas como el tráfico de seres humanos, la proliferación de armas de pequeño calibre, el crimen organizado y el terrorismo».

Estos elementos, señaló, «muestran que el abuso de sustancias no es una transgresión sin víctimas, sino que tiene un impacto devastador y de amplio calado en toda la comunidad», y quienes sufren las consecuencias «son especialmente los pobres y los vulnerables».

«Los individuos que caen presa del uso y abuso de drogas necesitan apoyo y asistencia por parte de los miembros de su familia, de la comunidad y de la sociedad», concluyó.

«Cuantos han combatido y vencido la aflicción del abuso de drogas son modelos verdaderamente positivos y, siendo ‘embajadores de esperanza’ pueden tener una influencia importante en la vida de los demás».

[Por Roberta Sciamplicotti, traducción de Inma Álvarez]

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación