Santa Sede y energía atómica: urge superar la lógica de la fuerza y el uso miope de recursos

VIENA, viernes, 5 octubre 2007 (ZENIT.org).- Para la Santa Sede, la reflexión sobre la cuestión nuclear, en un contexto mundial de creciente interdependencia, evidencia que el uso de la fuerza no es sostenible, pues alimenta la desconfianza y muestra una aproximación miope al uso de enormes recursos.

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El arzobispo Dominique Mamberti, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, intervino en estos términos en Viena, el pasado 17 de septiembre, en la 51ª sesión de la Conferencia General de la Agencia Internacional para la Energía Atómica.

En tal foro, el prelado subrayó tres objetivos para cuya consecución debería unirse la comunidad internacional. Y lo hizo de la mano de Benedicto XVI.

El Papa, el pasado 29 de julio, con ocasión del 50º aniversario de la agencia, advirtió que los cambios históricos de las últimas cinco décadas «subrayan cómo, en el difícil cruce de caminos en el que se encuentra la humanidad, cada vez es más actual y urgente el compromiso por alentar la no proliferación de armas nucleares, promover un progresivo y compartido desarme nuclear y favorecer el uso pacífico y seguro de la tecnología nuclear a favor de un auténtico desarrollo, que respete el ambiente y que esté siempre atento a las poblaciones más desfavorecidas».

Para lograr los tres objetivos, monseñor Mamberti exhortó a una aproximación multilateral «penetrada de diálogo y honestidad, además de una cooperación responsable entre todos los miembros de la comunidad internacional».

«Tal acercamiento multilateral –añadió— debe caracterizarse por el desarrollo y la actuación de un nuevo paradigma de seguridad colectiva en el que cada país reconozca los claros límites del recurso a las armas nucleares para su propia seguridad».

«En las difíciles encrucijadas en la que la humanidad se encuentra hoy, encrucijadas caracterizadas por una creciente interdependencia en niveles económicos, políticos, sociales y ambientales, el uso de la fuerza ya no representa una solución sostenible en el tiempo: alimenta una desconfianza recíproca y se remite a un sentido distorsionado de prioridades que hace uso de enormes recursos de una manera miope», alertó el prelado.

En su opinión «debe evitarse la tentación de afrontar nuevas situaciones con antiguos sistemas».

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ZENIT Staff

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