Santa Sede: «salud» reproductiva, un riesgo para la salud

Intervención del arzobispo Lozano ante la Asamblea Mundial de la Salud

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CIUDAD DEL VATICANO, 27 mayo 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede tomó la palabra ante la Asamblea Mundial de la Salud para constatar que los proyectos de salud reproductiva, que entre otras cosas recurren al aborto, constituyen un riesgo para la misma salud.

Al intervenir ante la Asamblea Mundial de la Salud (OMS), que se celebró en Ginebra del 13 al 18 de mayo, el arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud profundizó en las causas ideológicas de esas políticas.

«Es de señalar –denunció– como un riesgo patente contra la salud la mentalidad neo-maltusiana contra la vida (dado que salud y vida se identifican), presente en proyectos de salud reproductiva especialmente propuestos para el tercer mundo».

El prelado mexicano consideró que estas posturas ideológicas implican un «equivoco en la concepción de lo que es la calidad de vida, que ha llevado en algunos lugares a la legalización de la eutanasia»

Tras realizar un análisis sobre los riesgos sanitarios actuales (enfermedades infecciosas, tabaquismo, alcoholismo, droga, cáncer, enfermedades mentales y otras…) el jefe de la delegación vaticana recordó que la OMS habla de tres aspectos de la salud: físico, mental y social.

«Un riesgo importante es que se consideren cerrados en sí mismos, o que se le dé más importancia a uno que a otro. Son vasos comunicantes», afirmó el arzobispo.

«Podríamos decir que la salud consiste en su armonía. Esta armonía impele a salir de sí mismo y emplear la capacidad física y la auto-transparencia psíquica para crear la solidaridad social y ambiental, añadió.

«El proyecto global de vida y de salud que armoniza todo es lo que algunos llamamos espiritualidad de la salud –ilustró–. Consiste en vencer el encerramiento individualista y vivir para los demás».

«Es una tensión dinámica hacia la armonía, para crear nuevas condiciones de vida y por tanto de salud para toda la humanidad, prefiriendo a los más pobres y necesitados. Consiste en crear el «Bien común internacional» de la Salud», concluyó.

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ZENIT Staff

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