Scalfaro: La nueva Europa necesita de la oración y acción de los cristianos

MADRID, 25 mayo 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- «La historia de Europa está «marcada» por una característica particular, una vocación a la unidad», aseguró este sábado el ex presidente de la República italiana Oscar Luigi Scalfaro.

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El ex mandatario pronunció una conferencia titulada «Los valores de Europa» durante el acto de clausura del año académico de la Universidad Francisco de Vitoria, en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón.

«Si examinase uno con atención los distintos momentos de esta historia, tendría la tentación de negar esta observación: las guerras, infinitas en número y duración, son expresión grave de signo contrario. Y sin embargo, si el examen de esta historia es sereno y profundo, aquella vocación a la unidad surge, y surge precisamente en los momentos positivos, en tiempos de paz, entre una y otra guerra, entre una y otra intemperie política y humana», subrayó Scalfaro.

El ex presidente italiano realizó un somero repaso de la historia de Europa, comenzando por el imperio romano, del que «nunca se subraya la fase de agresión armada y de conquista por las legiones romanas, sino siempre y sólo el goce de la civilización jurídica romana que se ha quedado en todos los pueblos, fundamento e inspiración de su patrimonio jurídico».

Posteriormente, el cristianismo «introdujo en la grande página del derecho romano un soplo aún desconocido, totalmente nuevo y, al mismo tiempo, revolucionario: este amor anunciado por Jesús de Nazaret, frente a quien todos los hombres somos iguales y hermanos por ser sus hijos».

«Fue el cristianismo, precisamente, el que dictó, el que proporcionó a la Europa de la Edad Media una fuerza unificadora excepcional: la humanitas», sentenció Scalfaro.

Dentro del cristianismo, destacó en particular «la cultura en el interior de los monasterios; el cuidado y el estudio de los documentos de la antigüedad; la acogida y el empeño de ahondamiento de la religión católica«, que supusieron «el comienzo y manantial de grande civilización para los pueblos».

Ante este panorama, el ex mandatario italiano se preguntó si era «tan difícil ver en la diversidad no la causa primera de las divisiones y consecuentemente de las guerras, sino más bien la incomparable riqueza de pueblos capaces de sacrificio, amor, ingenio para mejorar su existencia, aptitud para descubrir lo nuevo en la ciencia, en la técnica, en todo lo que puede ser útil al hombre, a la gente».

«Tenemos que saber superar una «tradición» de divisiones, de no conocimiento, de rivalidades, de egoísmo inhumano y obtuso, de clausuras peligrosas, antihumanas», propuso Scalfaro.

A continuación, el ex presidente de la República italiana puso en tela de juicio la «soberanía de los estados», ya que espera que «un día acabará sepultada por concepciones mucho más humanas y por lo tanto capaces de humildad».

«La soberanía es elemento que tiene valor si sirve a la persona humana, pero, cuando se transforma en obstáculo y daño, es bien que poco a poco (¿o de repente?) se apaga para que se les impida a los pueblos que se conozcan, se aprecien, colaboren, solidaricen, tengan trato social», observó. «La soberanía no puede ser arma que sirve demasiadas veces sólo a quien gobierna y hace daño al pueblo», sentenció Scalfaro.

El ponente pidió a los universitarios presentes, que ese día recibían su graduación, una «meditación» para lograr «una convivencia pacífica», y les formuló unas preguntas: «¿Tengo claro el concepto de los otros?; ¿me acuerdo que yo mismo para los demás soy uno de los otros?; ¿penso que quien es “otro” para mí va a quedarse así para siempre o me convenzo que depende de mí, de mi manera de pensar, de mi capacidad de amar, de mis sentimientos, que el otro poco a poco se transforme dentro de mí?; ¿llegará un día en que aquel vosotros se transforme en nosotros ?; cuanto espacio de mí ofrezco a los otros?; ¿lo ocupo yo todo?; ¿es tan gigantesco mi yo?».

«Los grandes de la historia, los grandes de verdad por su calidad de hombres (no los grandes que se miden según las guerras) son personas que todo lo han dado a los demás, pensamiento, actividad, siempre por amor y con sacrificio», subrayó Scalfaro.

«He aquí los mártires de ideales humanos o trascendentes, he aquí los mártires por la fe, la libertad, la hermandad, la justicia, la Paz: Pensemos en ellos con reverencia. Sobre estos valores se apoya la Paz», aseguró.

Scalfaro se adentró a continuación en un tema de actualidad: la guerra preventiva, de la que dijo: «Yo intervengo a matar en mi subjetiva certeza que de otro modo me matarían a mí. Tesis que contiene una aberración, que está en contraste con el derecho internacional y con todo principio de ética humana».

Scalfaro deslegitimizó la guerra de Irak, «la cual, aun concluida en breve tiempo, queda como guerra ilícita, contraria al derecho internacional y a las Instituciones internacionales que han sido fuertemente sacudidas y dañadas».

«Los grandes profetas de Europa, De Gasperi, Adenauer, Schuman, pensaron y obraron para Europa afirmando que sólo una Europa política puede ser apta para decir un «no» fuerte y eficaz a la guerra», observó.

Para Scalfaro, es necesario redescubrir los valores de Europa, y que «hay que volver a empezar en la Persona humana y buscar todo lo que la pone en la plenitud de sus derechos, de su dignidad, de sus deberes. Hoy, el punto de enfoque es la Persona en relación con la comunidad en la que vive y obra».

Para ello, «es fundamental la colaboración de los cristianos, que tiene que ser la aportación del Evangelio».

«Aun para edificar de veras una Europa de prosperidad y paz, es necesario que los ciudadanos de Europa cristianos estén en primer lugar rezando y obrando», concluyó.

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ZENIT Staff

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