Santidad y misión, dos aspectos del seguimiento de Cristo, según Juan Pablo II

Discurso a la Congregación de las Religiosas de Notre Dame

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 11 octubre 2004 (ZENIT.org).- La santidad de vida y la misión no son más que dos aspectos del compromiso al que todo cristiano está llamado en su seguimiento de Cristo.

Así lo constató Juan Pablo II al recibir este lunes a las setenta participantes en el XI Capítulo General de la Congregación de las Religiosas de Notre Dame.

En el discurso que dirigió en inglés a las religiosas, Juan Pablo II evocó el legado que ha dejado a la Iglesia su fundadora, sor Maria Aloysia Wolbring (1828-1889), nacida en Holanda y educada en Alemania.

Siendo una joven maestra, junto a su colega Elisabeth Kühling, fundó la congregación religiosa para dedicarse de manera especial a la asistencia y educación de los niños necesitados.

La hermana Maria Aloysia formó parte del grupo de religiosas que tuvo que viajar a los Estados Unidos, en 1874, como resultado de la opresión religiosa del Kulturkampf en Prusia. Allí promovió el crecimiento de la congregación, viviendo al mismo tiempo su vocación al servicio de los niños. Sus restos yacen en Cleveland.

En su discurso en inglés, el Santo Padre invitó a sus hijas espirituales a «seguir abrazando con alegría la llamada a la santidad en la perfección de la caridad y a cuidar, según vuestras propias tradiciones, el ascetismo propio de las personas consagradas».

«Vuestra fundadora, sor Maria Aloysia fundó un nuevo instituto religioso completamente inspirado y sostenido por el amor providencial de Dios», recordó el Papa.

«Después de un período de servicio generoso al prójimo, llegó a comprender que el amor compasivo de Dios por sus hijos brillaría aún más intensamente en una vida completamente dedicada al Señor», añadió.

«Vio desde el principio que la santidad personal y la misión eran aspectos inseparables del compromiso radical de seguir a Cristo», subrayó.

Con este espíritu, el Papa alentó a las religiosas a «seguir abrazando con alegría la llamada a la santidad en la perfección de la caridad y a cuidar, según vuestras propias tradiciones, el ascetismo propio de las personas consagradas».

El Capítulo General, en el que la congregación religiosa está revisando sus constituciones, ofrece, consideró el Papa, «una oportunidad para examinar y renovar la alianza con esa misma visión y con el carisma particular de vuestra fundadora, manifestado en vuestra espiritualidad y tradiciones de vida».

«Este examen, emprendido en apertura de oración al Espíritu Santo, os ayudará a determinar los aspectos de vuestro Instituto que queréis reforzar para dar así un testimonio aún más claro del amor infalible de Dios».

El Papa se despidió invitando a las religiosas a «predicar eficazmente la Buena Nueva, siendo plenamente lo que sois y llevando esa realidad a las gentes».

Más información sobre la Congregación de las Religiosas de Notre Dame en http://www.snd1.org

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ZENIT Staff

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