Sensatez y gobernabilidad

Ante los graves acontecimientos en Venezuela

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Ante los graves acontecimientos que se viven en Venezuela, con agresiones de diputados chavistas a parlamentarios de la oposición, en la Asamblea Nacional, reproducimos por su interés, un artículo publicado en el diario El Nacional, por Luis Ugalde SJ, exrector de la Universidad Católica Andrés Bello e individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela.

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Nuestro país está en «grave dificultad», como lo dijo el papa Francisco en su mensaje y oración dominical. Lo sabemos nosotros y los titulares de los periódicos del mundo. Es la hora de la sinceración y de la verdad, si queremos salvar la paz y la democracia. 

Abuso del nombre de Cristo

Nunca antes en nuestra historia republicana se ha usado y abusado tanto del nombre de Cristo: lo cristiano como disfraz para la campaña electoral, y no como verdad del corazón. Jesús antes de curar a un enfermo no lo llamaba «canalla», «criminal», «golpista» «asesino» y «drogadicto», y un cristiano (ninguna persona sensata) no descalifica al otro en su saludo de bienvenida al diálogo. Los que invocan a Dios para manipular votos son –dice Jesús- «como los hipócritas, que gustan rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas públicas para exhibirse ante la gente». (Mat. 6,5).

Esa falsa oración es rechazada por Yahvé: «Aunque multipliquen las plegarias no los escucharé. Sus manos están llenas de sangre (…) Cesen de obrar mal, aprendan a obrar bien; busquen el derecho, socorran al oprimido; defiendan al huérfano, protejan a la viuda…» (Is. 1,15-17) y los escucharé. En Venezuela se ha sembrado mucho odio, se envía al infierno a cardenales, y a quienes piensan distinto, a la cárcel, el exilio y la exclusión. Quien cultiva el odio en su corazón está muerto y ya es un asesino (1 Juan 3). 

Gobierno constitucional

Tenemos una Constitución que consagra los derechos y deberes de todos los ciudadanos y nos obliga a reconocer a los adversarios «en igualdad de derechos»; sin ello no hay democracia civilizada, ni paz. La Constitución establece los derechos y deberes de los diputados elegidos a la Asamblea y consagra el voto libre y el derecho al trabajo. Nadie, por alta que sea su investidura, ni ministro, ni director ni presidente de la Asamblea Nacional puede quitar esos derechos. Hacerlo es un delito y proclamarlo como modo de gobierno es defender la dictadura e incitar al crimen. 

Criminal y contra todo derecho humano es el patrón, estatal o privado, que bota del trabajo por el hecho de votar libremente y en conciencia. Lo mismo se diga de la brutal represión armada contra estudiantes en Barquisimeto y otros lugares, o la criminalización a Provea, ONG mundialmente reconocida defensora de los derechos humanos. Ni el Gobierno ni la oposición pueden azuzar el odio ni mentir. 

Gobierno sensato y acuerdos

Venezuela está metida en tales problemas que no saldremos sin entendimientos en algunos puntos básicos: La auditoría electoral (inicialmente aprobada por el CNE [Consejo Nacional Electoral]) es imprescindible para que con transparencia se reconozca al legítimo ganador y presidente y se logre la aceptación general del resultado. Cualquier regateo y triquiñuela para reducir o deformar el sentido de la auditoría empeorará la desconfianza y la legitimidad del árbitro. 

La población quiere empleo digno y freno a la devaluación empobrecedora de su salario. Esto requiere una revisión total y políticas muy complejas acompañadas de inversión, emprendimiento, productividad, abastecimiento, sinceración de precios y tarifas de servicios, y gasolina y educación de calidad que sólo es posible con un acuerdo entre las partes. Lo contrario es ingobernabilidad y miseria creciente. 

La calidad educativa es lamentable y hay que valorar los aportes plurales a la calidad y convertir la educación en verdadera prioridad. Nada será posible sin devolver a los educadores de todos los niveles la dignidad que tienen y los ingresos que les faltan. Luego de cinco años con disminución de ingresos reales, las universidades están en ruinas, con gravísimas y duraderas consecuencias para el país. 

El régimen nazi de Hitler aniquiló a los disidentes alemanes y lo mismo hizo el régimen comunista en la Alemania Oriental. Sólo los míos son gente y los demás se convierten en cucarachas para ser aplastadas o fumigadas: la cárcel, el campo de concentración, la tortura y la obligada confesión de crímenes inexistentes. 

Todo presidente, si es demócrata e inteligente, se convierte en el primer defensor de las aspiraciones de vida y derechos de todos los venezolanos y los convoca a un gran esfuerzo. Si defiende sólo a los suyos y persigue a quienes no lo eligieron se convierte en dictador. Equivocarse en esto es firmar el fracaso del gobierno y desatar la violencia. 

Diálogo no es posar juntos para la foto. Significa reconocimiento democrático del otro para desde el «nosotros» reconstruir la República. 

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ZENIT Staff

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