Si san Pedro cierra las puertas del paraíso, María nos las abre

Las clarisas de Castel Gandolfo: «El papa nos ha contado una historia que nos hizo reír» pero «que nos mostró nuestra vocación»

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El papa Francisco visitó el miércoles 15 de agosto , fecha de la Asunción, a las clarisas del monasterio de clausura en Castel Gandolfo. Radio Vaticano conversó con dos de las casi 20 religiosas que tuvieron el encuentro con el santo padre.

La Madre Vicaria, Sor María Concetta, dijo que el Papa «estaba tranquilo, distendido como si no tuviera nada que hacer o como si no pensara en alguna cosa. Nos ha hablado –de un modo que nos tocó mucho– de María, en esta Solemnidad de la Asunción, porque la mujer consagrada es un poco como María».

«Nos ha contado una bella historia que nos ha hecho reír a todas, incluso a él mismo: María está en el Paraíso; San Pedro no siempre abre la puerta cuando llegan los pecadores y por eso María sufre un poco, pero se queda quieta. Y en la noche, cuando se cierran las puertas del Paraíso, cuando nadie ve u oye nada, María abre la puerta del Paraíso y hace entrar a todos».

La religiosa dijo que «hemos visto en esto nuestra misión, nuestra vocación. Esta vocación a la vida contemplativa, de clausura, hoy no es comprendida por nadie, ¡pero no importa! ¿Qué es lo esencial? ¿Para qué sirve esta vida, esta vocación? ¿Creo que para esto que el Papa ha dicho en pocas palabras. En el silencio, en la oscuridad, en la noche, cuando nadie ve y nadie sabe ni escucha, ¡cuánta gente pasa delante de los monasterios de vida contemplativa y no saben ni siquiera por qué están ahí!»

Entonces, prosiguió, «en este silencio, en esta noche, se da nuestra misión: poder abrir las puertas del Paraíso para hacer entrar a toda la humanidad, a todos los hombres, hermanos y hermanas que tal vez ni siquiera conocen, saben o no tienen el don de la fe. Como María, abrir esa puerta, dar confianza, esperanza. Nadie sabe, pero eso no importa. ¡Importa que lo sepa Dios y que lo sepa María!»

Para la abadesa, la Madre María Asunta, «expresar los sentimientos que hemos vivido en este breve pero intenso encuentro con el Papa Francisco es difícil, pero lo que el Santo Padre nos ha dejado es esto: nos ha exhortado a vivir hasta el final nuestra vocación, permaneciendo fieles a nuestro carisma, en esa simplicidad y en esa búsqueda de lo esencial, en esa pobreza que nos hace sentirnos todas hermanas».

«¡Ha sido un momento que es difícil de expresar! Pero ha sido una alegría y una fuerza que reclama aún una responsabilidad auténtica, verdadera, de nuestra respuesta al Señor por la Iglesia y por el Santo Padre», concluyó.

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ZENIT Staff

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