Santa Sede: para derrotar el Sida se necesitan mayores esfuerzos

El arzobispo Migliore interviene en la Asamblea General de la ONU

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NUEVA YORK, lunes 14 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Para luchar eficazmente contra el HIV/Sida y vencer esta pandemia, se necesitan “mayores esfuerzos» por parte de la comunidad internacional, declaró el arzobispo Celestino Migliore, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas.

El prelado intervino el pasado miércoles en Nueva York, en la 64ª sesión de la Asamblea General de este organismo sobre el ítem 44, «Implementación de la Declaración de Compromiso sobre el HIV/Sida y de la Declaración Política sobre el HIV/Sida”.

En la Declaración de Compromiso sobre el HIV/Sida de 2001, recordó, “Jefes de Estado y de Gobierno reconocieron con urgente preocupación que la difusión del HIV constituía una emergencia global y uno de los mayores desafíos a la vida y a la dignidad humana, además de un serio obstáculo a la realización de los objetivos de desarrollo concordados a nivel internacional».

Cinco años después, en la Declaración Política, “notaron con alarma que después de un cuarto de siglo de esta plaga estamos aún afrontando una catástrofe sin precedentes'».

En ambas ocasiones, recordó monseñor Migliore, se tomó un compromiso para “emprender las acciones necesarias para combatir esta seria amenaza a la comunidad humana».

Considerando el “significativo empeño” de las organizaciones sostenidas por la Iglesia católica “en proporcionar asistencia en toda parte del mundo a quien está afectado por el HIV/Sida”, la delegación vaticana quiso recordar la necesidad de mayores esfuerzos para hacer frente a esta epidemia, la respuesta a la cual encuentra aún “muchos obstáculos».

«7.400 personas se infectan con el HIV cada día: casi cuatro millones de personas reciben actualmente cuidados, mientras que 9,7 millones están aún a la espera de estas intervenciones que salvan y prolongan la vida; por cada dos personas que comienzan el tratamiento, otras cinco son infectadas”, subrayó.

En este panorama, monseñor Migliore declaró que, si hay que combatir el Sida “de modo realista afrontando las causas desde la raíz” y “dar a los enfermos la atención afectuosa de la que tienen necesidad”, es necesario “dar a la gente más conocimiento, habilidades, competencias e instrumentos técnicos».

Por eso, pidió que se dedique “más atención y recursos a sostener un acercamiento basado en los valores, fundado en la dimensión humana de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que lleve a una nueva forma de comportarse respecto de los demás».

«La difusión del Sida puede ser detenida eficazmente, como afirman también los expertos de salud pública, incluyendo este respeto de la dignidad de la naturaleza humana y de su inherente ley moral como elemento esencial en los esfuerzos de prevención del HIV».

La delegación vaticana está también “profundamente preocupada” por «la brecha de fondos disponibles para los tratamientos antirretrovirales entre las poblaciones pobres y marginadas».

Los donantes internacionales, refirió el arzobispo, han dado instrucciones a los distribuidores de estos medicamentos vinculados a la Iglesia católica que “no inscriban nuevos pacientes en estos programas”, y “expresan preocupación por los ulteriores recortes incluso para quienes ya reciben estos tratamientos».

En semejante contexto, «la comunidad global tiene una seria responsabilidad en ofrecer un acceso equitativo y continuo a estos medicamentos”. Si fracasa “no sólo provocará pérdidas y sufrimientos indecibles a los individuos y a las familias directamente afectadas por la enfermedad, sino que favorecerá también graves consecuencias desde el punto de vista de la salud pública, social y económica de toda la familia humana».

El Observador Permanente subrayó que son “particularmente vulnerables” los niños afectados de HIV o por la infección coordinada HIV/tuberculosis.

“El acceso al diagnóstico precoz y al cuidado es mucho menos accesible para los niños afectados de HIV que para los adultos”, denunció. “Sin este acceso, al menos la tercera parte de estos niños muere antes del primer cumpleaños, y al menos la mitad muere alrededor del segundo».

«Esta pérdida de generaciones futuras no puede seguir siendo afrontada con silencio o indiferencia».

«Frente a la amenaza del HIV y del Sida – concluyó – debemos reconocer la necesidad de la familia humana de solidaridad mundial, valoración honrada de las aproximaciones del pasado, que pueden estar basadas más en la ideología que en la ciencia y los valores, y acción decidida que respete la dignidad humana y promueva el desarrollo integral de cada persona y de toda la sociedad”.

Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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