Sigue el debate sobre la legalización de la marihuana

En muchos países se han iniciado campañas a favor de relajar las leyes en
lo que se refiere a la marihuana. Algunos argumentan que no es peor que el
tabaco o el alcohol y que es hipócrita prohibir esta droga «blanda». Otros
indican que, para algunas personas que sufren dolores intensos, la
marihuana puede ayudar a recuperar el deseo de comer y aumentar el
bienestar general.

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En Canadá, según el «Globe en Mail» (12 diciembre), un juez ha determinado
que la ley que prohibe el cultivo de marihuana es inconstitucional porque
no permite el uso médico de la droga. En la provincia de Alberta, Justice
Darlene Acton desestimó un cargo de cultivo de marihuana contra Grant
Krieger, quien cultiva y consume la droga para aliviar los síntomas de su
esclerosis múltiple.

Mientras tanto en Inglaterra el uso de la marihuana ha alcanzado niveles
significativos. La BBC informaba, el pasado 23 de noviembre, de que un
reciente estudio indicaba que dos quintas partes de los niños pueden haber
probado alguna forma de droga antes de cumplir los 16 años. El cannabis es
con mucho la droga más popular entre los jóvenes adolescentes, con el 11%
que dice haberla consumido el año pasado. El estudio de más de 9.000
alumnos de escuela secundaria ha puesto de manifiesto que el último año
acusa un pequeño aumento del consumo de drogas respecto al año precedente.

La cuestión del consumo de marihuana ha sido materia de un amplio debate en
los círculos políticos ingleses, después de que la ministra del Interior a
la sombra del Partido Conservador, Ann Widdecombe, anunciara hace un par de
meses que era favorable a la idea de otorgar a la policía la potestad de
imponer multas a los consumidores de cannabis. Su propuesta causó un de ocho miembros del gabinete en la sombra confesaron a continuación haber
experimentado con la droga en su juventud.

Sin embargo, el Gobierno británico no muestra signos de relajación de las
actuales restricciones. Según el «Telegraph» (11 octubre) el ministro del
Interior, Jack Straw, dijo que había muy pocas posibilidades de que el
Gobierno estuviera preparado para relajar la ley sobre posesión de drogas
blandas. Aunque Straw prometió que el uso médico de derivados del cannabis,
para aliviar el sufrimiento de aquellos con condiciones tales como la
esclerosis múltiple, podría legalizarse si las actuales pruebas en marcha
mostraran su eficacia.

En Estados Unidos, el pasado junio, según informaba el «New York Times» (15
junio), Hawai se ha convertido en el octavo estado norteamericano que
despenaliza el uso médico de la marihuana. Según la ley de Hawai, los
pacientes que sufren determinadas enfermedades pueden obtener una
recomendación del médico para consumir marihuana y deben registrarse en el
Departamento estatal de Seguridad Pública para evitar la persecución
criminal. Informes iniciales indicaban que hay entre 500 y 1.000 personas
en Hawai que podrían ser candidatas a consumir la marihuana médica.

Campaña organizada en Estados Unidos

Durante el último mes de noviembre, surgió de nuevo si se debe consultar el
tema de la marihuana y, como indicaba el «Washington Post» (29 octubre),
ésto no se debe a la casualidad, sino que es el resultado de una campaña
bien financiada. Los promotores de las iniciativas de consulta en Estados
Unidos para legalizar la marihuana, y facilitar las drogas en general, son
un trío de poderosos hombres de negocios.

El primero de ellos es John Sperling, quien fundó el Instituto de educación
para adultos, sin ánimo de lucro, conocido como la Universidad de Phoenix.
Otro miembro es George Soros, de Nueva York, el superviviente del
holocausto de origen húngaro, financiero y especulador de moneda cuya
fortuna está valorada en 5.000 millones de dólares. El tercero es Peter
Lewis, de Cleveland, presidente de la quinta mayor aseguradora
automovilística del país, la Progressive Corp.

Su último éxito tuvo lugar en California, donde los votantes aprobaron una
consulta (Proposición 36) que virtualmente veta a las autoridades la
posibilidad de enviar a los consumidores de droga no violentos a la cárcel.
Según un artículo del 9 de noviembre del «Washington Post», el trío
invirtió más de 6 millones de dólares en la campaña a favor de la
Proposición 36 en California, sobrepasando los esfuerzos de sus oponentes.

