Seminaristas armenios se preparan para ejercer su misión en Oriente Medio

Testimonios de los miembros del Colegio Armenio de Roma.

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ROMA, miércoles 28 de enero de 2009 (ZENIT.org) Vienen de Líbano, Siria e Iraq. Han crecido en medio de una cultura de mayoría musulmana y en sus pequeñas comunidades católicas han descubierto su vocación a la vida sacerdotal.

Son 15 los seminaristas que actualmente se están formando en Pontificio Colegio Armenio de Roma, ubicado en la plaza San Nicolás de Tolentino, cerca de la Vía Barberini. Estudian en las diferentes universidades pontificias de la Ciudad Eterna con el fin de que, una vez sean ordenados sacerdotes, regresen a sus países para trabajar allí en las respectivas obras de evangelización.

“Roma es una ciudad cosmopolita para todos los estudiantes. Es la única que te puede dar, espiritualmente hablando, todas las cosas” dice Gazar Bedrossian, de 24 años, uno de los seminaristas procedentes de Siria.

Una historia de 125 años

En 1883 el papa León XIII concedió a la comunidad armenia unas instalaciones para que establecieran allí el seminario, junto con la iglesia San Nicolas de Tolentino que hoy pertenece a esta comunidad.

Desde entonces, el Colegio Armenio de Roma ha formado a 500 sacerdotes, dos de ellos cardenales: Gregorio Agagianian, quien luego fue rector del colegio y Antonie Hasseun. En la iglesia San Nicolás se encuentran las tumbas de ambos.

Allí se congrega también la colonia de armenios que viven en Roma. Unas 126 familias participan las diferentes celebraciones litúrgicas que se realizan en el Colegio Armenio durante algunas fechas importantes del calendario litúrgico.

El rito católico armenio es un rito litúrgico que se practica en los países de Líbano, Siria, Iraq, Irán, Turquía y Egipto. Su sede principal está ubicada en Beirut, y su cabeza es el Patriarca Nérses Pedro XIX Tarmouni. En otros países como Francia, Italia y algunos de la ex Unión Sovética existen pequeñas comunidades donde también se practica este rito.

“La causa principal de tener un seminario en Roma es porque nuestros jóvenes necesitan una instrucción más completa y eficaz. También para estar inmersos en la Iglesia Universal. Así ellos pueden tener una experiencia recíproca”, afirma a Zenit monseñor Joseph Kelekian, rector del seminario.

Monseñor Kelekian fue durante 12 años formador en el seminario menor de Líbano, y después de prestar su servicio pastoral durante 17 años en París, el Patriarca lo llamó para que fuera rector del seminario en Roma.

“Es necesario sentirse más joven, ser más moderno con ellos. Cada mes busco encontrarme con cada uno. Puedo hablar, puedo decidir sobre su vocación, puedo darles las indicaciones cuando cada uno las busca o cuando tienen problemas”, dice.

Una vez al mes los estudiantes aprovechan para hacer peregrinaciones a algún lugar santo cerca de Roma o de alguna población cercana, para poder así apreciar mejor las riquezas que tiene la Ciudad Eterna para su vida espiritual.

“Me gusta esta historia más antigua de dos mil años: el arte, la belleza en el corazón del catolicismo”, dijo a Zenit el joven seminarista Khachig Bahe.

Khachig proviene de la ciudad de Kamishly, en Siria, y está terminando sus estudios de filosofía y teología en la Universidad Gregoriana. Él describe el ambiente de su universidad como “muy multiétnico. Somos 125 compañeros de clase. La mayoría provienen de la India, de Estados Unidos y del centro de Europa”.

Y es justamente Siria el país que más vocaciones aporta al Colegio Armenio de Roma, ya que pese a que el 95 % de su población es musulmana, el Estado protege a las minorías religiosas, hecho que ayuda a que la mayoría de sus habitantes puedan profesar su fe y elegir su vocación libremente.

“Cada uno tiene un modo diverso de dirigirse al Señor. Así vemos esta riqueza de vida en la que podemos participar”, dice monseñor Kelekian.

Cada cual aporta las peculiaridades de su país de origen, afirma. “Estos países orientales han conservado una fe como en la antigüedad, que resiste a muchas tentaciones de modernismo. Así, nos sentimos ricos de esta riqueza espiritual que tenemos en Oriente”.

[Por Carmen Elena Villa]

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ZENIT Staff

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