Sesenta músicos por la paz rinden homenaje al Papa en Castel Gandolfo

Concierto de la Orquesta Filarmónica de las Naciones

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CASTEL GANDOLFO, 30 julio 2001 (ZENIT.org).- Sesenta músicos de cuarenta países del mundo, reunidos por la Academia de Música «Pro Mundo Uno» en la Orquesta Filarmónica de las Naciones, ofrecieron en la tarde de este domingo un significativo concierto en honor de Juan Pablo II, en la residencia veraniega de los papas de Castel Gandolfo.

A los jóvenes artistas, dirigidos por el director Justus Frantz, Juan Pablo les dirigió al final de la impecable interpretación del Concierto para piano y orquesta de Piotr Ilich Tchaikowski (1840-1893) unas cariñosas palabras en las que reconoció que «el arte puede ser un precioso canal para incentivar el conocimiento, el entendimiento y la cooperación solidaria entre los pueblos».

«Música como amigos», es el lema de la Orquesta de las Naciones. En ella, jóvenes músicos palestinos tocan junto a colegas israelíes, albaneses comparten atril junto a serbios… Surgió en 1995 por iniciativa del director polaco Justus Frantz, realizando así el sueño de Leonard Bernstein de crear una orquesta internacional mensajera de la paz en el mundo.

Con gran capacidad para descubrir talentos como la violinista japonesa Midori o el pianista ruso Eugeny Kissin, el maestro Frantz fue solista de fama internacional con directores del calibre de Karajan o Bernstein. Ahora bien, siempre ha subordinado su carrera musical al compromiso social.

Este fogoso artista conoce bien al Papa, su compatriota, pues ya ha dirigido su orquesta en su presencia en otras ocasiones. En declaraciones a Zenit recuerda: «El año pasado, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud tuve la alegría y el honor de dirigir en la plaza de San Pedro, ante el Santo Padre y más de 500 mil personas. Fue una experiencia maravillosa. Este año el contexto ha sido más privado, pero igualmente emocionante».

«Yo también soy polaco –añade Justus Frantz– y desde mi punto de vista si la fe todavía está viva en Europa se debe al Papa, que tanto ha trabajado por la unificación del continente».

«En el actual mundo materialista –concluye–, esta orquesta formada por músicos de más de cuarenta países quiere mostrar los ideales en los que creen los jóvenes. Queremos dar un ejemplo que haga pensar a los jóvenes. Queremos hacer reflexionar sobre los auténticos valores de la vida, sobre lo que vale de verdad. Es como una medicina en momentos de dificultad, una medicina de paz para el espíritu. No olvidemos que los antiguos decían «musica lingua Dei est», la música es el idioma de Dios».

Antes de despedirse, Juan Pablo II también echo mano al latín, al decirles con una sonrisa a los sesenta chicos y chicas artistas: «¡trabajad siempre «pro mundo uno»!» («por un mundo unido»).

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ZENIT Staff

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