Santa Sede: la eutanasia en Holanda, violación de la dignidad humana

Declaración de exponentes vaticanos tras la aprobación de la «dulce muerte»

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CIUDAD DEL VATICANO, 29 nov (ZENIT.org).- «Un triste récord». Estas tres palabras sintetizan la reacción del Vaticano a la noticia de la aprobación de la legalización de la eutanasia por parte de la mayoría de los diputados de Holanda.

En declaraciones ofrecidas a la prensa, el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, ha explicado que «La aprobación de una ley que viola la dignidad de la persona humana y que pone a los legisladores en contra de la opinión pública, es un triste récord para Holanda».

El Congreso holandés aprobó ayer, por 104 votos a favor y 40 en contra, el nuevo proyecto de ley que legaliza esta práctica en determinadas condiciones. La medida tiene en cuenta incluso a niños de doce años que quieran morir (Cf. «Holanda legaliza la eutanasia, incluso para los niños»). En caso de que la medida pase, Holanda sería el primer país del mundo en adoptar una medida de este tipo.

Para el portavoz de Juan Pablo II, «esa ley contradice la declaración de Ginebra de 1948 de la asociación mundial de médicos, así como los principios éticos médicos aprobados por 12 países de la Comunidad Europea en 1987».

El portavoz del Vaticano estima que «el primer problema que genera la legalización de la eutanasia tiene que ver con la conciencia de los médicos».

«De nuevo nos encontramos frente a una ley del Estado contraria a las leyes de la conciencia de cada uno», afirmó Navarro.

En previsión de la reacción de la Iglesia, diputados europeos de tres partidos de la coalición de Gobierno holandés lanzaron el pasado 18 de noviembre una campaña para solicitar que el Vaticano no sea representado como Estado en organismos internacionales, tales como Naciones Unidas.

Por su parte, el obispo Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, ha explicado a los micrófonos de «Radio Vaticano» que, en caso de que sea aprobada por el Senado –algo que parece seguro–, la ley holandesa «abandona en la práctica al paciente en el momento de la desesperación».

«Es sabido que siempre hay momentos de desconsuelo en las fases agudas del dolor de la vida y que en esos casos hay necesidad de apoyar a la persona, y no de abandonarla o incluso de acompañarla al suicidio», añade Sgreccia.

Por eso, esta ley «representa un auténtico trauma para Europa, un fracaso moral. Hoy el dolor se puede controlar: no ha habido otro período en la historia de la medicina en el que el dolor haya sido más fácilmente dominable».

Por último, el obispo Sgreccia explica que «las estadísticas han comprobado que estas peticiones de muerte anticipada son, en realidad, peticiones de asistencia, de acercamiento humano. Quienes han superado esa crisis, con el tiempo, han declarado que no querían que se les suministrara la muerte, sino simplemente que se estuviera más cerca de ellos».

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ZENIT Staff

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