Santa Sede: «La deuda se debe resolver de una vez para siempre»

Seminario «De la reducción de la deuda a la reducción de la pobreza»

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ROMA, 5 dic (ZENIT.org).- Con el objetivo de no «perder» los esfuerzos realizados durante el Jubileo para reducir la deuda externa de los países pobres –como pidió ayer Juan Pablo II– avanzan las sesiones del seminario «De la reducción de la deuda a la reducción de la pobreza», que se concluirá mañana en el Vaticano.

El encuentro, de carácter internacional (Cf. archivo de Zenit), ha ofrecido la oportunidad al secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, el obispo Diarmuid Martin, en un encuentro que mantuvo ayer con la prensa, hacer un primer balance sobre la campaña de reducción de la deuda que ha tenido lugar en este Jubileo.

«Nadie –ha dicho– puede pensar que todo lo que se ha hecho hasta ahora sea satisfactorio, aunque no podamos decir que no se ha hecho nada».

Hasta el día de hoy, son 20, en vez de los 41 que se esperaba, los países que se han adherido a la campaña para la reducción de la deuda, mientras que «algunos gobiernos han extendido la cancelación de la deuda bilateral al 100%».

Además –constata Martin–, algunos «vicios» de la economía mundial pesan sobre los pobres: el «proteccionismo del Norte cuesta cien mil millones de dólares anuales a los países del Sur», mientras que «la dificultad de tener un
precio seguro para los productos, a causa del control de las multinacionales, sume en la crisis a muchos países».

Pero, ha añadido el prelado, «debemos también ser conscientes de que el problema de la deuda no se resuelve en 5 ó 10 minutos, harán falta quizá 5 ó 10 años, pero se debe resolver de una vez para siempre, porque es absurdo que un país gaste el 30-40% de su propio producto interior bruto para pagar la deuda, en vez de que se invierta en desarrollo».

Sólo desde hace un par de años, por ejemplo, se ha comprendido que hace falta «poner a los pobres y a los pueblos en el centro del proceso: antes las políticas se decidían en París, a puerta cerrada, y ni siquiera los parlamentos de los países en vías de desarrollo sabían nada; hoy todo está a disposición en Internet», constata el secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

Juan Pablo II pedía ayer precisamente que los programas de reducción de la deuda permitan a «los países más pobres» «en una fuerza capaz de guiar los esfuerzos para luchar contra la pobreza y producir beneficios de progreso económico y social entre su gente» (Cf. «En un mundo consumista, es más agudo el escándalo de la pobreza»)

En estos dos o tres años, concluye monseñor Martin, «se ha manifestado una voluntad de cambio en numerosas instituciones, como por ejemplo el Banco Mundial», pero los organismos internacionales «son mastodónticos y los representantes de la vieja línea están todavía allí; las reformas van adelante lentamente y encuentran resistencias».

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ZENIT Staff

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