Además de la medida ganadora que exige tratamiento y no cárcel para los
poseedores de droga en California, el uso de la marihuana médica fue
aprobado por los votantes en Nevada y Colorado, mientras que en Oregon y
Utah se aprobaron medidas para hacer más difícil a la policía adquirir y
usar las ganancias de las incautaciones relacionadas con drogas.

El trío ha gastado otros millones en apoyar las iniciativas en favor de la
marihuana médica en todo el país. En las pasadas elecciones, las
iniciativas de aprobación de la marihuana médica han ganado en siete estados.

Sin embargo, el pasado noviembre fracasó en Massachusetts otro esfuerzo
para reformar la ley sobre drogas. Y un intento de legalizar completamente
la marihuana en Alaska falló por amplio margen. Aunque la medida no formaba
parte del paquete legislativo apoyado por el trío.

Algunos han expresado interés sobre los beneficios que las medidas de
liberalización de la droga tienen para estos potentados. Según Associated
Press (9 noviembre), Calvina Fay, directora ejecutiva de la Fundación
Estados Unidos Libre de Drogas, afirmaba: «Pienso que el progreso de las
iniciativas se está haciendo peligroso». «Los muy potentados que tienen
dinero para hacerlo están comprando la política pública en todo el país»,
indicaba Fay.

Preocupación sobre el uso de la marihuana

Algunos estudios médicos ofrecen motivos para preocuparse acerca del
consumo de marihuana. Según el «New York Times» (16 octubre), un grupo de
monos consumieron repetidas dosis del principal principio activo de la
marihuana en un nuevo estudio federal, y los investigadores alegan que el
resultado refuerza la idea de que la gente puede convertirse en adicta a la
marihuana.

Mientras tanto, un reportaje de la BBC mostraba que los fumadores de
marihuana pueden correr mayor riesgo de contraer cáncer de pulmón que los
fumadores de tabaco. Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos revelaba
que uno de los componentes clave de la marihuana puede promover la
formación de tumores cancerígenos.

Los investigadores, del Centro Jonsson sobre el Cáncer en la UCLA, sugieren
que el THC, que es el mayor componente psicoactivo de la marihuana, puede
reducir la capacidad del cuerpo para combatir los tumores. Investigaciones
previas descubrieron que el THC puede disminuir la resistencia de los
individuos tanto a las infecciones bacterianas como a las virales.

Indicaban que el efecto sobre el sistema inmunológico antitumoral,
combinado con el hecho de que los fumadores de marihuana inhalan grandes
cantidades de alquitrán y otros agentes cancerígenos, podrían llevarles a
incrementar el riesgo de un cáncer de pulmón.

Por otra parte, los estudios han mostrado que el humo de la marihuana
deposita una cantidad cuatro veces superior de alquitrán en los pulmones
que el del tabaco. El alquitrán contiene también dosis más altas de
hidrocarbonos cancerígenos.

Otra advertencia respecto al uso de la marihuana viene de un médico de
Sidney, John Anderson. Según «The Age» (14 junio), miles de fumadores
ocasionales de marihuana que fumaban un porro durante el fin de semana, no
eran conscientes de que les afectaba durante el resto de la semana.
Anderson declaró que las sustancias químicas en un cigarrillo de marihuana
permanecen durante semanas, dejando al fumador con gran ansiedad,
depresión, inferior nivel de reacción y un «déficit cognitivo» que reducía
la capacidad de la persona para distinguir «materia importante de materia
irrelevante».

Mientras tanto, un estudio de Nue
va Zelanda demuestra que la gente que
consume cannabis regularmente tiene una probabilidad muy superior de acabar
consumiendo drogas duras en comparación con los que no la usan. Según el
«Times» (8 noviembre) Keith Hellawell, coordinador antidroga del Gobierno,
dijo que el informe le había convencido de que el cannabis es una «droga
portal» que conduce a los usuarios a sustancias más fuertes.

El estudio siguió a 1.200 niños desde su nacimiento hasta los 21 años, y
descubrió que los jóvenes que fumaron un porro más de 50 veces al año,
tenían una probabilidad 60 veces superior de pasarse a las drogas duras. El
efecto era más pronunciado en quienes carecían de apoyos.
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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