Santa Sede: la violencia no llevará a ninguna parte, ni ahora ni en un futuro

Intervención de monseñor Silvano Maria Tomasi en Ginebra en la sesión especial del Consejo ONU para los derechos humanos dedicada al conflicto israelí-palestino

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«La voz de la razón parecer sumergirse en el ruido de las armas». Lo ha afirmado monseñor Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en la oficina de las Naciones Unidas, durante la sesión especial de ayer del Consejo ONU para los derechos humanos dedicados al conflicto que se está desarrollando en Israel y Palestina.

Monseñor Tomasi indicó que «la violencia no llevará a ninguna parte, ni ahora ni en un futuro. La perpetración de injusticias y la violación de los derechos humanos, en particular el derecho a la vida y a vivir en paz y seguridad, siembran semillas llenas de odio y resentimiento».

Del mismo modo aseguró que «se está consolidando una cultura de la violencia, cuyos frutos son destrucción y muerte. A la larga, no podrá haber vencedores en la tragedia actual, solo más sufrimiento». La mayor parte de las víctimas -subrayó- son civiles, que deberían ser protegidas por el derecho humanitario internacional.

Por otro lado, el observador de la Santa Sede recordó que las Naciones Unidas estiman que cerca del setenta por ciento de los palestinos asesinados son civiles inocentes. «Es intolerable cómo los misiles van directos indiscriminadamente hacia objetivos civiles en Israel. Las conciencias están paralizadas por un clima de violencia prolongada, que trata de imponer la solución a través de la eliminación del otro. Demonizar a los otros, sin embargo, no elimina sus derechos. En cambio, el camino para el futuro, está en el reconocer nuestra común humanidad», aseguró.

Monseñor Tomasi citó un discurso del papa Francisco en Belén en su peregrinación a Tierra Santa: «por el bien de todos» – dijo el Papa- «que se redoblen pues los esfuerzos y las iniciativas para crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad. Ha llegado el momento de que todos tengan la audacia de la generosidad y creatividad al servicio del bien, el valor de la paz, que se apoya en el reconocimiento, por parte de todos, del derecho de dos Estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente».

El prelado continuó destacando que «la legítima aspiración a la seguridad, por un lado, y de condiciones de vida digna por el otro, con el acceso a los medios de existencia normales, como medicinas, agua y puestos de trabajo, refleja un derecho humano fundamental, sin el cuál la paz es muy difícil de mantener».

De este modo, monseñor Tomasi afirmó que «el empeoramiento de la situación de Gaza es un reclamo incesante a la necesidad de llegar a un alto el fuego inmediato y de iniciar negociaciones para una paz duradera». Y así, observó que «se convierte en responsabilidad de la comunidad internacional comprometerse seriamente en la búsqueda de la paz y ayudar a las partes en este conflicto horrible para alcanzar una cierta comprensión, con el fin de detener la violencia y mirar al futuro con confianza recíproca».

El representante vaticano añadió que «la violencia no paga nunca. La violencia traerá solo más sufrimiento, devastación y muerte, e impedirá que la paz se convierta en realidad. La estrategia de la violencia puede ser contagiosa y convertirse en incontrolable». Por eso, explicó, «para combatir la violencia y sus consecuencias negativas debemos evitar acostumbrarnos a matar». 

Finalmente, monseñor Tomasi destacó que los medios de comunicación «deberían informar con equidad e imparcialidad la tragedia de todos aquellos que sufren a causa del conflicto, con el fin de facilitar el desarrollo de un diálogo imparcial que reconozca los derechos humanos». Y concluyó afirmando que «el círculo vicioso de la venganza y de la represalia debe cesar. Con la violencia los hombres y las mujeres continuarán viviendo como enemigos y adversarios, pero con la paz pueden vivir como hermanos y hermanas».

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ZENIT Staff

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