Se analiza un milagro atribuido a la intercesión del Cura Brochero

Podría ser un paso decisivo para su canonización

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CÓRDOBA, domingo, 1 marzo 2009 (ZENIT.org).- El jueves 26 de febrero se llevó a cabo en la sede del arzobispado de Córdoba, en Argentina, el acto de apertura del proceso diocesano sobre el presunto milagro atribuido al venerable José Gabriel del Rosario Brochero.

La ceremonia fue presidida por el arzobispo, monseñor Carlos José Ñáñez, en la presencia de los obispos de la provincia de Córdoba. 

José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) fue ordenado sacerdote a los 26 años. Al inicio de su ministerio, el Cura Brochero, como le llamaban sus fieles, se destacó en 1867 por su entrega para socorrer a los enfermos y moribundos de la epidemia de cólera que azotaba a la ciudad de Córdoba. 

El 24 de diciembre de 1869 parte de la ciudad de Córdoba para hacerse cargo del curato de San Alberto, actualmente conocido como el valle de Traslasierra, instalado en la localidad de Villa del Tránsito. 

Se lo recuerda como el cura gaucho que asumió como propias las necesidades de la gente: con sus propias manos y animando a los pobladores construyó iglesias y capillas, levantó escuelas y abrió caminos entre las montañas, con la certeza de que el progreso y la educación contribuirían a acercar a la gente a Dios. 

En su vejez el Padre Brochero enfermó de lepra, al haber compartido el mate y la vida de enfermos de esta enfermedad, que lo dejó sordo y ciego. 

En la primera parte de la ceremonia, según informa la Causa de Beatificación (http://www.curabrochero.org.ar), el delegado episcopal, padre Dante Simón SDB, vicario judicial explicó las etapas que requiere el proceso de canonización, «complejo porque involucra la participación de tantas personas y de distintas especialidades». 

Pero además expresó que «lo que estamos viviendo ahora nos llena de esperanza, porque Dios siempre obra y lo seguirá haciendo», y pidió a los obispos presentes que animen a los fieles en sus diócesis a rezar por el proceso de beatificación del Cura Brochero, «ya que es una bendición muy grande para la Iglesia en la Argentina que nuestro querido Brochero sea propuesto como modelo a los sacerdotes y a todos los fieles». 

A continuación, los obispos presentes y los miembros del Tribunal juraron ante el arzobispo de Córdoba cumplir fielmente el oficio encomendado y guardar reserva de todo lo que se conozca en la causa de investigación sobre el presunto milagro atribuido al venerable José Gabriel del Rosario Brochero. 

Los presentes escucharon una reflexión del padre Carlos Oscar Ponza, vicario episcopal para los Movimientos y Asociaciones y delegado para la Vida Consagrada de la arquidiócesis de Córdoba, quien destacó la figura de Brochero como modelo de pastor y de sacerdote párroco, que de verdad practicó el Evangelio. 

«El distintivo de su obra fue su capacidad para amar, por amor se identificó con su gente y con el lugar donde evangelizó». 

«Me impresiona cómo este hombre, que terminó ciego, tuvo esa gran visión para adelantarse a los tiempos. Descubrió que la transformación de la sociedad y el progreso aun material estaban unidos al progreso espiritual», dijo el obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, al anunciar ante más de 2000 personas la apertura del proceso tendiente a verificar, con testimonios y documentación científica, si se produjo una curación milagrosa. 

La posibilidad de que el cura emblemático de la zona sea reconocido como santo por la Iglesia ha movilizado a los fieles locales. 

Cuatro mujeres, que integran la comunidad de laicas consagradas Virgen de Luján, revisaron minuciosamente los mensajes de agradecimientos y testimonios que los fieles depositaron en los últimos años ante la tumba del cura, en el santuario Nuestra Señora del Tránsito, en esta ciudad, que lleva el nombre del sacerdote desde el año siguiente de su muerte. 

«Nuestra misión era encontrar casos de curaciones inexplicables o situaciones que podían ser consideradas milagrosas», explicó María Angélica Moredo, mientras recuerda los centenares de cuadernos con notas acumulados en cajas junto con sus compañeras Viviana Acosta, Gabriela Talamonti y Carolina Cornejo. 

La consigna era hallar testimonios de gratitud por las gracias recibidas, mediante peticiones dirigidas al cura Brochero y no a otros santos. 

En los cuadernos se multiplicaban los casos de matrimonios que habían pedido por el nacimiento de un hijo, curaciones sin explicaciones científicas y recuperaciones milagrosas de accidentes, justo al sacerdote que tanto había hecho por la construcción de rutas y caminos. 

Se llegó, así, a un puñado de casos que se mantienen en secreto, a la espera del análisis del experto y del tribunal. 

«Era un hombre apasionado por que el serrano se encuentre con Jesús. Impulsaba caminos y escuelas para que la gente comprendiera lo que transmite la fe», recordó monseñor Olivera, al transmitir la mirada visionaria del cura gaucho. 

Montado en su mula y envuelto en un poncho de lana, con la imagen de la Virgen Purísima, recorría y abría caminos para llevar alivio espiritual y material a los pobladores. 

«¡Qué hubiera hecho el cura Brochero hace unos años cuando se iban cerrando los ferrocarriles, condenando a la muerte tantos proyectos y condenando a muchos jóvenes al exilio!», dijo monseñor Olivera, convencido de que Brochero, por su entrega y su testimonio, es un modelo para los sacerdotes de hoy. 

El reconocimiento de un milagro por parte del Papa constituye el último paso necesario para la beatificación de un venerable.

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ZENIT Staff

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