Se celebra en Roma el tercer Congreso Mundial de Metafísica

ROMA, jueves, 27 julio 2006 (ZENIT.org).- La Fundación Idente de Estudios e Investigación, con la colaboración de la Fundación

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Fernando Rielo, ha organizado el III Congreso Mundial de Metafísica, que se ha celebrado en Roma del 6 al 9 de julio.

Los dos primeros Congresos, celebrados en los años 2000 y 2003, reunieron a numerosos
filósofos y estudiosos de otros campos para explorar las vías de renovación de la metafísica en el siglo XXI, teniendo en cuenta las aportaciones del pasado.

En esta edición participaron profesores de 27 naciones (Europa, América del Norte y del Sur, Oriente Medio, Asia y Australia).

Analizaron las siguientes áreas generales: Metafísica y Cultura; Metafísica y Epistemología; Metafísica y las Artes; Metafísica y Ética; Metafísica y Mística; Metafísica y Pedagogía; Metafísica y Ciencias Experimentales; Metafísica y Derecho; Metafísica y Personeidad; y Metafísica y Desarrollo Global.

«Este marco parte del supuesto de que todas las dimensiones y actividades humanas están
abiertas a una consideración de su fundamento ultimo, e, incluso, la exigen. Ésta es la premisa
central de la empresa metafísica: la búsqueda de una concepción válida de lo absoluto en relación con la experiencia y la comprensión humanas», explican los organizadores en un comunicado enviado a Zenit.

El acto inaugural del Congreso fue presidido por el Cardenal Vicario de Su Santidad,
Benedicto XVI, el cardenal Camillo Ruini, y por el Presidente de la Fundación Idente de Estudios e Investigación y Presidente del Congreso, Jesús Fernández Hernández.

En sus palabras el Cardenal Ruini manifestó el saludo del Papa, quien «ciertamente desea que un encuentro sobre esta temática pueda dar abundantes frutos para ustedes y para los que
puedan recibir después las conclusiones del evento».

Como pista de trabajo, el purpurado invitó a los presentes, como sugiere Benedicto XVI en la encíclica «Deus Caritas Est», «a reconocer en los múltiples valores del amor auténtico, coronado por la concepción y la experiencia sobrenatural de la caridad perfecta, la llave de lectura que conseguirá verdaderamente armonizar vida y pensamiento».

«El aspecto filosófico e histórico-religioso que se pone de relevancia en esta visión de la
Biblia está en el hecho que, por una parte, nos encontramos de frente con una imagen estrictamente metafísica de Dios: Dios es absolutamente la fuente originaria de todo ser; pero este principio creativo de todas las cosas — el Logos, la razón primordial — es al mismo tiempo un amante con toda la pasión de un verdadero amor», concluyó el cardenal Ruini citando la primera encíclica de este pontificado.

A continuación el presidente del Congreso, en sus palabras de apertura, invitó a «no tener miedo a la palabra “metafísica”, pues designa la ciencia suprema: la que fundamenta y da unidad, dirección y sentido al pensar y actuar humanos sobre una realidad que ha intentado, intenta e intentará ser siempre plasmada en las ciencias experimentales y en las ciencias experienciales».

«Sin metafísica –¬continuó el Presidente– todo camina a la deriva; ésta pone a las ciencias en su sitio, las abre a horizontes vastísimos en los que los científicos e investigadores nunca tendrán paro laboral, las compara entre sí, denuncia su reductivismo, su exclusivismo, su autonomismo absoluto, su manipulación, su servilismo, sus intereses, su corrupción, su degradación».

«La metafísica en sí misma siempre ha gozado, goza y seguirá gozando de buena salud. ¿Dónde está, pues, el problema? El problema reside en la forma que el ser humano tiene de ver la metafísica. Desde hace ya tiempo, el mundo intelectual no la ve con buenos ojos; y esto es preocupante», constató Jesús Fernández.

«Este Congreso de Metafísica es el congreso del mundo de las vivencias; en ningún caso, de
la matematización, de la técnica o del experimento, que poseen su propia metodología.
Cualquier mimesis o remedo con la metodología de las ciencias experimentales, cuando tratamos el mundo de las vivencias, es un reduccionismo que sólo interesa a la voluntad de poder de las ideologias, que se caracterizan, —según Fernando Rielo—, por tres perversiones fundamentales: el reduccionismo, que ideologiza al ser humano concibiéndolo como algo inferior a él; el exclusivismo, que hace de las ideologías lugares de rechazo de unos seres humanos que no piensan como otros seres humanos; y por el fanatismo, que ideologizando al ser humano lo hace proclive a la violencia sicológica, moral o física, intentando eliminar al adversario».

«¿Qué es lo único que hay en el ser humano que no reduce, no excluye, no fanatiza? el
amor –respondió–. El amor es la primera realidad, evidente, realizadora, potenciante de la persona. Fernando Rielo afirma del amor que es el motor de la historia, el motor de la ciencia, el motor de la sociedad, el motor de la familia, el motor del arte y, en definitiva, el motor de toda actividad, motivación y creatividad humana».

«No es el ser lo más importante, sino el amor. El amor no es ser abstracto, sino ser +, es comunión entre personas. El amor es, en definitiva, el estado de ser, el acto de ser, la forma de ser y la razón de ser de una persona con otra persona. El amor es la síntesis de todas la virtudes, de todo lo que es positivo en la persona humana; por eso, el ser humano es dialogal, perceptivo, comunicativo, relacional».

Entre los participantes en el congreso se encuentran los profesores Vittorio Possenti, de la
Universidad de Venecia; Steven T. Katz, de la Universidad de Boston; Juana Sanchez-Gey, de la Universidad Autónoma de Madrid y Directora del Aula de Pensamiento de la Fundación Fernando Rielo.

Se presentaron 146 comunicaciones en español, inglés e italiano; aunque había participantes de otras importantes lenguas europeas y asiáticas. Tanto tras las ponencias como tras las comunicaciones, se dio un coloquio entre los participantes en el Congreso.

Para mayor información y adquisición de las Actas de los Congresos puede enviarse un mensaje a g.fioretti@idente.net

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ZENIT Staff

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