Santidad en la fábrica o la oficina: legado del beato Escrivá; dice el Papa

Recibe a cinco mil miembros del Opus Dei en el centenario de su nacimiento

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDA DEL VATICANO, 13 enero 2002 (ZENIT.org).- La fábrica, la oficina, la biblioteca, el taller mecánico o las paredes de casa son lugares de santificación, constató Juan Pablo este sábado al recordar la herencia espiritual que dejó el beato Josemaría Escrivá.

El pontífice quiso celebrar el centenario del nacimiento del fundador del Opus Dei encontrándose en la sala de audiencias del Vaticano con cinco mil miembros de la Prelatura. En representación de los presentes presentó el saludo al Santo Padre el prelado, monseñor Javier Echevarría.

Parte de los presentes en la audiencia –unas 1.200 personas de 57 naciones– acababan de concluir el Congreso internacional cono motivo del centenario de Escrivá, que había comenzado el 8 de enero pasado con el lema «La grandeza de la vida corriente».

«Desde los inicios de su ministerio sacerdotal –explicó el pontífice en el encuentro–, el beato Josemaría Escrivá puso en el centro de su predicación una verdad: todos los bautizados están llamados a la plenitud de la caridad y el modo más inmediato para alcanzar esta meta común se encuentra en la normalidad cotidiana».

«El Señor quiere entrar en comunión de amor con cada uno de sus hijos, en la trama de las ocupaciones de cada día, en el contexto cotidiano en el que se desarrolla la existencia», añadió.

De este modo, siguió diciendo el obispo de Roma, según Escrivá, «el trabajo es transfigurado por el espíritu de oración y se hace posible de este modo permanecer en contemplación de Dios, incluso cuando uno está cumpliendo con sus diferentes ocupaciones».

«Para todo bautizado que quiera seguir fielmente a Cristo, la fábrica, la oficina, la biblioteca, el laboratorio, el taller mecánico, las paredes de casa pueden transformarse en lugares de encuentro con el Señor, quien quiso vivir durante treinta años de manera escondida», explicó el papa recogiendo el pensamiento del fundador de la Prelatura.

«La vida cotidiana, con su aparente color gris –explicó–, en su monotonía hecha de gestos que parecen repetirse siempre del mismo modo, puede alcanzar el relieve de una dimensión sobrenatural y ser así transfigurado».

«Los pequeños acontecimientos de la jornada encierran en sí una insospechable grandeza y, viviéndoles precisamente con amor hacia Dios y los hermanos es posible superar en su raíz toda fractura entre fe y vida cotidiana, fractura que el Concilio Vaticano II denuncia como uno de los «errores más graves de nuestro tiempo»», subrayó el Papa Wojtyla.

Además, aclaró, «al santificar su propio trabajo en el respeto de las normas morales objetivas, el fiel laico contribuye eficazmente a edificar una sociedad más digna del hombre y a liberar la creación».

Por eso, el pontífice, que pronto podría canonizar a monseñor Escrivá, concluyó invitando a seguir sus huellas, especialmente cuando animaba a «amar al mundo apasionadamente», haciendo una interesante aclaración: «Sed hombres y mujeres de mundo, pero no seáis hombres y mujeres mundanos».

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación