«¡Sed hombres de oración!»: programa del Papa a los obispos de reciente nombramiento

Recibidos en audiencia el sábado

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CASTEL GANDOLFO, domingo, 23 septiembre 2007 (ZENIT.org).- No es sólo un compromiso, sino una necesidad: de la oración –de la intensidad de unión con el Señor– depende la fecundidad pastoral del obispo, constata Benedicto XVI.

Al recibir en audiencia, el sábado en Castel Gandolfo, a los obispos de reciente nombramiento, el Papa apuntó los compromisos que asumen los candidatos antes de su ordenación episcopal –como «el de anunciar con fidelidad el Evangelio y custodiar la fe»–, deteniéndose en el «carácter apostólico y pastoral de la oración del obispo».

Acogieron sus palabras los 112 prelados nombrados el último año; han celebrado esta semana unas jornadas de estudio –ya tradicionales– organizadas por la Congregación vaticana para los Obispos en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.

«Igual que los Apóstoles, también nosotros, queridísimos hermanos, como sus sucesores, hemos sido llamados sobre todo para estar con Cristo –les dijo el Papa–, para conocerle más profundamente y ser partícipes de su misterio de amor y de su relación plena de confianza con el Padre».

Bien habían comprendido los apóstoles que «la escucha en la oración y el anuncio de las cosas oídas debían tener la primacía sobre las muchas cosas que hay que hacer», un programa apostólico –reconoció Benedicto XIV– «más actual que nunca».

Y es que «en el ministerio de un obispos los aspectos organizativos son absorbentes, los compromisos múltiples, las necesidades siempre muchas, pero el primer lugar en la vida de un sucesor de los Apóstoles debe estar reservado a Dios», advirtió.

A los nuevos obispos quiso recordar el Papa que la oración hace al pastor sensible y misericordioso hacia todos.

En la oración del obispo –siguió el Santo Padre– un lugar especial deben tener los sacerdotes confiados a su cuidado, «para que sean perseverantes en la vocación y fieles a la misión presbiteral», y «la súplica por las nuevas vocaciones».

Asimismo los obispos tienen el compromiso «de ser animadores de oración en la sociedad».

«En las ciudades en las que vivís y trabajáis, frecuentemente convulsas y ruidosas, donde el hombre corre y se pierde, donde se vive como si Dios no existiera, sabed crear lugares y ocasiones de oración –les pidió–, donde en el silencio, en la escucha de Dios mediante la “lectio divina”, en la oración personal y comunitaria, el hombre pueda encontrar a Dios y tener la experiencia viva de Jesucristo que revela el auténtico rostro del Padre».

«No os canséis de procurar que las parroquias y los Santuarios, los ambientes de educación y de sufrimiento, pero también las familias, se conviertan en lugares de comunión con el Señor», añadió.

Y les exhortó de manera particular «a hacer de la Catedral una ejemplar casa de oración, sobre todo litúrgica, donde la comunidad diocesana reunida con su obispos pueda alabar y dar gracia a Dios por la obra de salvación e interceder por todos los hombres».

«¡Sed hombres de oración!», sintetizó el Papa, recalcando que «la fecundidad del ministerio del obispo depende de la intensidad de su unión con el Señor», y que es de la oración de donde un obispo debe obtener luz, fortaleza y consuelo en su actividad pastoral.

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ZENIT Staff

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