Santa Sede: La Europa del mañana necesita políticas educativas interculturales

En la Conferencia de ministros europeos de Educación

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ESTAMBUL, martes, 15 mayo 2007 (ZENIT.org).- La Europa del mañana necesita políticas educativas que apunten al desarrollo integral de la persona en una perspectiva intercultural y de mayor cohesión social, sostiene la Santa Sede.

Es lo que subrayó en su intervención monseñor J. Michael Miller, csb, secretario de la Congregación para la Educación Católica, y jefe de la delegación de la Santa Sede en la 22ª Sesión de la Conferencia permanente de los ministros europeos de Educación, que tuvo lugar los días 4 y 5 de mayo pasados, en Estambul, Turquía, dentro de las actividades del Consejo de Europa.

El encuentro sirvió para centrar la atención en los derechos de los niños desde un punto de vista educativo, y sobre la base de políticas dirigidas a subrayar que la educación debe ser un vehículo eficaz para el diálogo entre culturas, la comprensión recíproca y el respeto a las diferencias; además de subrayar el valor esencial de una educación cualificada en una sociedad más humana y equitativa.

La conferencia ofreció además la oportunidad de debatir sobre el desafío que el viejo continente tendrá que afrontar en los próximos años, el de «construir una Europa más humana y comprensiva», a la luz de políticas educativas capaces de afrontar las cuestiones que presenta la creciente mutliculturalidad».

Este tema se inserta, además, en los objetivos estratégicos definidos por el Plan de Acción adoptado en la Tercera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Consejo de Europa, celebrada en Varsovia los días 16 y 17 de mayo de 2005.

«El logro de este objetivo implica necesariamente una sociedad capaz de respetar la dignidad de cada persona humana, una sociedad que tiene como meta indispensable proporcionar una educación de calidad para todos», comentó en su discurso el secretario de la Congregación para la Educación Católica.

Por «educación de calidad», añadió, se deben entender algunos objetivos educativos como «el desarrollo cognoscitivo, moral y espiritual de los estudiantes; la transmisión de valores y cultura; la promoción de la cohesión social; y el crecimiento de la personalidad del estudiante en toda dimensión», añadió.

«Además, una educación integral debería ayudar a formar a una nueva generación en la participación social, en la solidaridad y en una comprensión critica de la realidad», afirmó.

«Una sociedad más humana y comprensiva debe cuidar de sus miembros más débiles. La atención de las políticas educativas a los derechos del niño es un aspecto significativo de esta tutela. A través de la educación un niño debería ser ayudado a satisfacer sus necesidades afectivas y educativas», añadió.

«Una educación auténtica debería enseñar a las nuevas generaciones el respeto por las otras culturas y promover el reconocimiento de la riqueza de su historia y de sus valores», subrayó.

«La educación, además, está llamada a proporcionar elementos indispensables para el desarrollo de una visión intercultural entre los pueblos», añadió.

«A nivel pedagógico, la perspectiva intercultural (…) significa construir juntos un destino común, luchar por la cooperación y la fraternidad (…) e impone la necesidad de investigar los fundamentos éticos de todas las experiencias culturales», explicó.

Además, «exige la preservación de una identidad y evita la propuesta de modelos genéricos, que podrían fácilmente conducir a una fragmentación cultural y a una inestabilidad política».

«Es necesario que propongamos claros objetivos pedagógicos que promuevan la superación del individualismo radical», «A través de la formación de los jóvenes en los valores de la solidaridad en lugar de la competencia, de la participación y de la acogida en lugar del aislamiento y la indiferencia», subrayó.

«Por último, tales políticas no deberían nunca olvidar el fin primario de la educación que es el desarrollo integral de la personalidad, en toda dimensión, incluida la religiosa, tanto en el ámbito del conocimiento como de los valores».

«De tal modo, la educación será verdaderamente capaz de dar su aportación a la educación de una Europa del mañana más humana y completa», concluyó.

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ZENIT Staff

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